jueves, 21 de diciembre de 2017

La Natividad según Benedicto XVI

Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  A continuación, sui ustedes me lo permiten, me enfocaré en las enseñanzas que Su Santidad el Papa Emérito, Benedicto XIV, no enseña sobre la Natividad en su libro “La infancia de Jesús”.

En estas páginas, de forma magistral, quien fuese el máximo representante del Catolicismo explica teológicamente el significado de varios de los elementos que encontramos en el tradicional Pesebre.

El Papa no aclara que: “Como se ha dicho, el pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose al profeta Isaías 1,3: «El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no me comprende.»"

"Así, el pesebre seria de algún modo el Arca de la Alianza, en la que Dios, misteriosamente custodiado, está entre los hombres, y ante la cual ha llegado la hora del conocimiento de Dios para «el buey y el asno», para la humanidad compuesta por judíos y gentiles. En la singular conexión entre Isaías 1,3, Habacuc 3,2, Éxodo 25,18-20 y el pesebre, aparecen por tanto los dos animales como una representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno."

Lo que se entiende que Dios, único ser poseedor de la mayor poder de interpretación, y expresión máxima de la lógica suprahumana, se hace hombre y comparte con la humanidad con el propósito de ser comprendido por los hombres, representado éstos con la sencillez de los animales en el establo. 

Y sigue el Papa Emérito: “«En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad» (Lc 2,8). Los primeros testigos del gran acontecimiento son pastores que velan."

Naturalmente, se puede ampliar inmediatamente la reflexión: “quizá ellos (los pastores del campo) vivieron más de cerca el acontecimiento, no sólo exteriormente, sino también interiormente; más que los ciudadanos, que dormían tranquilamente. Y tampoco estaban interiormente lejos del Dios que se hace niño. Esto concuerda con el hecho de que formaban parte de los pobres, de las almas sencillas, a los que Jesús bendeciría, porque a ellos está reservado el acceso al misterio de Dios (cf. Lc 10,21)”

El Santo Padre nos explica en este libro sencillamente la raíz teológica y filosófica del momento de la Natividad de Dios convertido en hombre, uno de los misterios de nuestra fe.

Cuando estamos en Navidad, una de las más tristes de nuestra época, los venezolanos debemos despojarnos levemente de la crisis que padecemos y reflexionar nuestro papel y relación con Dios, es la única forma de sobreponernos frente a lo que vivimos hoy.


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