miércoles, 26 de febrero de 2020

Xenofobia contra venecos

José Dionisio Solórzano


Cogito ergo sum-. Observo por las redes sociales como la xenofobia contra los venezolanos persiste y se profundiza; leo como muchos colombianos atacan a los venezolanos y emplean el término "veneco" de forma peyorativa, como una expresión de insulto.

Primero, quisiera recordar en estas líneas como durante las décadas del 50, 60, 70, 80 e incluso en los 90 del siglo pasado, millones de colombianos cruzaron las fronteras rumbo a Venezuela huyendo de aquella nación sumergida en una guerra civil eterna.

Se olvidan los colombianos como llegaban por millares a refugiarse de las agresiones de la guerrilla o de los paramilitares; se olvidan como llegaban a Venezuela tratando de huirle al carro-bomba de los narcotraficantes.

Se olvidan los colombianos como ellos fundaron comunidades en el país, como crearon en prácticamente cada municipio de Venezuela un "Barrio Colombia", e incluso llegaron al extremo de izar su bandera en territorio venezolano. ¡Qué mala memoria tienen!

En aquellos días los colombianos venían a Venezuela buscando una vida mejor, buscando una sociedad de paz donde pudieran desarrollarse desde el punto de vista profesional y personal. Y aquí, permítanme recordarles, fueron recibidos como hermanos, con los brazos abiertos.

Ahora, que somos nosotros los que necesitamos abrigo y apoyo, ustedes nos atacan en las calles, ustedes nos insultan y menosprecian. ¿Por qué tanta rabia contra nosotros? ¿Por qué ese resentimiento contra los venezolanos, que los ayudamos en su momento?

Tal vez, los colombianos siguen sufriendo el síndrome del pariente pobre. Sí, ese que a pesar que surge en la vida, que progresa continúa guardando los rencores del ayer, sigue envidiando lo que ya posee con esfuerzo. Tal vez, muchos de ustedes no comprendan que una mano lava la otra, y así como ayer nosotros los ayudamos, hoy ustedes deberían hacer lo propio.

Y, quisiera hacer un apartado, sobre los venezolanos que han cometido delitos en otros países, es lógico que los castiguen, pero es injusto que condenen a todo un pueblo por las fechorías de un puñado de malandrines. ¿O es que en su tiempo no hubo colombianos que cometieron delitos y fallas en Venezuela?

¡Colombianos! Lo que hagan hoy marcará su futuro, recuerden que la vida es un carrusel y quienes hoy estamos abajo, mañana estaremos otra vez en la cima. No olviden que cada vez que agreden a un venezolano, agreden a todo un país, cada vez que maltratan a un venezolano lo hacen contra un hermano.

No se olviden que Simón Bolívar, quien los liberó, fue un "veneco", como les gusta llamarnos. No se olviden que Rafael Urdaneta, quien se sentó en su silla presidencial fue un "veneco". No se olviden que José Antonio Anzoátegui, héroe de la Batalla del Puente de Boyacá, fue otro "veneco". Sí, eso fue hace muchos años, pero los logros de ese ayer nunca podrán ser saldados.

Es menester hacer una salvedad entre los colombianos xenófobos y los colombianos que ven con preocupación lo que ocurre en Venezuela; es justo agradecerle a Iván Duque su apoyo al éxodo venezolano, agradecerle a Martha Lucía Ramírez su permanente preocupación por lo que acontece en este lado de la frontera.

Sé que hay muchos colombianos que están conscientes que lo que ocurre en Venezuela tiene un efecto en Colombia, y viceversa. A ellos todas las bendiciones del mundo, y para quienes fustigan a los venezolanos solo les recuerdo que nuestro país saldrá adelante y cuando lo haga otro gallo cantará.

Venezuela volverá a salir adelante, este país retornará a su destino grande y maravilloso. Los venezolanos volveremos al sitial que nos corresponde y cuando eso ocurra no se preocupen los venezolanos volveremos a ser ese pueblo gentil, solidario y dispuesto a extenderle una mano amiga a todos.

P.D: Y este mensaje no se limita a colombianos solamente, sino que también va destinado a peruanos, chilenos, ecuatorianos, brasileños, uruguayos y panameños. También a mexicanos y demás nacionalidades que reciben a los venezolanos que escapan de una tragedia humana sin igual.

Mis palabras de sincero aprecio para aquellos dominicanos que rechazaron la medida de visa para venezolanos, e incluso argumentaron que República Dominicana y Venezuela tienen más en común que dominicanos y haitianos. Gracias por su solidaridad.

Y al gobierno de Aruba, que ahora les pone trabas a los venezolanos, les recuerdo que por muchas décadas sobrevivieron gracias a los venezolanos que iban a la isla, se hospedaban en sus hoteles y jugaban en sus casinos. ¡Qué memoria tan frágil!

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!







martes, 11 de febrero de 2020

¡Juventud!


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. “La juventud tiene el genio vivo y el juicio débil” esta frase del eterno Homero encierra tal verdad que es irrebatible.

La juventud es la mezcla entre la fuerza y el desespero, entre la energía y la falta de prudencia.
La juventud es dinamismo, es valentía, es coraje, es fuerza creadora. La juventud es una energía que renueva todo y destruye todo a su paso. La juventud es un sentimiento que une, aviva el fuego y genera ilusiones.

Y ese mismo ímpetu ha hecho que los jóvenes venezolanos hayan sido incontables veces forjadores de libertades y de refundaciones de este pedazo de tierra que llamamos Venezuela.

Fueron los jóvenes, soldados y seminaristas, quienes un 12 de febrero entregaron sus vidas por el amor hacia la libertad y la independencia. Fue José Félix Ribas quien moldeó la arcilla de aquella juventud para hacer de aquellos espíritus hombres listos para el sacrificio por un bien mayor.

Fueron jóvenes los de la generación del 28, quienes alzaron sus voces en medio de una sociedad silenciada bajo el yugo del terror y de la opresión. Fueron jóvenes los de la generación del 36 quienes reavivaron las llamas por la democracia en otro momento de nuestra historia.

La Venezuela de siempre ha sido movida por el motor de su juventud, por el engranaje de sus nuevas generaciones que no se han quedado quieta, y cuando lo han hecho ha sido el nacimiento de períodos de estancamiento social, político, económico e incluso moral.

Y en el país que vivimos en la actualidad, han sido nuevamente los jóvenes quienes han salido a las calles. En la generación 2007 y en la generación 2014, miles de jovenzuelos salieron a las calles a decirle a un régimen que no era de su agrado: ¡No te queremos!

Las calles de Venezuela se llenaron de unos jóvenes combativos y valientes; así como fueron los jóvenes que siguieron a Bolívar, Ribas, Paéz, Sucre o Anzoátegui, jóvenes como esos mismos héroes que dieron un paso al frente cuando la necesidad de su tierra así lo pidió.

La Venezuela actual necesita que sus nuevas generaciones no se queden arrimadas a un lado del camino de la historia, por el contrario es urgente que los jóvenes asuman el protagonismos que les toca jugar en el presente.

Sin embargo, juventud sin guía es una anarquía. Juventud sin consejos es una bacanal, juventud sin la experiencia de un buen padre o maestro, es una energía que fluye sin destino, sin orientación y sin porqués definidos.  

Nunca la juventud puede caminar sin el apoyo de aquellos que han vivido más, ni los viejos pueden estar sin el ánimo, la inspiración y la fe que se desprende de los jóvenes que su andar.

La clave del éxito es la convergencia entre vitalidad joven y la prudencia de vida, es la unión entre los que quieren transformarlo todo y aquellos que saben cuál es el camino para ello.

Y ahora que celebramos el Día de la Juventud, le recuerdo a los más jóvenes que el presente es compartido y el futuro es plenamente suyo.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!




jueves, 6 de febrero de 2020

Del 23E al 4F


Cogito ergo sum-. Han pasado dos días emblemáticos dentro de la historia de Venezuela, por un lado el 23 de Enero y por el otro el 4 de Febrero, sin embargo los venezolanos comprendemos lo que en verdad significan estas fechas.

El 23 de Enero de 1958 se concretó el derrocamiento del régimen del General Marcos Pérez Jiménez, con esto se inició la etapa civilista de la República y a la vez se truncó una política de crecimiento y desarrollo que había experimentado la nación en la última década.

A veces solo nos centramos en la represión y opresión que significaba el régimen militar, no obstante el gobierno de Pérez Jiménez fue un ejemplo de progreso, orden y exaltación de los valores nacionales.

Durante 10 años, el modelo del Nuevo Ideal Nacional trató de rescatar la línea evolutiva social planteada por el Cesarismo Democrático, basamento sociológico y filosófico del régimen de Juan Vicente Gómez que acompañó a las gestiones de los generales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, truncado éste por el denominado trienio adeco.

El régimen de Pérez Jiménez buscaba nuevamente enrutar a la nación en este camino que iba a preparar a los venezolanos hacia la democracia, a través de un proceso de maduración y concientización. Sin embargo, el sueño de libertad se impuso sobre la razón.

El 23 de Enero es, a la vez, sinónimo de democracia y anarquía, es un éxito y un error; el 23 de Enero es el inicio de las libertades públicas y el fin del crecimiento con orden y responsabilidad. El 23 de Enero es una fecha para celebrar y, además, para lamentarnos.

Esta fecha, un modelo de progreso se detuvo de golpe, una Venezuela decente, respetuosa y digna empezó a cambiar. Y no solo fue una cuestión de militares o civiles, porque el primero que inicia la anarquía social, con el Plan de Emergencia, fue el vicealmirante Wolfgang Larrazábal.

El 23 de Enero fue un día de dicotomías y de bifurcaciones, en cambio el 4 de Febrero solamente fue un día de desolación, tristeza y del comienzo de una caída larga y profunda para todos los aspectos nacionales.

Si el régimen de Pérez Jiménez basó su objetivo en el crecimiento físico de Venezuela y en la madurez social del pueblo; el régimen de Hugo Chávez fue directamente a envenenar la consciencia colectiva, dividir a los venezolanos y edificar una sociedad de corruptos y sinvergüenzas.

El 4 de Febrero encarnó la elevación de una nueva logia militar, esta vez no centrada en el bienestar de la patria sino en un resentimiento social arraigado y profundizado por largos años de adoctrinamiento socialista dentro de los mismos cuarteles.

Los demócratas de los años 60, 70, 80 y 90 fueron descuidando el mundo castrense; el sentimiento democrático entre los militares, quienes eran una de las instituciones más respetadas entre los venezolanos, fue minimizándose y dando paso a una anatomía castrense muy distinta, con muy poco compromiso con el modelo producido desde el 23 de Enero.

El 4 de Febrero no fue un movimiento cívico-militar, como la propaganda lo ha vendido, no. El 4 de Febrero simplemente fue un golpe militar fracasado, pero poseyó una consecuencia al visualizar de forma poco estratégica, para el gobierno democrático, a los golpistas quienes fueron inmediatamente endiosados.

El 4 de Febrero al igual que el 23 de Enero simbolizan una ruptura. Los hechos del 1958 fueron una mezcla de dulce-amargo para los venezolanos, mientras el 4 de Febrero es la hiel en su máxima expresión, este día muere la libertad y nace la opresión sin orden, muere la democracia y nace un sistema amorfo, sin moral, sin restricciones, sin consciencia clara entre el bien y el mal.

Los venezolanos tenemos, de una vez por todas, que asumir las fechas por lo que en verdad representa. El 23 de Enero debe ser un día para la reflexión colectiva, para el razonamiento exhaustivo de nuestra realidad como nación, y el 4 de Febrero debe ser concebido como un día de duelo nacional por la muerte de tantos venezolanos ese día y por la muerte dual de la libertad y el orden.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!