miércoles, 6 de marzo de 2024

Comunicación y polarización / José Dionisio Solórzano




Cuando las sociedades llegan al paroxismo todos los sectores que la integran se ven imbuidos en una especie de relación de “todo o nada”; emergen de la consciencia social un lacónico pensamiento que se resume en un coartante “estás conmigo o contra mí”.

El periodismo no escapa de esta realidad, y el mantenimiento de posiciones equilibradas terminan siendo ponderadas negativamente por los extremos polarizados.

Pues, un sector exige la sombra mediática para el contrario, y el otro pide el ocultamiento de las otras verdades (permítanme ustedes el uso de un vocablo, entendiéndolo como expresión filosófica dual de la verdad) para que así reine solo su percepción.

Ahora, el periodismo no está para apoyar a ninguna tendencia político-ideológica; está para exponer ante el criterio de la opinión pública hechos tangibles, verificables y, por lo tanto, verdaderos.

Está para exhibir realidades, posiciones, visiones y hasta tesis; no para responder a las necesidades socio-políticas de algún sector.

El problema se encuentran cuando la polarización causa ceguera en actores políticos que no entienden, o no quieren entender, que el periodismo posee códigos, formas y maneras para su desarrollo.

Explico a continuación: El periodismo es la síntesis de la búsqueda perpetua de la verdad, y para conseguirla debe basarse en 3 columnas esenciales: Investigación, observación y exposición.

Y, antes de seguir debo aclararles un punto para que sea más comprensible, el periodista es – antes que todo – un ser humano, por ende, es un ser pleno de subjetividad y esa subjetividad va a ser condicional a la hora de la exposición de la noticia.

Y ¿por qué será condicional? ¡Sencillo! Por un elemento esencial en al redacción noticiosa, la jerarquización.

El periodista debe tener la capacidad profesional y técnica para determinar ¿qué es lo más importante de una noticia o grupo de noticias? Y, a partir de allí decidir que irá de título, antetítulo, sumario o, sencillamente como iniciará el Lead o entrada.

Entonces, ese sujeto pleno de subjetividad debe limitar – primer escollo de la libertad interna del periodista – sus criterios personales a factores éticos superiores como son la veracidad, la imparcialidad, la coherencia y el sentido común.

Aquí citaré a Jesús Pozo – connotado periodista oriundo de Almería – que dijo: «Si una persona dice que llueve y otra dice que no, tu trabajo como periodista no es darle voz a ambas: es abrir la puta ventana y ver si está lloviendo».

En una sociedad polarizada el periodista no solo es presa de las dos opiniones confrontadas, sino que es criticado y llevado al patíbulo moral por abrir «la ventana».

Tanto radical es el que ejerce el gobierno para censurar o crear las condiciones de la autocensura, como aquel que desde posiciones críticas no entiende el criterio libre del periodismo y lo juzga complaciente por el simple hecho de no converger con la postura extremista.

El periodista debe rechazar de plano toda presión que lo encierre en una casilla de color ideológico; debe mantener – sobre todas las cosas – la ecuanimidad en la persecución de la verdad.

El periodismo no debe ser insensible ante la realidad que lo rodea, ni tampoco ser brazo ejecutante de una parcialidad que busca poder o que pretende conservarlo.

El periodismo debe ser equitativo, abierto, libre y solo sujeto a las ataduras de la verificación y la investigación.

Todo lo demás, sería una farsa.

Otra cosa es la comunicación, en sus vertientes políticas y empresariales, sin embargo eso es tema de otro artículo.