lunes, 16 de diciembre de 2019

Circulante


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. Estos días de Diciembre han sido y siguen siendo de mucho movimiento en el comercio, y sin caer en datos específicos que son manejos por quienes hacen vida activa en este sector, les hablaré lo que he podido observar en estos días de compras.

A pesar de la difícil situación que padecen los venezolanos me quedé sorprendido como propios y extraños, como integrantes de los sectores populares, como de la menguada clase media, tomaron por asalto las ventas de víveres buscando los insumos para la elaboración de las hallacas tradicionales.

Decenas de personas compraban harina, carne de res y de puerco, gastaban en los ingredientes para la preparación del plato navideño. El Mercado Municipal de Puerto La Cruz era un pandemónium acrecentado por la mala señal de los puntos de ventas y por la carencia total de calidad de servicio de prácticamente todos los vendedores, salvo contadas y honrosas excepciones.  

Y lo más sorprendente de todo era el circulante de efectivo. Y no precisamente en bolívares, era increíble observar como el menos inesperado tenía en su poder unos cuentos billetes verdes y adquiría productos pagando con papeles con la faz  pintada de héroes de la historia de los Estados Unidos de Norteamérica.

Billetes de baja o alta denominación capeaban por doquier; pago en dólares y vuelto en dólares. Aunque ya era sabido por mí el proceso de dolarización de hecho de nuestra economía, no dejó de sorprenderme estar ante semejante evolución de nuestra realidad nacional.

El circulante que se ve en la calles es en dólares, ya que los pocos bolívares en efectivo se guardan por si acaso se necesita pagar alguna tontería en la moneda nacional.

Los consumidores cuando pagan en el signo monetario criollo lo hacen a través de transferencias, tarjetas de débito o mediante pago móvil, porque bolívares en efectivo no hay.

Los productos y servicios están por las nubes, la inflación es un monstruo tan habitual en la vida de los venezolanos, que los elevados precios ya no sorprenden a nadie y ocupan poco tiempo en las conversaciones espontaneas entre los consumidores.

En cambio, la inflación forzosa e inédita que algunos comerciantes están haciendo del dólar, sí está encolerizando a más de un venezolano.

Por ejemplo: el sábado pasado una señora, de unos 50 años de edad, narraba como un vendedor de origen asiático le estaba vendiendo un producto en unos 25$ y al cabo de unos días, cuando ya tenía el monto, el expendedor subió el precio a 27$.

Llegamos a un punto tan severo de nuestra situación económica, que logramos lo que los gringos nunca pudieron. Le creamos inflación a la moneda más poderosa y comercial del mundo.

¿Cuál es la salvación para Venezuela? Primero tenemos que formalizar la dolarización de la economía, que los precios y los salarios estén plenamente expresados en divisas, segundo ponerle un coto definitivo a la especulación de los comerciantes que juegan con la necesidad de los venezolanos.

No se puede permitir que los comerciantes cambien de precios en divisas cómo les venga en gana y cuando les venga en gana. Se le debe dar un parao a los comerciantes que se burlan de los ciudadanos al robarles, descaradamente y sin pistola, el dinero que tanto le cuesta ganarse.

Esta debería ser tarea del gobierno de transición si se logra concretar en el 2020.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!





martes, 10 de diciembre de 2019

José Brito: Malas decisiones


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. En las siguientes líneas hablaré del caso del diputado a la Asamblea Nacional, José Brito, más allá del escándalo dentro de la Comisión Permanente de Contraloría y enfocado a la toma de sus decisiones.

Para nadie es un secreto que la carrera política y pública de Brito inició a través de las ondas hercianas  de Órbita, e incluso para algunos entendidos él y su colega locutor Marcos Figueroa en Puerto La Cruz, fueron dos proyectos políticos del recordado Fernando Zaurín.

José Brito, se sirvió del alcance de la estación de radio para hacerse un nombre en el Municipio Simón Rodríguez, el tercero en importancia en el estado. Su presencia mediática le facilitó un impacto político y su carrera pública se disparó más allá de la concejalía que una vez ocupó.

Aunque es diputado nacional su gran sueño fue ocupar la silla de alcalde de la ciudad de El Tigre, y cuando le llegó la ocasión idónea, tomó una de sus peores decisiones.

Todas las encuestas daban como ganador a Brito, ni una sola se atrevía a colocar a Ernesto Raydan por encima del diputado. Sin embargo, Raydan jugó sus cartas de manera espectacular, apoyándose en el carácter iracundo de Brito lo llevó a que aceptara medirse en unas primarias. ¡Error fatal!

A pesar que Brito poseía mayor intención de votos, certificado por todos los estudios de opinión, carecía de la organización y del pulmón partidista para afrontar un reto de esta magnitud. Según los protagonistas desoyó a sus asesores y colaboradores, tomando el camino de su derrota.

Como era de esperarse la maquinaria de Acción Democrática (AD), al servicio de Raydan, derrotó fácilmente a José Brito, quien antes de este episodio era un “alcalde esperando la elección”.

Su estilo agresivo, el cual no puedo criticar porque todos los estilos son válidos y respetables aunque no los compartamos, lo empujó a aceptar una medición que para él era innecesaria y altamente riesgosa, como al final lo pudo constatar en carne propia.

Brito, tal vez influenciado por el exalcalde Ernesto Paraqueima, de quien alguna vez fue aliado y posteriormente rival, se acostumbró a actuar políticamente a través del verbo encendido, la actitud fuerte y la frontalidad desmedida, lo cual en algunos casos puede ser plausible y en otros reprochable.
 
Ahora, José Brito se ve envuelto en el escándalo de los diputados integrantes de la Comisión Permanente de Contraloría, y a una supuesta relación y tráfico de influencias con uno de los zares de los CLAP en el país. Y cuál fue la reacción de Brito, la de siempre.

El diputado, lógicamente atado a sus pasiones, decidió huir hacia adelante, decidió responder a la candela con más candela y de tratar de medirse en un careo mediático contra Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, y encargado por ésta a guiar la transición en  la nación.

Para mi juicio este fue otro gran error de Brito, no debió enfrascarse en una pelea tan directa. En este momento la opinión pública está contra él, su imagen en la población de El Tigre, como en el resto de Anzoátegui, está en el subsuelo y le costará un mundo levantarse.

Y frente a la actitud combativa de Brito, hacemos contraste con la pasibilidad, prudencia y sigilo que observamos de otro diputado anzoatiguense también afectado por el escándalo, el señor Richard Arteaga, quien ha reducido al mínimo sus declaraciones con el firme propósito de salvarse al mover los hilos internos de su partido.

¿Será que tendremos que hacer la esquela política de Brito? Creo que no, porque en política no hay muertos.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!

martes, 3 de diciembre de 2019

Calderón Berti


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. La destitución de Humberto Calderón Berti de la embajada de Venezuela en Colombia dejó al país atónito. Tirios y troyanos se quedaron con la boca abierta, ante lo que calificaron como “un descomunal error” por parte del presidente de la Asamblea Nacional y designado por ésta como presidente de la nación, Juan Guaidó.

Calderón Berti es uno de los políticos más experimentados de Venezuela, ocupó cargos ministeriales, fue presidente de Petróleos de Venezuela, uno de los dirigentes políticos más respetados, más alabados y más éticamente correctos del país.

Su designación como embajador fue aplaudida por muchos, y ahora su desincorporación por “cambios en la política exterior” anunciado por Guaidó despertó el aborrecimiento de más de uno.

Ahora bien, a pesar que Guaidó agradeció a Calderón Berti su trabajo al frente del equipo diplomático venezolano en Bogotá, aquél no se quedó en silencio sino que empezó a hacer público una serie de datos que han estremecido a la opinión nacional y hecho tambalear al ya agotado liderazgo de Guaidó.

Calderón Berti dijo que ordenó una auditoria en Monómetro, uno de los activos venezolanos en el exterior más importantes después de Citgo, debido a que la directiva  designada por el Gobierno de Transición no contaba con la capacidad, técnica, profesional y reputación para dirigir a la empresa.

“Los partidos metieron gente no calificada”, esta fue la afirmación esbozada por el exembajador en la explicación de su salida, y agregó que “metieron a gente  de poca reputación que luego sacaron, pero ya el mal estaba hecho”, subrayó.

De acuerdo con la versión de Calderón Berti esta fue una de las razones que movieron a Juan Guaidó a destituirlo de sus funciones; además esto explota a la par del escándalo que salpica al diputado Freddy Superlano, quien tuvo que separarse de la presidencia de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional para facilitar una investigación del caso.

Lo cierto es que el país pierde a un gran representante diplomático como es el caso de Calderón Berti y éste, sin duda alguna, deja un vacío en la política de lucha de la oposición venezolana, que dudo que sea llenado por ningún otro, o por muy pocos si somos generosos.

Desde estas líneas hago votos para que la fuerza de las convicciones democráticas de Calderón Berti, su intelecto, su capacidad de trabajo se mantengan al servicio de esa Venezuela que necesita de todos sus hijos, que necesita que cada uno de los venezolanos den lo mejor de sí para construir un mañana mejor, de prosperidad, crecimiento, desarrollo y tranquilidad.

Y, además quisiera pedirle a voces como la de los colegas Carla Angola y Rafael Poleo que cesen en sus ataques políticos, personales e injustos en contra de Calderón Berti.

Si quieren defender a Guaidó háganlo, sin menospreciar la calidad moral del exembajador. Y por favor, sobre todo Poleo, emplee argumentos válidos y sinceros no cometa el error de acusar a otros de sus propias vilezas.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!