martes, 28 de agosto de 2018

Río crecido


Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  Un río crecido, es algo naturalmente aterrador. Arrasa con todo a su paso, no avisa, no da alarma, solo brota y destruye.

Una inundación es tan atroz que fue la forma que de acuerdo con la Santa Biblia, utilizó el mismísimo Dios para acabar al mundo.

Y, ahora los venezolanos, o una buena parte de nosotros, estamos al acecho de una nueva inundación que acabe con todo a su paso.

El río Orinoco está acabando todo a su paso. Hasta ahora poblaciones al sur de Anzoátegui, como Soledad, así como en los estados Bolívar, Apure, Delta Amacuro, Monagas y Amazonas son víctimas de las primeras inundaciones.

A pesar que tenemos poblaciones literalmente bajo el agua, el Gobierno nacional no hace nada para atender a los ya miles de damnificados o afectados por este fenómeno natural.

No obstante, lo que es aún más alarmante es que las lluvias no paran. Sí, la situación tiende a empeorar ante la mirada cómplice, inerte y desencajada de Nicolás Maduro y su séquito.

¿Hasta cuándo esperan? Tal vez, hasta que sus prioridades políticas sean cumplidas. No olvidemos que es la forma de actuar de este régimen. En 1999, en medio de la Tragedia de Vargas, el difunto Hugo Chávez no hizo nada ante la emergencia que se vivía, ¿la razón? La realización de unas elecciones que para él eran vitales.

En este momento, tenemos a un río crecido que amenaza con destruir la existencia de miles de venezolanos que moran en las cercanías del principal afluente de Venezuela y uno de los ríos más grandes de América Latina.

¿Están preparados en el régimen para atender una contingencia de esta magnitud? ¿Existe un reducto de raciocinio por parte de las autoridades? Hace unas semanas el gobernador de Anzoátegui, Antonio Barreto Sira, asumiendo su papel, y actuando como debería actuar el Gobierno nacional, inspeccionó las poblaciones afectadas y a pesar de los escasos recursos con los cuales cuenta pudo enviar medicinas, vacunación y fumigación a los puntos neurálgicos.

¿Qué ha hecho Maduro en Bolívar, en Apure o en Anzoátegui? Nada, solo se centra en su reconversión monetaria, en la presión del carnet de la patria y demás mecanismos de represión política.

Si ocurre lo peor, y Dios quiera que no sea así, pudiese surgir un segundo río crecido. ¿Cuál? Sencillo, el río de una población hastiada, cansada y sin miedo que puede volcarse a las calles a reclamar por sus derechos conculcados por un sistema de gobierno que hundió a la población en la miseria y en la orfandad.

Ese río crecido serás más grande que el Orinoco y el Amazonas juntos, será la expresión de una sociedad que desea y anhela cambios radicales de forma inmediata. ¡Anótenlo allí!

P.D: Les hago un llamado, desde estas líneas, a todas las autoridades del Estado venezolano, no dejen de actuar por favor. A Protección Civil de Anzoátegui,  a cargo de Plácido Malavé, mis felicitaciones por los esfuerzos que está adelantando de la mano de Barreto Sira, y mi reclamo a las autoridades nacionales por su inercia e incapacidad.


jueves, 23 de agosto de 2018

Detrás del poder


Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  La historia nos ha enseñado que existen cuatro perfiles de “poderes detrás del trono”. Porque el poder no lo da el cargo, sino la influencia y la capacidad de toma de decisión en medio del escenario político. En muchas ocasiones quienes menos aparecen en la palestra más poder poseen.

Y ¿Quiénes son estas personas detrás del “trono”? Son aquellos personajes que en pocas oportunidades salen en las páginas de los libros, pero que durante su tiempo movieron los hilos de la política.

Existen varios perfiles de estos actores de la política. Primero está en asesor espiritual.

Sí, hay muchos casos en que aquellos que se dedican a las almas, a temas esotéricos y reflexivos se convierten en los gestores de las políticas de naciones, imperios y reinos.

En Francia el mejor ejemplo de esta casta de poderes ocultos es el Cardenal Richeliú, muchos lo conocerán por ser el malo del clásico literario los “Tres Mosqueteros”, pero más allá de esto, este sacerdote se convirtió en el hombre fuerte en tierras galas.

No se movía una paja en tierras francesas sin que el cardenal lo supiese, el poder que llegó acumular fue enorme, y decidió tanto la política interna como externa de aquel reino.

Otro ejemplo de este tipo de asesores es Rasputín. El “monje loco” se transformó de la nada en el consejero de los zares de Rusia. Su influencia en la familia real fue tal que causó la envidia de más de un aristócrata en aquellas tierras frías previo a la Primera Guerra Mundial.

En la Argentina tenemos el caso de José López Rega el llamado “Brujo de Perón”.

Otro tipo de asesor político es el comunicacional. Sí, periodistas, comunicadores, psicólogos, y publicitas, han sido en reiteradas ocasiones los hombres del poder detrás del trono.

En muchas oportunidades en los anales del pasado, encontramos a personas que han dedicado su vida a trabajar la imagen de los hombres públicos, haciendo su trabajo de forma tan excelente que se convirtieron en factores indispensables en el manejo de aquellos que a su vez manejaban el poder.

El mejor ejemplo de éstos, es Joseph Goebbels, el propagandista de Adolf Hitler.

Tenemos, también, el caso de los espías. Si la inteligencia ha sido factor esencial para la política. Desde los días de Roma, el saber qué hacen tus enemigos y monitorearlos constantemente es una necesidad de aquellos que gobiernan.

En Francia fue Fouché, el genio tenebroso, y en la Venezuela de Marcos Pérez Jiménez fue Pedro Estada. 

El asesor policía siempre ha sido una constante, sobre todo en los gobiernos más temerosos de perder su capacidad de mando. Mientras más deudas tienes pendientes, más temes perder el poder.

Ahora bien, ya hemos visto al asesor religioso, comunicacional y policial o de inteligencia, y el cuarto es el asesor político. Y ¿Quién es éste? Puede ser el mentor ideológico del movimiento, el inspirador intelectual o, el operador habilidoso que se destaca por sus capacidades.

En torno al intelectual tenemos el caso de Laureano Vallenilla Lanz, quien a través de su “Cesarismo Democrático” le dio base filosófica, ideológica y sociológica a la dictadura de Juan Vicente Gómez en nuestro país, y desde la órbita de la política diaria podemos citar el caso de Charles Maurice de Talleyrand en la vida pública francesa napoleónica.

En conclusión, no se fíen en quien luce sentado en la silla del poder, a veces es menester detallar quien se encuentra detrás de éste.

martes, 14 de agosto de 2018

Sala de hospital


Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  Por lo general la sala de un hospital es un sitio poco satisfactorio, en él observamos a familiares desesperados, nerviosos, a personas llorando y pacientes que se debaten entre la vida y la muerte, no obstante la situación empeora si hablamos de los hospitales venezolanos.

En los centros asistenciales del país tenemos una grave situación. Y con esto no quiero venderme como el descubridor del agua tibia, sino por el contrario unirme al clamor de miles de usuarios que no encuentran soluciones a sus males en los centros de salud de la nación.

Hospitales sin insumos médicos, centros donde un trozo de algodón vale oro. Esto es la herencia de dos décadas de un modelo socio-económico que manejó el mayor número de recursos de la historia nacional, pero que en la práctica despilfarró todo entre las fauces enormes de un sistema corrupto.

En las salas de los hospitales venezolanos vemos negligencia, dolor, desdén, impotencia y el esfuerzo de más de un médico y enfermeras que, a pesar de sus bajísimos ingresos económicos, se debaten día a día contra la muerte.

Enfermarse en este país es un lujo. Hace unos días en la sala de hospitalización común del Instituto Venezolano del Seguro Social ubicado en el sector barcelonés de Las Garzas, pude constatar el estado paupérrimo de la salud venezolana.

Allí las condiciones de trabajo del personal de salud son degradante. No hay agua en los baños, no hay comida para suministrarles a los pacientes, y aquellos que tienen la responsabilidad de cuidar de los enfermeros deben pedir hasta el más insignificante de los insumos a los familiares de los hospitalizados, porque allí no tiene  absolutamente nada.

En  tres días pude constatar la muerte de no menos de 7 pacientes. ¿La razón de los decesos? Fácil, falta de medicamentos. Más de un paciente se muere porque sus dolientes no consiguen o no pueden adquirir tan o cual medicina para aliviar los males de sus seres queridos.

El llanto que se escucha en esas salas es una mezcla de tristeza y frustración. En los nosocomios venezolanos pudimos percibir como la indolencia del Gobierno nacional llega a unos niveles enfermizos, grotescos y sencillamente inhumanos.

Es en la sala de los hospitales donde podemos observar el real dolor de una población que está totalmente golpeada. Un pueblo que está sumergido en  medio de un lodazal de problemas que cada día se acumulan más por la terquedad de un modelo económico que no quiere admitir lo que todo el pueblo sabe, lo que el mundo reconoce, es decir, su absoluto y deprimente fracaso.

Desde estas líneas solo me resta rezar por aquellos venezolanos que están enfermos, y hacer lo que pueda hacer para ayudar a aquellos que lo necesiten. Los venezolanos debemos ser hoy, más que nunca, solidarios con nuestros hermanos que padecen por un modelo inhumano.

Espero que nadie tenga el sinsabor de acudir a un hospital, porque la respuesta será desalentadora. Y, tampoco, en los centros de salud privados, porque además de ser extremadamente costosos no tienen insumos suficientes y sus servicios son totalmente deficientes.

Solo nos queda cuidarnos. Enfermarse es un pecado.


martes, 7 de agosto de 2018

La espalda del mundo


“Human Rights Watch (HRW) instó a Brasil a que no le dé la espalda a quienes huyen de Venezuela”, así se leía en un conocido portal de noticias venezolano la información sobre la posición de la organización de defensa de los Derechos Humanos.

Venezuela por muchos años fue albergue, casa, puente y hospedaje de miles de colombianos, peruanos, ecuatorianos, portugueses, españoles, italianos, árabes, chinos, trinitarios, entre muchísimas nacionalidades más.

En nuestro país se recibían con los brazos abiertos a todo el mundo. Aunque es moralmente correcto admitir que sí llegó un punto que habían muchos colombianos, y no sólo eso sino que izaban hasta la bandera en su país es los territorios “colonizados” denominados Barrios Colombia, que creo que deben existir pocas ciudadanos venezolanas donde no exista una comunidad con este nombre.

Y sí, a veces nos molestamos un poco cuando los chinos del abasto hablaban entre ellos en mandarín, voltean te veían y se rían. Sí, obviamente molesta. No obstante, para el venezolano el emigrante era un venezolano más.

¿Cómo vivir sin el portu de la panadería? Sin él el barrio no sería el barrio. ¿Cómo vivir sin el italiano de la zapatería o el de restaurante? Ellos eran parte de nuestra venezolanidad.

¿Quién iba a vendernos ropa fiada si no era el árabe, que por cariño llamábamos “el turco”? Ellos eran parte de nuestra Venezuela, de nuestra tierra de nuestra esencia como nación.

¿Cuántos venezolanos no tienen vínculos con colombianos? Y aún hoy vemos en las calles de las grandes ciudades a transeúntes que caminan como si nada llevando la camiseta amarilla de la selección de Colombia. Y ni hablar de los bolivianos que se paraban con sus flautas a entonar las melodías de su tierra, las cuales siempre aglutinaba a decenas de personas a su alrededor.

Así éramos nosotros. Bondadosos. Sin embargo los tiempos cambiaron, ya no son los bolivianos, colombianos, peruanos o europeos que llegan a Venezuela, sino que somos los venezolanos los que empacamos nuestras vidas en un par de maletas y nos enrumbamos a otras tierras.

En muchas partes hemos sido recibidos con cariño. Es innegable que la política de apertura hacia los venezolanos aplicadas por Mauricio Macri en Argentina y de Sebastián Piñera en Chile son importantísima, no obstante este no son todos los casos.

El primer ministro de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, dijo que “no seremos un país de refugiados” en alusión a la cantidad de venezolanos que han optado a esa lista como destino. Lo cual es injusto, porque en su momento muchos trinitarios llegaron a Venezuela, muchos de los cuales se ubicaron en el estado Bolívar y allí hicieron su vida.

El gobierno de Brasil cerró la frontera con Venezuela, gracias a Dios que una corte carioca decidió a favor de los Derechos Humanos, y ordenó que volviera a abrirse el paso entre ambas naciones.
Lo cierto es que a pesar de las buenas acciones de algunos, pareciera que los venezolanos estamos viendo las espaldas de un continente que ve nuestro pueblo como invasores.

Y para ser justos, en algunos casos sus miedos son justificados. Lo sucedido en Perú donde fue capturado un grupo de delincuentes venezolanos, en verdad nos deja muy mal parados a todos nosotros, y lo peor, afecta a ese hombre o mujer que emigra para trabajar y forjarse un futuro mejor.

Ojalá que los tiempos cambien, y que la diáspora nacional se detenga, y los aeropuertos pasen de epicentros de despedidas a templos del reencuentro.