miércoles, 30 de septiembre de 2015

Las caídas del socialismo III

Por tercera semana consecutiva abordaremos el tema de “Las caídas del socialismo” en esta ocasión tocaremos el desplome del imperio soviético y el derrumbe de la cortina de hierro que asoló a gran parte de Europa y orquestó los avances comunistas en el resto del mundo.

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se constituyó como tal en 1922 y sobrevivió hasta 1991. Luego de la revolución de 1917 caen los Zares rusos y con ellos el Imperio y da inicio a un proceso político a cargo del  Gobierno Provisional Ruso.

Al término de la Guerra Civil, ganada por el grupo denominado “Los Bolcheviques”, se logra la fusión de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, la República Federal Socialista Soviética de Transcaucasia, la República Socialista Soviética de Ucrania y la República Socialista Soviética de Bielorrusia, creándose la URSS.

Una dictadura centralista y autocrática se erigió. Luego de la muerte de Vladimir Lenin accedió al poder Josep Stalin, quien con puño de hierro condujo los destinos de la URSS desde 1941 hasta 1953.

Los soviéticos después de la Segunda Guerra Mundial se erigieron como una de las potencias mundial rivalizando con los Estados Unidos de Norteamérica el liderazgo mundial, iniciándose así la “Guerra Fría”.
Cabe recalcar que inicio de la Segunda Guerra Stalin firmó el tratado de “no Agresión entre Alemania y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas”, con los cual los soviéticos jugaban a la neutralidad, hasta que fueron invadidos por el ejército germano.

Esto llevó al dictador comunista a aliarse con los líderes occidentales, es decir, Winston Churchill y Franklin Delano Roosevel, Primer Ministro británico y Presidente de los EEUU.

Al fin de la guerra los soviéticos iniciaron una expansión territorial y política de su dominio. Comenzó la época del mundo cuando en cualquier momento podía iniciarse la Tercera Guerra Mundial.

Comenzó la carretera armamentístico y profundización de la industrialización de los soviéticos lo que terminó arruinando la nación. El emporio político comunista de Eurasia no se sostuvo en el tiempo, mas si sembró de hambre, miseria y caos a la propia Rusia como aquellos países donde implantó su huella dictatorial.

La crisis económica soviética era ocultada en medio de las grandes construcciones físicas. Mientras que ingentes cantidades de seres humanos morían de hambre o de frío en aquella tierra inhóspita.
El modelo socialista ya finalizando la década de los 80 estaba completamente agotado, ya no podría disimular su fracaso.

El pueblo soviético no confiaba más en un modelo que se alzó como una salvación y terminó siendo mucho peor que el régimen anterior.

De las mismas entrañas del totalitarismo partidista de los comunistas nació un líder reformista. Mijaíl Gorbachov dio pie al movimiento de reformas democráticas que culminó con la caída del régimen.
Pero ¿por qué cayó finalmente el modelo? Sencillo el hambre del pueblo fue el detonante final del deceso político de los comunistas rusos.

Parte III


martes, 22 de septiembre de 2015

Las caídas del socialismo II

La semana pasada abordamos la caída del Muro de Berlín en el marco de nuestra primera entrega de la serie de artículos titulados “Las caídas del socialismo”, en esta ocasión hablaremos del Movimiento Solidaridad y el fin del comunismo en Polonia.

Quiere el destino que escribamos con relación al fin de los socialistas polacos justo cuando estamos viendo en Cuba escenas muy parecidas a las vividas en el Este de Europa.

La imagen del San Juan Pablo II realizando una misa multitudinaria en Varsovia, fue el inicio del fin de los comunistas en aquella nación.

Las palabras de Su Santidad, en aquella ocasión, tocando temas como los derechos de los pueblos oprimidos  y la derrota del miedo, son muy similares a las actuales aseveraciones que el Papa Francisco está esbozando en las tierras socialistas de Cuba.

De la nada, como parte de las expresiones populares, nació un líder sindical en aquella Polonia de la década de los 80. Lesch Walesa fue el hombre que levantó las banderas de la justicia y la libertad contra la opresión de los comunistas polacos y sus jefes soviéticos.

En la masa obrera que estaba dominada por el Partido Obrero Unificado de Polonia fue brotando sentimientos de libertad, superación y justicia ante los atropellos de los jerarcas de un Gobierno que día con día sumergía  a aquella nación en el más profundos de los caos políticos y económicos.

La escasez, la miseria, el hambre generalizada eran las condiciones de vidas normales de millones de trabajadores polacos que eran rebajados a una condición sub-humana.

En los idus de agosto de 1980 en los astilleros de Gdańsk, Lech Wałęsa junto a otros obreros fundaron un sindicato clandestino, al que denominaron: Solidaridad.

Aquella iniciativa, además de temeraria, simbolizó el  despertar de toda una nación. Aquel movimiento independiente de los comunistas demandaba principalmente la constitución de sindicatos autónomos del partido y del gobierno socialista.

La lucha fue ardua, con persecuciones, arrestos y demás tropelías que cometieron los comunistas polacos, pero al final Solidaridad se convirtió en el primer sindicato independiente en un país del Bloque Soviético.

La inspiración de los polacos fue un ejemplo que rápidamente se extendió por todo el mundo soviético, las banderas de un movimiento social anticomunista y no violento, fue la demostración que otro camino sí era posible.

Lech Walesa, un pequeño obrero electricista, fue el abanderado de un amanecer para su país como para todo un continente. De los astilleros emergió un grito que se multiplicó hasta alcanzar a más de 10 millones de polacos que se unieron al sindicato anticomunista.

La presión social del pueblo obrero en la calle, los encendidos discursos de Walessa y la intervención santa de Juan Pablo II mellaron el corroído y decadente poder de los comunistas en aquella república que volvió a convertirse en una democracia verdadera.

Los trabajadores en las calles lucharon contra el hambre creada por los comunistas. Lucharon contra la miseria construida por los socialistas. Las masas de polacos emprendieron su liberación y la lograron porque ni siquiera el imperio soviético con sus tanques y agresividad pudo detener la avalancha de cambio.


Parte II.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Las caídas del socialismo I

Cogito ergo sum-.  Desde el 13 de agosto de 1961 hasta el 9 de noviembre de 1989 la socialista República Democrática Alemana (RDA) mantuvo en pie el llamado “Muro de Berlín” que marcaba el límite entre los dos sistemas políticos que se repartieron a la nación alemana después de la Segunda Guerra Mundial.

Luego del suicidio de Adolf Hitler en el búnker de la cancillería el 30 de abril de 1945, ante el acecho de los soviéticos por el Este y las fuerzas anglo-estadounidenses por el Oeste, la capital germana quedó partida en dos, igual que el resto de aquel país devastado por las consecuencias de la política expansionista nazi.

Los socialistas se quedaron del lado Este del país y de Berlín, y formaron parte del “Bloque del Este” que comandaba con puño de hierro la Unión Soviética.

En la RDA se aplicó un modelo socialista, se desarrolló la política económica característica de las naciones comunistas, todo bajo la tutela de la bota soviética y de las armas que enviaba el Politburó desde las heladas ciudades rusas.

Al Oeste berlinés y alemán se constituyó, con el apoyo de las potencias occidentales EEUU, Inglaterra y Francia, la República Federal Alemana, la cual llevó adelante una política social y económica democrática y alejada de los principios totalitarios de sus pares de la RDA.

Tan solo pasaron pocos años y de la destruida Alemania surgieron dos realidades muy diferentes. La desolación, el hambre, el miedo y las penurias en el lado socialista y el progreso, la dicha y la prosperidad en la Alemania Occidental.

Los niveles comparativos llegaron a un gran nivel. Mientras en el lado occidental florecía la economía y la sociedad todo con abundancia y progreso sostenido, del lado de los socialistas cundía la tristeza.

En la RDA socialista se empezaron a escasear los alimentos, se aplicaron medidas de racionamiento y se formaron las colas para poder acceder a productos de primera necesidad.

El florecimiento de la Alemania capitalista llevó a los socialistas a crear lo que denominaron el “Muro Antifascista” también calificado por la prensa de la época como el “Muro de la Vergüenza”.

Separaron a Berlín y a Alemania. Las autoridades comunistas de Berlín del Este deseaban evitar el contacto con los occidentales y que los ciudadanos pudieran comparar un modelo con el otro.

27 años después de la constitución de la “Cortina de Hierro”, que fue uno de los grandes símbolos de la Guerra Fría, el pueblo se lanzó a las calles en el Este berlinés y derribó los límites entre la ciudad partida en dos.

La caída del muro significó el inicio del fin para el Eje Socialista de Europa. La destrucción del régimen socialista en la RDA y la reunificación alemana fue un detonante para el colapso de un sistema que había comprobado, con hechos, su incapacidad para satisfacer las necesidades populares.

¿Por qué cayó la RDA con el muro? Porque ningún sistema que condene al pueblo a pasar hambre, ningún Gobierno que se vanaglorie de las necesidades de sus conciudadanos puede mantenerse en pie.
Alemania como nación ha vivido diferentes sistemas de gobierno. Entre la monarquía, el feudalismo, la democracia representativa socialdemócrata, el fascismo en su modalidad Nazi, el comunismo y la democracia occidental, el comunista es el peor de todos.


Primera Parte I

miércoles, 9 de septiembre de 2015

La estrategia

Cogito ergo sum-.  “Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo”, así lo dijo Sun Tzu.

Uno de los grandes problemas de los factores políticos de la convergencia unitaria en Venezuela es la carencia de una visión estratégica clara. Porque el solo propósito de llegar al poder por llegar no puede ser considerado una estrategia bien definida.

La simpleza del argumento con relación al cambio de sistema, como punto estratégico, igualmente se nos presenta con  un enorme vacío.

He aquí donde surge la pregunta ¿qué propone la Unidad? La cual debe ser estratégicamente respondida con una interpretación diáfana de nuestros objetivos políticos, sociales y económicos.

Hogaño el ambiente social que rodea al país es convulsionado, ante ello los planteamientos públicos de la Mesa de la Unidad Democrática deben ser más firmes y contundentes para de esa forma motivar a los electores a su masiva participación en los próximos comicios del 6D.

Cuando analizamos la realidad actual de las fuerzas pro-gubernamentales las encontramos desconcertadas, debilitadas mas no destruidas. El madurismo se encuentra en su nivel más bajo, gracias a una circunstancias construidas por ellos mismos mediante los recurrentes errores que han protagonizado. 

El Presidente de la República no destaca por su brillantez o por su capacidad estratégica en el ámbito político, no obstante su llegada a Miraflores no puede ser considerada meramente como un “golpe de suerte”, algo le permitió sobrevivir a los embates revolucionarios y posicionarse en la silla presidencial. ¡Jamás subestimemos a nadie!

Las fuerzas de la Unidad tienen  el deber de enfocarse en una estrategia radicalmente efectiva, la cual debe constituirse en la básica y necesaria refundación democrática de la república y la edificación de un nuevo Estado de Derecho sujeto a las necesidades políticas y sociales del momento que estamos atravesando.

El cambio es vital, aunque se le debe garantizar a los millones de venezolanos que lo desean que ese cambio será para bien, aunque implique un ardiente trabajo al principio.

La MUD debe orientar su estrategia solamente en ganar la Asamblea Nacional, porque esta victoria es un avance táctico y la conquista de un punto estratégico que nos permitirá cumplir la estrategia, y ésta debe ser la creación de una Nueva Venezuela.

“Para que el oponente se someta a nuestra voluntad, debemos colocarlo en una tesitura más desventajosa que la que supone el sacrificio que le exigimos. Las desventajas de tal posición no tendrán que ser naturalmente transitorias, o al menos no tendrán que parecerlo, pues de lo contrario el oponente tendería a esperar momentos más favorables y se mostraría remiso a rendirse”, así lo expresó Karl Von Clausewitz.

El madurismo se encuentra entre la espada y la pared, si ellos encuentran en la actual situación una vía de escape o una forma de atrincherarse hasta recuperar fuerzas se mantendrá en una posición beligerante, no obstante es tarea de las fuerzas de la Unidad es seguir presionando, cual falanges de Alejandro Magno sobre las unidades de los persas en Gaugamela.


martes, 1 de septiembre de 2015

Aquellas bodeguitas

Cogito ergo sum-.  “Hijo, ve a comprar un paquete de pasta en la bodega”, decía aquella madre en la puerta de su casa, pegando alaridos para lograr la atención de su muchacho que se encontraban jugando metras en un terreno cercano.

Aquel jovenzuelo, aún de pantaloncitos cortos, salía como “alma de lleva el diablo” para encontrarse con su “viejecita” y hacerle el mandado.

O tal vez era cuando el padre, en una tarde sabatina, pegado a la mesa de dominó y en medio de las risotadas de sus compadres llamaba “Mijo, ¿Dónde se metió en carricito éste?… Éjele, mijo venga para acá. Se me va ahoritica mismo para la bodega y me trae una cajita de fósforo para prender la candela para el sancocho”.

En aquellos días, cuando éramos felices y no lo sabíamos, la bodega era un centro de acopio vecinal donde se encontraba de todo un poquito, “como en botica pues”.

Allí, en esas bodegas, los muchachos se gastaban los pocos bolívares que conseguían barriendo frentes, limpiando carros o haciendo “mandaos”.

Eran “salvadoras de vida” para las amas de casa que le hacía falta algún ingrediente para completar la receta que estaba haciendo para la comida de los “muchachos”.

Inclusive, más de uno pudo comprar material escolar para hacer la maqueta del colegio que le asignaron hace dos meses atrás y que iba a hacer apenas 10 horas antes de presentársela a la maestra.

Esas bodegas de pueblo, de barrio o de las periferias de las urbanizaciones fueron pequeñas iniciativas comerciales de emprendedores que por las ventanas de su negocio despachaban productos para ganarse la vida y progresar en el trayecto.

Las bodegas fueron expresiones del afán de trabajo de los venezolanos, parte de nuestra cultura y de la forma afable que teníamos para vivir.

Hoy son simples despojos de lo que alguna vez fueron. Hoy las estanterías de las bodegas se encuentran vacías, y los sueños de los comerciantes rotos y el barrio donde está enclavado con muchos más problemas que hace 16 años atrás.

Hoy las bodeguitas que hacían a sus dueños emprendedores, y pequeños propietarios sucumbieron ante el avance destructor de un socialismo que siempre aniquila los sueños de progreso y desarrollo de todo aquel que piensa que con su esfuerzo puede vivir mejor y darle a sus hijos lo que tal vez él no pudo tener.

En este momento los muchachos siguen saliendo para la bodega, pero no traen de regreso nada entre sus manos.

Aquellos días de beber refresco frío con dulces en la bodega pasaron, se fueron con las ilusiones de un pueblo que confió en una revolución que revolucionó la vida de todos para mal.

La desaparición de las bodeguitas de pueblo trae consigo la mejor demostración que dentro del socialismo la destrucción de las esperanzas es sistemática y efectiva, seguramente lo único realmente efectivo en este pensamiento político.

Pero la nostalgia no vale para nada. Arrepentirnos tampoco. Es el momento de avanzar y de cambiar.

Este seis de diciembre todos los venezolanos tenemos la oportunidad de reinventarnos, de evolucionar dejando atrás esta realidad madurista que día a día nos sumerge en el lodazal de la miseria.


El cambio se logra votando.