miércoles, 6 de septiembre de 2017

¿Radicalizarse?

Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  Antes que nada, permítanme hacer una salvedad: La firmeza en las convicciones no tiene nada que ver con la radicalización de nuestras acciones o expresiones. Por favor, no confundamos la locura con el carácter.

Con súbito asombro he escuchado a dirigentes políticos, líderes estudiantiles y, sobre todo jóvenes universitarios, asumiendo una actitud vesánica y poco razonable. Pareciera que su radicalización es su forma de drenar emociones y expectativas no alcanzadas.

Sí, en ocasiones deseamos abrirnos paso a través de acciones y decisiones no pensadas, pero ¿es lo correcto? Obviamente no. La pasión es un buen impulso en la vida, pero muy mal consejera.

En mi permanente recorrido por las Redes Sociales he leído a personas que viven en un sempiterno rifirrafe contra la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que critican todo, objetan todas las posiciones asumidas y, para colmo, no contribuyen en el desarrollo de una solución real para el país.

Gulusmean por las plataformas de comunicación en busca de un retweet o de un "me gusta", y para ello se hacen eco de expresiones insensatas de irracionalidad política, con lo cual ayudan al régimen.

La radicalización ciega impide el libre ejercicio de la consciencia, bloquea nuestra capacidad de análisis y fomenta los errores. Es una especie de rabia desbordada que no se canaliza y, por lo tanto, arrasa con todo a su paso.

En lo personal estoy de acuerdo con la protesta cívica y democrática de calle, pero esto no es radicalismo, es firmeza.

Entonces, ¿cuándo se radicalizan? Lo hacen cuando, sin reflexionar lo suficiente, enfilan sus ataques a las elecciones. Dicen que esto es colaboracionismo, y califican como estratégico un llamado a la abstención que deja libre nuestros flancos de lucha.

¡Son ciegos! A pesar que respeto todas las expresiones del pensamiento humano, porque todos tenemos derecho a pensar, los llamados a la "no participación electoral" no son planteamientos pensantes sino que representan una invitación al suicidio político colectivo.

Porque al abstenernos tendremos un mapa rojo por los cuatro costados, que legitimará al régimen, mientras si votamos tendremos las albricias de un triunfo democrático y de resistencia real y efectiva.

Los radicales hablan de calle, pero ¿qué calle? Una sin estrategia lógica, sin finalidad concreta. Esto no es valentía, es simplemente irresponsabilidad.

La calle debe tener sentido, ser parte de las tácticas ejecutadas para cumplir la estrategia y los objetivos que se tracen. La calle sin pensamiento es un callejón sin salida, una trampa, una quimera.

La obtención de las gobernaciones, permaneciendo en las calles, luchando al transformar el voto en un instrumento de protesta cívica, encarna un logro fundamental en el rescate de la democracia en el país.

Dicho de otro modo, al votar liberaremos a los estados del yugo del régimen. Le comeríamos el casabe por las orillitas al régimen.

Frente a esto, mi llamado es a mantenernos en la calle pero con estrategia, es votar como táctica y nunca abandonar nuestro papel racional y firme de guerreros, juntos vamos a salvar a Venezuela.

Radicalizarse es perder el norte. Sigamos firmes hacia la liberación de Venezuela.


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