miércoles, 11 de noviembre de 2015

Sombras y luz

Cogito ergo sum-.  Su Santidad Juan XXIII dijo alguna vez que "si Dios creó sombras es para destacar mejor la luz", con esta sencilla y hasta obvia aseveración el Santo Padre nos indicaba que por todo mal existe un bien que resalta en la candidez de la bondad del ser humano.

Existen algunos pensadores y filósofos, los cuales he leído, que muestran su rostro negativo ante el potencial del ser humano o por el contrario lo magnifican creando de éste el mencionado ”súper hombre”.

Todo ser humano tiene en su interior luz y oscuridad. En cada uno de nosotros habita un ángel y un demonio. Es con nuestras acciones, decisiones y omisiones que permitimos que uno u otro salgan y dominen nuestra existencia.

Cada vez que sobreponemos la materia sobre el espíritu, cada vez que somos presas de las pasiones y los arrebates dejamos que las sombras que yacen dentro de nosotros se expresen a toda su plenitud.
En otras ocasiones tenemos miedo de mostrarnos compasivos, caritativos y bondadosos por el terrible y paralizante miedo a que “nos hagan daño”.

Tenemos que repetir aquello que San Juan Pablo II nos afirmó hace unos pocos años atrás “no tengáis miedo”.

Debemos huirle al temor a querer, al miedo de vivir con amor y compasión. Sí, podemos ser heridos por quienes menos esperamos, pero también seremos consolados, cuidados y mimados por un Dios que es misericordioso y que siempre recompensa a aquel que obra de buena voluntad.

La oscuridad del mundo en ciertas ocasiones se convierta en moda, en cultura y forma de concebir la vida. Por eso en la Alemania Nazi la atrocidad fue ley y en la Unión Soviética el silencio de sangre era “vivir en revolución”.

Cuando el mal se expande con el rigor falso de la condescendencia, cuando somos reos de un modernismo que se confunde en antivalores y desdén hacia la familia, el amor y el prójimo nos percatamos que las sombras que mora dentro de nosotros se abre espacio.

Y cuando vemos con fraternidad a nuestros vecinos, cuando extendemos nuestra mano amiga, cuando damos lo que nos falta, en vez de lo que nos sobra como afirmase el Papa Francisco en sus alocuciones, podemos afirmar que Dios actúa a través de cada uno de nosotros.

El egoísmo materialista, la limosna hipócrita y el discurso repleto de palabras y vacíos de obras son parte de la falsedad de aquellos que suelen disfrazarse para confundir y engañar.

En estas líneas quisiese invitarles a todos ustedes que gentilmente se toman un instantes para leerlas, para que reflexionemos juntos sobre nuestro rol como hijos, padres, amigos, vecinos, ciudadanos y que asumamos las responsabilidades que cada uno de nosotros tenemos para convertir a nuestra sociedad en un mundo de luz.

¡Sí! Las sombras nos indican que existe la luz, gracias a éstas podemos agradecerle a Dios lo bueno de la claridad y el amor.

Los venezolanos hemos vividos casi 17 años de oscuridad, es hora que pensamos y analicemos el cómo y para qué deseamos regresar a la luz.


Luego de esta experiencia vivida debemos valorar a esa Venezuela que fuimos y luchar para posteriormente cuidar a ese país que vendrá cargado de la iluminación del renacer. 

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