martes, 5 de mayo de 2015

Sin dirección política

Cogito ergo sum-.  La situación política venezolana es aguda, más allá de los problemas estructurales del Estado nacional, de la crisis económica generada por una cadena de yerros que se han cometido bajo un paraguas de revolución, existe el vacío de una coherente, efectiva y decidida conducción política.

Somos millones los venezolanos que anhelamos un cambio para bien en el país, incluso sectores dentro del oficialismo están apostando a una transformación en la guía de la república o por lo menos a una rectificación en la conducción de los asuntos públicos.

La escasez de alimentos, medicinas, repuestos, y paremos de contar las cosas que han desaparecido del mercado nacional, igual que la inseguridad y la inflación son productos de la carencia de una dirección política que vele por el interés común y no simplemente por sus apetencias mezquinas.

Ante esta situación observamos una preocupante acefalía política. En el seno del oficialismo es más que sabido que el presidente Nicolás Maduro no ha satisfecho las expectativas de las bases de su organización y cada vez es más resaltante el poco entusiasmo que despierta en un núcleo que se siente huérfano.

Al otro lado de la calle, los factores de la oposición luchan  por la conquista de un liderazgo sin percatarse que la puja fratricida  está causando un daño tremendo a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) a la alternativa democrática en general.

La lucha por el liderazgo demócrata devela una clara realidad. La multiplicidad de liderazgos en la MUD dibuja que no existe en verdad un líder que asuma las riendas y la direccionalidad de la gran mayoría de la oposición.

Este pueblo, aquí debo aclararlo, es consciente de lo que quiere y cómo lo quiere, no obstante todos los movimientos sociales del mundo necesitan una cabeza que permita la agilización de los procesos.
La mismísima revolución francesa, en medio de su alocada lucha de “igualdad”  y sus frenéticas ansias de destrucción, parió de sus entrañas sociales liderazgos  que en diferentes etapas le dieron conducción a aquella agitada época de la historia universal.

La gran diferencia entre la acefalía de liderazgo de la Mesa y del oficialismo, es que de la primera puede surgir una voz que pueda cohesionar la necesidad imperiosa de unidad y de cambio que se empieza a respirar en todos los rincones de la república.

En cambio, en el seno del oficialismo se está viviendo un proceso de desilusión masiva, de desesperanza y temores que se evidencia en una lenta y paulatina desbandada de apoyos sociales en todos los estados de Venezuela.

Sé que más temprano que tarde nacerá o surgirá del seno de la alternativa democrática un conductor que lleve al país hacia un destino distinto al cual nos dirigimos en este momento.

Estoy convencido que en la medida que el proceso de represión en el país se agudice, con la misma velocidad con que quienes están en el poder pretenden cercenar los derechos de los ciudadanos, con esa misma rapidez el pueblo moldeará un conductor y organizador capaz de guiar a la nación.


¡Sí, tenemos mucho futuro! ¡Sí, somos capaces de avanzar y crecer!

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