miércoles, 31 de octubre de 2012

El presidente paracaidista


Cogito ergo sum-.  Los venezolanos no podemos olvidar que tenemos un Presidente de la República que es paracaidista, que por años se entrenó en el arte o en la ciencia de caer bien en algún sitio preciso que dicta el esquema bélico o la táctica del momento, por eso no es extraño que hoy sus candidatos en las regiones sean de la misma circunstancia.
Los paracaidistas del presente no tienen nada que ver con aquellos paracaidistas que con uniformes verde oliva, con las caras pintadas, y las boinas rojas  intentaron tomar a la fuerza el Palacio de Miraflores aquel 4 de febrero cuando amaneció de golpe. Los de hoy son distintos son de franela carmesí, de discursos totalitarios y recién llegados a territorios “hostiles”, de los cuales no hicieron ni siquiera un análisis previo del terreno.
Los abanderados del oficialismo son paracaidistas sociales, recién llegados, forasteros políticos e invasores dentro del mismísimo partido de gobierno en las regiones, porque una cosa es ser líderes caraqueños o ¿nacionales? y otra, muy distinta, es venir a imponer ideas, criterios, posiciones y pisotear en los estados los natos voceros de las organizaciones políticas.
El paracaidismo político, nueva praxis social de la vida pública, que sin duda alguna empezó a dar sus primeros pasos en la mal llamada cuarta república, pero que consiguió el caudal de su expansión y crecimiento en el socialismo del siglo XXI, debe entenderse como la modalidad de trasladar pensamiento, pasado, y hasta partida de nacimiento de un estado a otro para beneficiar algún candidato del partido en el gobierno.
Nuestro presidente paracaidista, quien según cuenta se ufanaba en sus tiempos en el Ejército de ser un buen  saltador, ¿será por ello que desde la campaña presidencial viene aupado a que varios dirigentes políticos empiecen sus carreras de paracaidistas saltando talanqueras?, se nos presenta con un equipo de bates quebra’os en las regiones, de candidatos que no representan la esencia regional, sino que son hijos legítimos del centralismo opresor y de la mayor acumulación de poder político desde los tiempos del benemérito Juan Vicente Gómez.
Estoy totalmente seguro que los anzoatiguenses, como los tachirenses, guariqueños, trujillanos, y paremos de contar por la lista de estados invadidos por candidatos extranjeros es demasiado larga, no se calarán que estos impostores de liderazgos, éstos creyentes de escapularios ajenos,  se conviertan en virreyes del socialismos del siglo XXI, en enviados de Miraflores para terminar de imponer una visión sectaria, totalitaria y antidemocrática de la vida nacional.
Aquí en Anzoátegui Aristóbulo quien es el peor en calificación entre todos los candidatos impuestos y forasteros del oficialismo, sólo aventajado por el ya descabezado Hugo Cabezas,  es sinónimo derrota, porque como ya vienen diciendo a través de las redes sociales “cada Aristóbulo tiene su Antonio”.
Les auguro a la mayoría de los invasores electorales, a la mayoría de los candidatos visitante o turistas que tendrán un final triste, que poseerán en su currículo vitae un revés histórico, porque entenderán que una cosa es trasladar a un candidato y otra muy distinta es hacer trasfusiones de liderazgos y endosos de votos.

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