lunes, 2 de noviembre de 2020

Leopoldo

 José Dionisio Solórzano


Hace unos días leí en un grupo de Whatsaap a un temerario opinador de celular comparar a Leopoldo López con Don Rómulo Betancourt, lo cual me pareció exagerado y demasiado abusivo; pues, la pretensión del símil buscaba resaltar que el fundador de Acción Democrática se marchó a un exilio para regresar al país para ocupar la silla de Miraflores, sin embargo – creo profundamente – que Leopoldo no llegará a sentarse en la deseada butaca del despacho presidencial.

Y ¿por qué lo digo? ¡Fácil! Su presencia política ha ido cayendo en la opinión de millones de venezolanos. Leopoldo López – en su momento – estuvo en una alta estima nacional, parecía el líder de una nueva generación de políticos venezolanos y una mezcla de inhabilitación, malas decisiones y sectarismos lo han llevado a ser uno más del montón.

Hugo Chávez empezó la minimización de Leopoldo López cuando le cerró el camino a la Alcaldía Mayor de Caracas – espacio que fue ocupado por Antonio Ledezma – luego, no logró ser el candidato presidencial en el 2012 – y ese rol lo desempeñó un Capriles que lo desplazó en el imaginario popular como el «joven héroe» – y por último el cóctel de «La Salida», su encarcelamiento y el tutelaje al gobierno de Guaidó lo terminó de neutralizar en el aprecio popular.

¿Quieren más detalles? ¡Bueno! Cuando se planteó «La Salida» con aquello de «el que se cansa pierde» muchísimos venezolanos tomaron las calles a protestar y muchos fueron agredidos, muchos aún se encuentran presos, y unos perdieron la vida. Y todo para ver como Leopoldo López lo llevaban preso y oír a Lilian Tintori – su esposa – hablar bien de Diosdado Cabello.

Luego, podemos recordar las imágenes de una Lilian protestando frente a Ramo Verde porque Leopoldo estaba incomunicado, tiempo después ella misma aparece embarazada. ¿Entonces? Hay opciones: Le pegaron cacho a Leopoldo, fue un prodigio del Espíritu Santo o Lilian si tuvo contacto íntimo con su señor esposo, lo que no tiene nada de malo, salvo el espectáculo que ambos montaron.

Con la aparición de Juan Guaidó en el panorama político – en los primeros días del 2019 – pareciera que el país estaba entrando en un nuevo proceso, con nuevos rostros e ideas frescas; sin embargo pronto nos percatamos que Leopoldo López movía los hilos detrás del joven diputado proclamado presidente de la transición.

Los hechos del 30 de Abril – cuando el golpe de opereta sobre un distribuidor – solo sirvió para liberar a Leopoldo López y protegerlo en la Embajada de España, es decir, otra decepción para millones de venezolanos.

Ahora, luego de toda esta cadena de desaciertos – de buenas a primeras – Leopoldo López, según mi opinión con ayuda del gobierno o de una fuerza muy poderosa, burla vigilancia policial, restricciones de vuelo y pandemia, para llegar a España y encontrarse con su familia, lo que significa que nos dejó a nosotros metidos en el candelero mientras él se acomodaba en un piso madrileño.

¡Señores! Leopoldo en España hará lo mismo que hizo libre o encarcelado en Venezuela, es decir, nada que nos salve, a nosotros los venezolanos, de esta tragedia que vivimos.

Pensar en que «Leo» hará algo, es pecar de ingenuos.

Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso.

 

 

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