lunes, 20 de enero de 2020

¡Sálvese quien pueda!


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. Cuando el barco está a punto de naufragar por completo, siempre se escucha una vez que se impone ante la gritería que dice: ¡Sálvese quien pueda! y justo allí el caos termina de controlar todo el escenario.

Venezuela vive ese ¡Sálvese quien pueda! la ciudadanía hace lo que puede para resistir la realidad política, social y económica; los comerciantes por su parte abusan de la realidad arrebatándole a los venezolanos sus pocas entradas, los industriales siguen haciendo sacrificios para mantener sus empresas abiertas y en producción, y los políticos siguen sumergidos en un océanos de incidentes, sucesos y hechos  confusos o anárquicos.

Ante la rutinaria, y hasta ritual, pregunta de ¿cómo ves la cosa? No queda más remedio que contestar: ¡Jodida!

Políticamente la anarquía domina todo. Tenemos tres poderes legislativos: La Asamblea Nacional de Juan Guaidó, la Asamblea Nacional de Luis Parra, y la Asamblea Nacional Constituyente de Diosdado Cabello.

Venezuela tiene dos presidentes, un Nicolás Maduro que persiste en el Palacio de Miraflores y con control de las Fuerzas Armadas, y un presidente reconocido por más de 50 naciones en el mundo, y con aval de Estados Unidos y la mayoría de la Comunidad Europea como es Juan Guaidó.

Tenemos dos TSJ, uno en manos de Maikel Moreno y otro que se encuentra en el exilio. Tenemos dos Fiscales Generales de la República, a Tarek Williams Saab, y a una Luisa Ortega Díaz que desde el exterior sigue ordenando investigaciones y declarando como si aún poseyera el cargo.

Simplemente ¡Caos! Desde el punto de vista económico tenemos dos realidades, los sueldos y salarios en un raquítico bolívar que no alcanza para nada y el costo de los bienes y servicios totalmente dolarizados.

Somos un país plenamente contradictorio, por un lado infinidades de ciudadanos que no tienen que comer, y por el otro los bodegones, la nueva moda económica  del país, repletos de comida y con clientes gastando en divisas.

Tenemos niños que se acuestan sin comer, mientras vemos los restaurantes más costosos del país repleto de personas comiendo y bebiendo extraordinariamente bien. Este es el caos que vivimos los venezolanos, la distorsión económica que nos convierte en una nación con la mayor diferencia social del mundo.

Pareciera que el pensamiento socialismo del siglo XXI el cual esbozaba los principios de igualdad entre los ciudadanos, ha concretado lo diametralmente opuesto. Ha creado, por la vía de los hechos, la mayor división y/o brecha entre ricos y pobres.

Y en medio de esta abrupta separación  económica y en medio del desastre de poderes públicos naciones, los venezolanos tratan de salvarse, cada quien, como puede.

Unos optan por emigrar, otros prefieren jugárselas aquí. Unos se reinventan, otros juegan con las necesidades de sus hermanos, y sin embargo la mayoría de los venezolanos aún  no quieren dar su brazo a torcer, y a pesar que esta embarcación llamada Venezuela viene haciendo aguas, ellos siguen remando hasta llegar a tierra firme. 

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!









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