jueves, 23 de agosto de 2018

Detrás del poder


Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  La historia nos ha enseñado que existen cuatro perfiles de “poderes detrás del trono”. Porque el poder no lo da el cargo, sino la influencia y la capacidad de toma de decisión en medio del escenario político. En muchas ocasiones quienes menos aparecen en la palestra más poder poseen.

Y ¿Quiénes son estas personas detrás del “trono”? Son aquellos personajes que en pocas oportunidades salen en las páginas de los libros, pero que durante su tiempo movieron los hilos de la política.

Existen varios perfiles de estos actores de la política. Primero está en asesor espiritual.

Sí, hay muchos casos en que aquellos que se dedican a las almas, a temas esotéricos y reflexivos se convierten en los gestores de las políticas de naciones, imperios y reinos.

En Francia el mejor ejemplo de esta casta de poderes ocultos es el Cardenal Richeliú, muchos lo conocerán por ser el malo del clásico literario los “Tres Mosqueteros”, pero más allá de esto, este sacerdote se convirtió en el hombre fuerte en tierras galas.

No se movía una paja en tierras francesas sin que el cardenal lo supiese, el poder que llegó acumular fue enorme, y decidió tanto la política interna como externa de aquel reino.

Otro ejemplo de este tipo de asesores es Rasputín. El “monje loco” se transformó de la nada en el consejero de los zares de Rusia. Su influencia en la familia real fue tal que causó la envidia de más de un aristócrata en aquellas tierras frías previo a la Primera Guerra Mundial.

En la Argentina tenemos el caso de José López Rega el llamado “Brujo de Perón”.

Otro tipo de asesor político es el comunicacional. Sí, periodistas, comunicadores, psicólogos, y publicitas, han sido en reiteradas ocasiones los hombres del poder detrás del trono.

En muchas oportunidades en los anales del pasado, encontramos a personas que han dedicado su vida a trabajar la imagen de los hombres públicos, haciendo su trabajo de forma tan excelente que se convirtieron en factores indispensables en el manejo de aquellos que a su vez manejaban el poder.

El mejor ejemplo de éstos, es Joseph Goebbels, el propagandista de Adolf Hitler.

Tenemos, también, el caso de los espías. Si la inteligencia ha sido factor esencial para la política. Desde los días de Roma, el saber qué hacen tus enemigos y monitorearlos constantemente es una necesidad de aquellos que gobiernan.

En Francia fue Fouché, el genio tenebroso, y en la Venezuela de Marcos Pérez Jiménez fue Pedro Estada. 

El asesor policía siempre ha sido una constante, sobre todo en los gobiernos más temerosos de perder su capacidad de mando. Mientras más deudas tienes pendientes, más temes perder el poder.

Ahora bien, ya hemos visto al asesor religioso, comunicacional y policial o de inteligencia, y el cuarto es el asesor político. Y ¿Quién es éste? Puede ser el mentor ideológico del movimiento, el inspirador intelectual o, el operador habilidoso que se destaca por sus capacidades.

En torno al intelectual tenemos el caso de Laureano Vallenilla Lanz, quien a través de su “Cesarismo Democrático” le dio base filosófica, ideológica y sociológica a la dictadura de Juan Vicente Gómez en nuestro país, y desde la órbita de la política diaria podemos citar el caso de Charles Maurice de Talleyrand en la vida pública francesa napoleónica.

En conclusión, no se fíen en quien luce sentado en la silla del poder, a veces es menester detallar quien se encuentra detrás de éste.

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