martes, 17 de abril de 2018

Dios, Venezuela y el Trabajo


Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  ¿Qué ha logrado el socialismo en casi dos décadas en el poder? Su herencia es una estela de hambre, corrupción y antivalores sembrados en diversos espacios de la sociedad venezolana.

El socialismo procuró crear un sistema de hombres represados y proclives a arrodillarse por un mendrugo, su objetivo del "hombre nuevo" no es otra cosa que un modelo de esclavo a la usanza de tiempos remotos.

Esta visión de sociedad ha llevado a convertirnos en un pueblo en peregrinación por el mundo, a una sociedad corroída por la necesidad, sumida en un comportamiento egoísta carente de cualquier principio de solidaridad y empatía con el prójimo.

El concepto de trabajo, como acción liberadora y dignificante, perdió su valor real y fue reemplazado por la práctica inmoral del mendigo profesional. La dádiva reemplazó al goce de la recompensa por la labor bien realizada.

Y, hasta Dios fue manipulado y atacado por el socialismo. Desde las altas cumbres del poder se ha atacado la fe cristiana, las iglesias católicas y los sacerdotes han sido objetos de agresiones por parte de un sistema político ateo.

Los valores de la cristiandad han sido vilipendiados o tergiversados para el beneficio de un pensamiento político. Intentaron crear una neoreligión donde Hugo Chávez fuese un dios pagano adorado por la feligresía de los revolucionarios.

El socialismo destruyó todo lo que habíamos construido como nación a lo largo de 200 años de historia. Sus representantes y defensores incluso han apostado a la división del país al permitir que el invasor guyanés nos arrebate nuestro Esequibo.

El socialismo es una tesis realmente apátrida porque defiende más intereses foráneos, de creencias etéreas y políticas "universales", antes que los intereses nacionales y las conveniencias patrióticas. Es por eso que permitieron el avance de Guyana en el Esequibo y por esa misma razón entregaron nuestros recursos naturales a los cubanos y chinos.

¿Y luego de este desastre qué hacer? Es hora que un sentimiento realmente nacionalista se apodere de nuestra sociedad, que el venezolano valore nuestras raíces socioculturales y las defienda por encima de todo riesgo y opresión.

Debemos colocar a Dios como nuestra bandera, marchar por Venezuela y rescatar los valores tradicionales, aquellos que alguna vez nos convirtieron en líderes de América Latina y del Caribe.

Tenemos que volver a ser los libertadores que fuimos, la gran nación emblema del sur del continente. Y, cada vez, estoy más convencido que lo podemos hacer, que cada uno de nosotros tiene el potencial necesario para transformarse en un libertador de Venezuela.

El país necesita de hombres y mujeres que se despojen de sus pasiones e intereses particulares y piensen en el todo nacional, que sean más solidarios, más comprometidos y más firmes en el propósito de regresar a Venezuela al sitial que se merece como emblema latinoamericano.

Debemos luchar por Dios, Venezuela y el trabajo. ¿Y por qué por esta trilogía? Porque Dios es la mayor inspiración para todo hombre devoto y fiel a la religión de nuestros padres.
Frente al grito de "Patria, Socialismo o Muerte" o de "Chávez vive, la lucha sigue" nosotros debemos responder con: "Viva Cristo Rey".

Dios es nuestro general, en una lucha política y sobretodo espiritual.

Tenemos que rescatar a la Venezuela que perdimos, ese grandioso país que desbastaron las políticas despilfarradoras y corruptas de un socialismo engañoso y soez. Y, para obtener a esa nación maravillosa debemos repotenciar al trabajo no como obligación sino como dicha del hombre que con cada jornada se ennoblecen como ciudadano.


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