martes, 21 de noviembre de 2017

Malestar social

Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  “Señores, el pasaje es a 700 bolívares así digan lo que digan. Y chillen lo que chillen”, así un colector de un autobús de la ruta Puerto La Cruz-Barcelona trataba a los usuarios que entre empellones se esforzaban en abordar la unidad de trasporte público.

Y mientras esto ocurría en medio de una calle, donde el chófer del bus se mal estacionó, arriba de la acera, justo al frente de un cajero se escuchaban otras expresiones.

“Malaya sea este gobierno. Ya se acabó la plata dentro del banco y en estos cajeros. Es que nos quieren matar de hambre y por la escasez de efectivo”.

Un poco más allá, en la parte trasera de un lujoso restaurant, una familia, integrada por papá, mamá y unos tres hijos, se echó desesperada contra unas bolsas de desperdicios que recién habían sacado de las instalaciones del centro de comida.

Rompían lo que se interpusiera entre ellos y el contenido de aquellas bolsas, y se llevaban a la boca todo aquello que parecía comestible y que pudiera pasar por sus gargantas.

A su alrededor pasaban parejas, y personas en solitarios que se rehusaban a detallar la dantesca escena y otros que asombrados  cuchicheaban mientras le lanzaban furtivas miradas.

Así fue transcurriendo aquel día, que puede ser cualquiera en estas jornadas en medio del caos que padece  nuestra amada metrópolis.

Es el hambre, la inflación, la carencia de efectivo los problemas que se van agudizando en la medida que avanzan los días y diciembre empieza a tocar la puerta de miles de familias que no saben qué hacer con las festividades.

Otro de los aspectos que se escuchen en las calles de Puerto La Cruz y Barcelona es el miedo existente entre los venezolanos ante el inminente incremento de la delincuencia.

“Ya viene diciembre y ahora sí que vamos a ver robos por todas partes. Los malandros vendrán a buscar sus estrenos y regalos de navidad a costilla de nosotros, los trabajadores”, frases así se repiten en las colas de las panaderías y de las entidades bancarias.

Otro comentario típico, e inclusive repetitivo, es aquello de que “esto no lo aguanta nadie vale”.

El malestar social se extiende por todos los rincones de nuestra área metropolitana. No he escuchado ni a una sola persona que se refiera de forma positiva al desempeño del gobierno o que muestre esperanzas con relación a lo que estamos viviendo.

Otro de los aspectos que más encoleriza y/o los entristece a los venezolanos es que para cada vez más connacionales estás serán unas navidades incompletas.

Sí, unas navidades mochas. Y no por la carencia de las hallacas, que serán muy difíciles de hacer este año, o por la ausencia del pernil o del pan de jamón, ambos se encuentran impagables, sino por la separación de las familias.

Hermanos que se han ido, hijos que han buscado mejores expectativas en otros países. Esta separación es lo que más causará molestia a los venezolanos.

Aunque el éxodo nacional lleva varios años, en los últimos meses el incremento de partidas se ha disparado de forma sorprendente y escandalosa.

 Todo este escenario dibuja una realidad que le puede explotar al régimen de un momento a otro.


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