miércoles, 1 de marzo de 2017

Modas peligrosas

Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  “Los que abandonan la tradición de la verdad no escapan hacia algo llamado libertad. Sólo escapan hacia otra cosa que llamamos moda”, así lo dijo Gilbert Keith Chesterton.

Las modas, además de pasajeras, son sumamente peligrosas y más cuando nos referimos a modas sociales o políticas.

Hace 18 años inició una “moda” en el continente, con el arribo de Hugo Chávez al poder se extendió por Sudamérica una tendencia “revolucionaria” de cambios sociales que se hizo, primero eco y después gobiernos en gran parte de nuestra tierra continental.

Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, muchos países del Sur y Centro de América fueron presas de esta moda social que parteó una de las etapas más grises de nuestra historia hermanada.

La moda de la izquierda se hizo más fuerte que nunca; andar por las calles con una camiseta con un “Che” Guevara pintado en el pecho era la tendencia, era lo bueno y lo que daba prestigio.

Había regresado, para esos días, la moda que en la década de los 60 también contagió como fiebre demencial a muchas de la juventud de entonces.

La gran diferencia es que la izquierda de los sesenta no llegó al poder, pero su nueva versión si lo hizo con consecuencias nefastas para nuestros pueblos.

La persecución política, la grosería popularizada e institucionalizada, el miedo, el cercenamiento de libertades públicas, el acoso y la sistemática opresión hacia a aquel que piensa diferente, se transformaron en prácticas extendidas, aceptas, imitadas y, sálveme Dios, hasta respetadas por los diversos gobiernos del continente.

La moda del bravucón de barrio voceando consignas anti-imperialistas, reviviendo frases de la guerra de la guerrilla, resucitando entre los muertos el Muro de Berlín y la extinta Unión de Repúblicas Socialistas y Soviéticas (URSS), simbolizó el pandemónium desatado.

Los venezolanos, argentinos, ecuatorianos, brasileños, uruguayos, bolivianos, y en menor medida colombianos, peruanos y paraguayos, se hicieron eco de esta tendencia escalofriante, y permitieron que la izquierda cargada de revanchismos absurdos, de odios enquistados de antaño, de retaliación oxidada por el tiempo, accediera al poder.

Hoy, todos los países están viviendo la amarga experiencia, y la obscena consecuencia, de esta “moda” política que a veces trajeó con saco y corbata, en otras con uniforme militar y boina roja.

Fue una “moda” peligrosa para nuestros pueblos, y a pesar que su presencia se minimiza en el mundo americano, persisten vestigios cancerígenos en el poder.

Sigue Nicolás Maduro en Miraflores, el llamado “correismo” tiene  esperanzas, aunque cada vez menores, de retener el coroto en Ecuador.

Todos los pueblos de América Latina, y sobre todo el venezolano, tiene que aprender la lección de esta “moda”.

La antipolítica, la izquierda revanchista y destructora, el militarismo a la cubana, tienen que ser recordado en su dimensión caótica y aniquiladora que estamos aun padeciendo.

¡Cuidado con las modas! Cuidado con la anti política militante y enemiga de las ideologías, pero éstas son parteras de caos históricos.


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