martes, 7 de marzo de 2017

Dios, oración y combate

Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  “Sólo una relación real con Dios (oración) nos da la fuerza para vivir intensamente todos los acontecimientos, especialmente los más dolorosos”, Papa Benedicto XVI.

Lo reafirmo en este artículo, Venezuela es el escenario de un combate sin cuartel, de una batalla política, social, ideológica, y aunque muchos lo pongan en duda, es el campo de enfrentamiento de una puja espiritual.

Desde el arribo de Hugo Chávez al poder, se inició un proceso de eliminación de la cultura cristiana en nuestro país.  Durante mucho tiempo, el principal vocero del Gobierno atacó con todo su verbo a la Iglesia Católica, e inclusive coqueteó cínicamente con los hermanos separados, los evangélicos, para crear y profundizar la división entre los cristianos.

Durante el período quien fuese presidente de Venezuela arremetió contra Obispos, Cardenales e inclusive el mismo Papa, Chávez hasta maldijo al pueblo de Israel; llanamente fue un proceso de anticristianismo profundo y extendido.

Chávez unos días se decía católico (para en sí atacar a la Madre Iglesia) y en otras ocasiones se presentaba como protestante, todo en un universo de confusión y división que le facilitaba su empeño de aniquilamiento de la cultura cristiana nacional.

Durante este tiempo vimos como los ataques a la Iglesia y a sus representantes se fueron agudizando y radicalizándose, las tomas de cámara de templos católicos atacados y de imágenes de la Virgen manchada y rota, formaban parte del arrebato de ira del mal, apoderado del gobierno en contra de la fe.
En el marco de este proceso de anticristianismo militante, se dieron cabida y libertad a una serie de expresiones religiosas o seudo-religiosas que pretendía, y aún pretenden, reemplazar la fe cristiana entre nuestro pueblo.

El fervor hacia credos plenamente ajenos a nuestra cultura cristiana, e inclusive divorciada en tiempo y espacio de las antañas creencias  de los pueblos originarios venezolanos, fueron ganando terreno por la práctica que protagonizaron y auspiciaron desde el mismísimo Palacio de Miraflores.

Y después de fallecido Chávez, desde la cúpula del poder se buscó, con un evidente fracaso, crear en torno a éste una nueva fe, religiosa y dogmática. Prácticamente se planteó la construcción de la teología de la revolución.

El “credo de la revolución”, el “Chávez nuestro”, e inclusive la fabricación de un rosario con la faz de Hugo Chávez y Fidel Castro se compaginaban con la nueva terminología de “Comandante Supremo” y “El Eterno”, todo enfilado a constituir del chavismos una religión blasfema y anticristiana.

Y hoy, la lucha religiosa sigue su curso.

Quienes se hacen llamar revolucionarios, continúan en la misma premisa comunista de otrora, ellos quieren la destrucción de la Iglesia Católica, como símbolo de fe cristiana, y también la expresión de todas las iglesias evangélicas o protestantes.

Por algo, el régimen venezolano se siente tan ajusto defendiendo a todos los movimientos fundamentalistas.

Ante a esto, los cristianos tenemos que tener más confianza en Dios que nunca, orar y rezar con más fuerzas y no descuidar  el frente espiritual en este combate por Venezuela.



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