miércoles, 3 de agosto de 2016

Tres grupos

Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-. Los más recientes cambios ministeriales nuevamente revelan lo que hemos venido conversando en esta columna: Existen varios grupos en plena pugna por el poder interno en el oficialismo.

Cada vez más Nicolás Maduro tiene que entregar parcelas de poder para sostenerse en su tambaleante régimen.

La caída de Miguel Pérez Abad pudiera obedecer a esta vorágine política que atraviesa el Ejecutivo nacional y por ende el Partido Socialista Unido de Venezuela.

El empresario no respondía a los grupos ortodoxos de la izquierda, los cuales lo veía con recelo, y tampoco estaba entre los “amigos” de la logia militar que se ha ido enquistando en el poder nacional.

La designación de Néstor  Reverol  como nuevo titular de la cartera de Interior y Justicia de Venezuela, no sólo busca “protegerlo”, como lo denunciase el diputado Ismael García, sino que es parte de los juegos de poder que existen dentro del Gobierno.

Los militares día con día ocupan más y más espacios de poder en medio de un régimen que se está desvaneciendo y desmoronándose desde el punto de vista de simpatías entre la Opinión Pública.

Los militares, con Vladimir Padrino López a la cabeza, están tomando las más importantes posiciones en el Ejecutivo.

Los civiles, no importa en qué grupo cohabiten, están siendo minimizados desde el punto de vista del poder político como del operativo.

El vicepresidente Aristóbulo Istúriz, por lo menos hasta el momento de redactar esta columna, ha hecho mutis en torno a las últimas decisiones.

El exgobernador de Anzoátegui, exministro de Educación y factor importante dentro del Psuv ve como se le escurre el poder entre los dedos.

Vemos como el grupo militar aniquila políticamente a los izquierdistas tradicionales, así como el denominado “chavismo originario” también se encuentra  fuera del cuadro de poder.

Mientras tanto en la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello se atrinchera y busca alianzas internas que le permitan retomar el poderío que alguna vez amasó.

Por último, la realidad que rodea a Nicolás Maduro es  muy triste.

Los militares presionando desde los cuarteles, y conquistando  espacios de mucho poder. Los “chavistas originarios” calificando a su gestión como “nefasta” e inclusive como “traidora” al legado de Hugo Chávez, y tercero el grupo que él dirige golpeado, y adolorido.

¿Tiene futuro un Gobierno así? Aunque, a pesar de las diferencias, ninguno de los tres grupos quiere perder el poder, la situación lleva al régimen a un colapso total de sus estructuras políticas y partidistas.

Y, todo esto sin abordar el tema de a aquellos que sí quieren ver caer el régimen, como única salida posible para “salvar al chavismo”.

Al final, usted y yo apreciado lector, tenemos que sentarnos y ver como cae el telón en esta obra que llaman: Gobierno Rojo.

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