martes, 28 de octubre de 2014

Márgenes estrechos

Cogito ergo sum-. Quisiera, en las próximas líneas, realizar un recorrido por los últimos resultados electorales que se han acaecidos en nuestro tan convulsionado continente.

Más allá de las alharacas que se han prendido desde las trincheras de la izquierda continental, hay que hacer una serie de análisis de lo que está aconteciendo en el movimiento del voto latinoamericano.

Por un lado recordemos que Dilma Rousseff se impone en la segunda vuelta en la nación carioca luego de un apretado resultado electoral contra el socialdemócrata Aecio Neves. La presidenta brasileña alcanzó el 51,6% sobre el 48,3% de su oponente, nada parecido a las victorias aplastantes del pasado.

Rememoremos que anteriormente se presentaron los reñidísimos comicios de El Salvador donde el candidato oficialista de izquierda, Salvador Sánchez Cerén, sumó el 50.13% frente al 49,87% del abanderado del partido ARENA, Norman Quijano.

En Colombia a pesar que el candidato del uribismo, Oscar Iván Zuluaga, venció la primera vuelta no pudo mantener su supremacía en el balotaje donde cayó ante el presidente Juan Manuel Santos, con una diferencia de 54% al 45%.

A pesar que en el caso neogranadino la izquierda formal estuvo siempre sin oportunidad real, se ha denunciado que las fuerzas de la guerrilla realizaron presiones de toda índole para beneficiar al aspirante reeleccionista.

¡Ahora bien! Llegamos a Venezuela, todos sabemos que el 14 de abril del 2013 se efectuaron las últimas elecciones presidenciales en nuestra nación, donde la duda cubrió con su manto los resultados arrojados por el tan vapuleado Consejo Nacional Electoral.

En esa oportunidad Nicolás Maduro se midió con para entonces representante de las fuerzas de la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Henrique Capriles, el resultado oficializado fue de 50,61% de los votos para el aspirante gobiernero y un 49,12% para el candidato de la alternativa democrática.

Todos estos resultados con márgenes tan estrechos dieron como resultado la victoria de los representantes de los movimientos de izquierda, no obstante hay varias consideraciones que debemos detallar.

Primeramente las avalanchas de votos de los factores socialistas ya no existen, los pueblos se han percatado, porque han vivido en carne propia, los embates de las pésimas administraciones de los abanderados de ese pensamiento político y segundo porque social, económica y políticamente el modelo de nación que ellos encarna está agotado.

También tenemos que percatarnos que, obviando el caso del triunfo arrollador de Evo Morales en Bolivia, los izquierdistas siempre vencen, o por lo menos últimamente, con un sospechosísimo margen estrecho.

El caso de Brasil, Venezuela y El Salvador se nos presenta extraordinario y realmente dudoso, porque es increíble ver como los electores se han movido vertiginosamente hacia un cambio sin poder coronarlo en su totalidad.

Tenemos que reflexionar sobre la razón porque los factores democráticos de Latinoamérica no terminan de afianzarse como una mayoría en las diversas naciones, y también se debe analizar la caída abrumadora de la izquierda ante liderazgos corroídos, famélicos y oxidados.


Estamos cada vez más cerca en Venezuela, como en el resto del continente. ¿Desmayar ahora? sería una necedad sin perdón alguno. 

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