martes, 26 de febrero de 2013

Vesánica realidad


Cogito ergo sum-. Todos caminan, cada quien con sus pensamientos, angustias y necesidades, así de monótona es nuestra realidad, vemos como todo ser humano va poseído por sus propias urgencias e inclinaciones, vemos como el venezolano, así preso de sus preocupaciones mundanas y cotidianas, trata de vencer en ese combate silente y permanente en el cual nos encontramos, pero en muchas ocasiones esa lucha de gladiador se intensifica y se transmuta en un caótico deslave de sinsabores cuando se une a problemas de ámbito social acumulados y que explotan sin que nadie se diera cuenta, o sencillamente, ante la mirada cómplice y a veces hasta sádica de los gobernantes.
Así nacen las explosiones sociales. En comunicaciones cuando hablamos sobre manejo de crisis siempre decimos que toda eventualidad de grandes consecuencias inicia por un detalle, por un pequeño error o descuido de nadie percató pero que generó un caos, socialmente podemos decir que las expresiones de ira popular surgen cuando esos agujeros se convierten en abismos insalvables.
En un pasaje de la historia, el General Chalbaud fue a conversar con el presidente Gallegos sobre las molestias que existían en la oficialidad de las Fuerzas Armadas en aquellos días, el mandatario contestó con un gesto para ayudar a aquél, su interlocutor, económicamente gracias a que el diálogo abordó el tema de lo poco que ganaban los representantes del Ejército, el militar disgustado se retiró y le contó lo sucedido a su compañero de armas, Marcos Pérez Jiménez y éste contestó: “Carlos, el que va a caer no mira el hueco”.
Así también le ocurrió al ex presidente Pérez quien se vanaglorió en su momento con aquellas medidas neoliberales que aplicó, donde todos y especialmente sus mismos compañeros de partido se preguntaban “todo muy bonito en el papel, pero ¿dónde queda el pueblo en todo esto?”, estas decisiones económicas sin rostro humano lo precipitaron a su debacle y ocaso político.
Todo pareciera indicar que esa historia se repite en este momento, el gobierno de facto de Maduro, Cabello y compañía, bajo la égida o tal vez del recuerdo de su jefe político, Hugo Chávez Frías, emprenden una serie de acciones totalmente anti-populares, cada vez más inhumanas que sólo buscan atornillar a éstos en el poder mientras que los venezolanos de a pie, es decir ustedes, nosotros, vosotros y ellos padecemos las hieles de la inflación, el desabastecimiento, la escasez de comida y de medicamentos, donde nosotros los ciudadanos sobrevivimos cada vez  con menos probabilidades de ganarle la batalla a la crisis, porque esta se robustece en la medida que nuestros bolsillos y cuerpos se enflaquecen.
La realidad que atraviesa nuestra nación es plena y llanamente vesánica, cruda e hiriente, los venezolanos tienen menos, mientras que un grupo selecto se va enriqueciendo a costilla de las bondades que surgen de las crisis económicas. ¿Será que los Diosdado, Maduro, Cilia, y demás representantes del Gobierno sufren para comprar harina, papel o pollo?
Los vientos alisios del cambio empiezan a soplar en Venezuela, aunque esto ha sido millones de veces escrito, argumentado, comentado y reflexionado, es una verdad hoy más que ayer, porque es el pueblo en su infinita sabiduría quien pudiera estar generando las transformaciones que necesita para alcanzar los objetivos de la superación social y humano. Lo único que pudiera ser alarmante es que esas brisas tropicales tienden a convertirse en una gran tempestad que arrase con todo a su paso.
Los venezolanos debemos tomar consciencia de nuestro rol, debemos detenernos en ese constante caminar que es la vida en este planeta, y preguntarnos ¿hacia dónde vamos?, ¿con qué fin vamos?, ¿qué encontraremos?, debemos analizar muy bien dónde estamos y hacia dónde nos quieren llevar. ¡Este es el momento de despertar!
De no responder conscientemente a lo que nos acontece en este momento aciago, lo haremos inconscientemente tarde o temprano, y mientras más tarde más dura será la explosión de la olla social; los pronósticos son muy negros para enumerarlos o argumentarlos, yo cumplo con advertir, cumplamos todos en reaccionar ya.

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