lunes, 26 de marzo de 2012

Una carta para el Vicario de Cristo

Opinión-. Con motivo a la gira de Su Santidad Benedicto XVI a Latinoamérica, específicamente a México y Cuba, me atrevo a redactar estas líneas motivado por varias razones: soy católico y como tal me llena de sumo orgullo saber que nuestro máximo guía espiritual empezó una peregrinación para llevar el mensaje de la conversión y la esperanza a dos pueblo afligidos, uno por la creciente violencia que enluta a miles de familias y el otro por la trágica suerte de poseer ya cinco décadas bajo el manto de la opresión, me mueve también como creyente la necesidad de solicitarle al Vicario de Cristo para que nos envíe a todos los venezolanos, católicos o no, un mensaje de fortaleza y de esperanzadora voluntad ante los retos que debemos afrontar en este 2012 en curso.
Sabemos que el Sumo Pontífice estará en las tierras antillanas de la Habana justo cuando el Presidente de la República venezolana estará realizando su radioterapia, como parte de la lucha que sostiene contra el cáncer que padece, sería una oportunidad para que Su Santidad le solicitará al Jefe de Estado criollo la liberación de los presos políticos que pernotan en las prisiones nacionales pagando condena el simple hecho de la disidencia o de actuar movidos por su consciencia. Sería importante para todos los venezolanos, creyentes o no, que el Papa en su misión de paz le pida a un gobernante que convalece que muestre compasión para quienes no han cometido ningún delito.
En Venezuela muchos somos católicos, somos cristianos, somos creyentes, por encima de las pequeñas diferencias que existen entre la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana y nuestras hermanas iglesias separadas, poseemos una misma creencia en Cristo Rey y en Dios Todopoderoso creador del cielo y de la tierra, por eso, sostengo que si Usted Santo Padre pudiera intervenir ante el régimen por la vida de tantos venezolanos sin libertad por razones políticas, seria sus buenos oficios agradecidos por una muchedumbre de compatriotas complacidos por su ayuda.
La Iglesia siempre ha estado al lado del pueblo venezolano, así como nuestra gente ha estado al lado de su Madre protectora. Rogamos a Dios Todopoderoso, a Jesús, el cordero de Dios, a Santa Madre María para que ilumine a Su Santidad y permita voltear su mirada hacia la pequeña Venecia, hacia Venezuela, y pueda ayudarnos a sobreponernos ante la lamentable realidad que hoy sufrimos como nación.
Padre de la iglesia, los que nacimos en esta tierra de gracia, como la llamase Colón, estamos agradecidos con Dios por semejante privilegio, pero en los últimos tiempos una nube oscura de odio y división se posó encima de nuestro amado solio, gracias a esto, hoy le rezamos a Dios Padre, al Hijo y al Espíritu Santo para que nos guíe hacia un camino de paz, progreso y esperanza. Su Santidad, Benedicto XVI, le imploramos que voltee su mirada hacia nosotros y que le rece al Supremo por nuestro pueblo, por los presos políticos, por nuestros niños, por nuestro futuro.

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