miércoles, 18 de enero de 2023

Credibilidad

José Dionisio Solórzano

Hoy a la política venezolana le falta credibilidad; es asombroso como millones ciudadanos desconfían de los actores de la vida pública nacional, y cuando hablo de todos me refiero a blancos, azules, verdes, amarillos, rojos y del resto del arcoíris político venezolano.

Millones de venezolanos – sin que hablemos de las razones puntuales – desconfían del Gobierno nacional, no creen en los planteamientos, ideas, propuestas y planes de quienes despachan desde las instituciones del Estado.

Pues, la falta de credibilidad no solo salpica a Miraflores sino al resto del aparataje institucional, lo que es gravísimo para cualquier República o Nación en cualquier parte de la bolita del mundo.

Sin embargo, las oposiciones (sí, así en plural) también poseen un peligroso problema de credibilidad, debido a que muchísimos venezolanos tampoco le creen a quienes se hacen llamar de oposición.

Por ejemplo, la pelea entre el G4 (Ramos Allup, Julio Borges y Un Nuevo Tiempo) contra Voluntad Popular, y viceversa, deja en muy mala posición a este sector de la vida política venezolana, debido a que lo que dicen y las acusaciones mutuas, desprenden una inmundicia atroz.

Las declaraciones de Leopoldo López en contra de Julio Borges, Henrique Capriles, Manuel Rosales y compañía son terroríficas, y las posiciones de éstos contra los anaranjados de Juan Guaidó no se quedan atrás.

Incluso – esto hay que decirlo – antes que prendieran el ventilador puertas adentro del ya fenecido G4 y del «gobierno de transición», ya otras voces habían denunciado la podredumbre alrededor de la «transición»; un caso de esto fue el de Humberto Calderon Berti quien hace mucho tiempo atrás expuso las cochinadas que ocurrían dentro de Monómeros.

Ahora, en la otra oposición pesó durante un lapso prolongado – y aún pesa – el calificativo de «alacranes»; quienes participaron en la llamada «Rebelión de las Regiones» y quienes le dieron el primer gran golpe político a Juan Guaidó fueron descalificados, agredidos e insultados desde los laboratorios comunicacionales del G4, y aún padecen las consecuencias de aquellos ataques.

No obstante, debido a lo sucedido en el G4, quienes participaron en aquellos eventos y más tarde conformaron la Alianza Democrática  hoy disfrutan de la reivindicación a raíz  del colapso de la política de Guaidó y compañía.

El Primero Venezuela (de Luis Parra y José Brito), la Acción Democrática (de Bernabé Gutiérrez), la Voluntad Popular (de “Goyo” Noriega) están refrescando su posición debido a que – como ellos mismos dicen – el tiempo les dio la razón.

La mejor librada en esta cadena de desatinos pareciera ser María Corina Machado, quien al no ser «alacrán», tampoco del G4 (ahora G3), ni menos haber tenido participación en el mentado «gobierno de transición», se encuentra fuera del ojo del huracán y libre de pecado.

Empero, ella posee – para algunos venezolanos – el estigma del radicalismo, el cual de cierta manera – aunque en mejor nivel – también perjudica su credibilidad pública.

Es entonces, que el país necesita personas que no solo sean honestas a cabalidad sino que transmitan esa honestidad con cada una de sus acciones.

¡Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!

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