lunes, 30 de noviembre de 2020

Trinidad es el enemigo

 Por José Dionisio Solórzano


Cogito ergo sum-. La Biblia dice «pon la otra mejilla», sin embargo ya hemos puesto las dos mejillas, el rostro y parte del cuerpo y desde Trinidad y Tobago siguen propinando «golpes» contra los venezolanos; además, la Biblia también dice aquello de «ama a tu prójimo como a ti mismo», es decir, el amor al otro no puede significar el dolor hacia nosotros, pues el amor propio va primero, recuerden eso de «a ti mismo».

¡Ya basta! Los venezolanos no podemos permitir que desde el Gobierno de Trinidad y Tobago sigan maltratando, violando, asesinando y ultrajando los derechos de los venezolanos que emigran hacia aquella isla del caribe.

Es entendible que cada gobierno defienda su país – esto lo hacen todos, salvo el venezolano – sin embargo es inaudito que el señor (si es posible decirle así) Keith Rowley califique de «invasión» o «armas letales» a los venezolanos que arriban a su país en busca de un mañana mejor.

Las agresiones sistemáticas que el gobierno trinitario ha ejecutado contra los venezolanos, su actitud cómplice alrededor de la tratas de blancas, y su violaciones de los Derechos Humanos de connacionales, debe ser vista – por cada uno de nosotros – como un ataque directo contra la venezolanidad, es decir, una amenaza cierta hacia cada uno de los venezolanos.

Rowley al deportar niños, al abarrotar de nuestra gente sus inmundas cárceles, está ofendiendo a todos los venezolanos, pues su actuación es xenofóbica, es decir, nos odia a cada uno de nosotros por la simple razón de ser venezolanos.

Frente a este peligro, ubicado a pocas millas de las costas venezolanas, el Gobierno en ejercicio en Miraflores debería alzar su voz y ponerle un coto definitivo a las acciones sádicas de los trinitarios.

Sin embargo, como siempre pasa, Miraflores no defiende a Venezuela sino a sus propios intereses, y en vez de poner en su sitio a Trinidad Y Tobago, actúan pusilánimemente, con la timidez fruto de los negocios que desde el poder se plantea alrededor al suministro de gas entre la isla de los agresores y el gobierno nacional.

Aquellos que se hacen llamar «venezolanos» y hasta se pavonean auto-titulándose «patriotas» no hacen nada mientras los trinitarios hacen y deshacen con la dignidad de los venezolanos. ¡Ya basta!

El peligro que supone la actitud del gobierno de Trinidad debería ser una oportunidad para que Nicolás Maduro, Juan Guaidó, Luis Parra, José Brito, Leocenis García, Henry Falcón, Eduardo Fernández, y todos los sectores políticos de Venezuela se unan en una cruzada por la defensa de la dignidad de Venezuela.

Incluso, nuestras Fuerzas Armadas deberían exigir una actitud más beligerante por parte del Gobierno en defensa de los venezolanos, pues la patria no solo son sus fronteras y sus instituciones, sino que es su gente y un ataque contra los venezolanos (como lo han protagonizado los trinitarios) es un ataque contra toda la nación.

Aquí todos debemos tener clara una cosa: Trinidad es nuestro enemigo.

Y si a los trinitarios se les olvida todas las cosas buenas de Venezuela y de los venezolanos, como por ejemplo cuando sus mujeres eran recibidas (luego de pasar en botes de Trinidad a Venezuela) en los hospitales de Cumaná y Barcelona para ayudarlas a parir, si se les olvida todo el petróleo, carbón y gas que han recibido de nosotros; entonces, tal vez, deberíamos mostrar que también los venezolanos podemos actuar por las malas, a ver si así no se les olvida que cuando esta nación se calienta las sabanas se queman, el mar se pica y las montañas se estremecen.

¡Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!

lunes, 9 de noviembre de 2020

Guaidó y Trump

Por José Dionisio Solórzano 



Cogito ergo sum-. En diplomacia es entendible que un presidente de un país no interceda en la materialización de las elecciones de otra nación, y más cuando se trata de Estados Unidos y que el proceso electoral está cada vez más turbio y enredado por las denuncias de fraude y resultados extremadamente estrechos.

Ahora bien, esta premisa lógica no aplica en el caso de Venezuela y puntualmente en el de Juan Guaidó, pues él debió restearse con su mejor aliado en el plano internacional, y no lo hizo.

El llamado presidente interino de Venezuela – quien se sostiene en gran medida por el apoyo recibido por la administración Trump – no tuvo la delicadeza de guardar silencio, sino que temeraria y traicioneramente reconoció por Twitter, aún sin resultados oficiales, un supuesto triunfo electoral de Joe Biden, contrincante de Trump.

Guaidó pareciera que se le olvidó de todo el respaldo que recibió de Donald Trump, y ni siquiera pudo – por mera  cortesía – dedicarle un mensaje de especial agradecimiento a quien lo sostuvo y protegió por tanto tiempo.

A pesar de que desde la Casa Blanca de Donald Trump se han cansado de reafirmar que reconocen a Guaidó como presidente de Venezuela, éste no tuvo ni siquiera la amabilidad de desearle suerte a Trump en su reelección. Así de desleal es el tipo.

Lo menos que se esperaba de Guaidó es que expresara su deseo de seguir trabajando con Trump como presidente de los Estados Unidos. Sin embargo, era mucho esperar de él y de su partido, pues éstos desde hace rato estaban coqueteando con el Partido Demócrata y el comando de campaña de Joe Biden.

Dirigentes y militantes de Voluntad Popular exiliados en Miami se sumaron a la comiquita de «Venezolanos con Biden», que por cierto perdieron en el estado de La Florida ante un Donald Trump fortalecido. Otro ejemplo de la poca reciprocidad de Voluntad Popular, Juan Guaidó y Leopoldo López.

Es menester decir que el denominado gobierno de transición jugó a acomodarse a cualquier escenario. Jugaron a estar bien con Dios y con el Diablo, sin percatarse que la mayoría de las veces el Diablo paga muy mal a quien bien le sirve, pues es normal pensar que un posible ascenso de Biden a la Casa Blanca significa un reajuste de la política estadounidense en el panorama internacional.

Con Biden en Miraflores pueden dormir más tranquilos; con Biden los chinos tendrán carta abierta, con Biden – es posible que tengamos que decir – «adiós, transición».

Es normal en política jugar con estrategia, sin embargo lo de Guaidó no fue un cálculo político, sino una vil deslealtad, porque mordió la mano de aquel que le «daba de comer».

Además, el caso de la relación Guaidó-Trump no es el único de deslealtad, pues con el arribo de Leopoldo López – artífice de la política del guabineo total – a Madrid, éste dejó en claro que no es una persona confiable, ya que a pesar de todo el apoyo brindado por el Partido Popular español a la causa venezolana y del respaldo de Vox, López se lanzó a los brazos de un Psoe que coquetea con el comunismo al ser el socio de gobierno del chavismo ibérico, es decir, el Podemos de Pablo Iglesias.

A pesar de que el papá de Leopoldo López es un protegido del Partido Popular, el «valiente prófugo» se arrodilla ante el socialismo del Psoe.

En conclusión, la Voluntad Popular de Leopoldo es parte del problema de Venezuela.

Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso.

 

 

lunes, 2 de noviembre de 2020

Leopoldo

 José Dionisio Solórzano


Hace unos días leí en un grupo de Whatsaap a un temerario opinador de celular comparar a Leopoldo López con Don Rómulo Betancourt, lo cual me pareció exagerado y demasiado abusivo; pues, la pretensión del símil buscaba resaltar que el fundador de Acción Democrática se marchó a un exilio para regresar al país para ocupar la silla de Miraflores, sin embargo – creo profundamente – que Leopoldo no llegará a sentarse en la deseada butaca del despacho presidencial.

Y ¿por qué lo digo? ¡Fácil! Su presencia política ha ido cayendo en la opinión de millones de venezolanos. Leopoldo López – en su momento – estuvo en una alta estima nacional, parecía el líder de una nueva generación de políticos venezolanos y una mezcla de inhabilitación, malas decisiones y sectarismos lo han llevado a ser uno más del montón.

Hugo Chávez empezó la minimización de Leopoldo López cuando le cerró el camino a la Alcaldía Mayor de Caracas – espacio que fue ocupado por Antonio Ledezma – luego, no logró ser el candidato presidencial en el 2012 – y ese rol lo desempeñó un Capriles que lo desplazó en el imaginario popular como el «joven héroe» – y por último el cóctel de «La Salida», su encarcelamiento y el tutelaje al gobierno de Guaidó lo terminó de neutralizar en el aprecio popular.

¿Quieren más detalles? ¡Bueno! Cuando se planteó «La Salida» con aquello de «el que se cansa pierde» muchísimos venezolanos tomaron las calles a protestar y muchos fueron agredidos, muchos aún se encuentran presos, y unos perdieron la vida. Y todo para ver como Leopoldo López lo llevaban preso y oír a Lilian Tintori – su esposa – hablar bien de Diosdado Cabello.

Luego, podemos recordar las imágenes de una Lilian protestando frente a Ramo Verde porque Leopoldo estaba incomunicado, tiempo después ella misma aparece embarazada. ¿Entonces? Hay opciones: Le pegaron cacho a Leopoldo, fue un prodigio del Espíritu Santo o Lilian si tuvo contacto íntimo con su señor esposo, lo que no tiene nada de malo, salvo el espectáculo que ambos montaron.

Con la aparición de Juan Guaidó en el panorama político – en los primeros días del 2019 – pareciera que el país estaba entrando en un nuevo proceso, con nuevos rostros e ideas frescas; sin embargo pronto nos percatamos que Leopoldo López movía los hilos detrás del joven diputado proclamado presidente de la transición.

Los hechos del 30 de Abril – cuando el golpe de opereta sobre un distribuidor – solo sirvió para liberar a Leopoldo López y protegerlo en la Embajada de España, es decir, otra decepción para millones de venezolanos.

Ahora, luego de toda esta cadena de desaciertos – de buenas a primeras – Leopoldo López, según mi opinión con ayuda del gobierno o de una fuerza muy poderosa, burla vigilancia policial, restricciones de vuelo y pandemia, para llegar a España y encontrarse con su familia, lo que significa que nos dejó a nosotros metidos en el candelero mientras él se acomodaba en un piso madrileño.

¡Señores! Leopoldo en España hará lo mismo que hizo libre o encarcelado en Venezuela, es decir, nada que nos salve, a nosotros los venezolanos, de esta tragedia que vivimos.

Pensar en que «Leo» hará algo, es pecar de ingenuos.

Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso.