martes, 14 de julio de 2020

Realidad hospitalaria


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. Estuve leyendo que el Hospital Universitario de Caracas tiene una ocupación del 75% en el área destinada para el Covid-19, el Hospital Miguel Pérez Carreño tiene un 100% de ocupación en el espacio para atender a contagiados por Coronavirus; el Hospital de Magallanes de Catia está en 85%, el Hospital Victorino Santaella, en los Teques estado Miranda, está copado al 100%  y el Domingo Luciani ya está colapsado, si esto sucede entre Caracas y Miranda, no quiero saber ni imaginarme el estado de los centros de salud del resto del país.

Es importante, al ver lo que ocurre en el resto de la nación, resaltar la loable labor de rehabilitación, mejoras y optimización de espacios que se han realizado en los hospitales y ambulatorios de Anzoátegui.

A pesar que el gobierno de la entidad está ahorcado presupuestariamente y asfixiado financieramente, el gobernador Antonio Barreto Sira ha sabido canalizar los esfuerzos para mantener en pie una red de centros asistenciales que estaban en la ruina a su llegada a la Gobernación.

Por encima de las limitaciones y el cerco impuestos por Caracas, en Anzoátegui se han invertido recursos y esfuerzos en atender las necesidades de salud en la región; el Hospital Luis Razetti ha sido el principal punto de inversión, debido a que este nosocomio no solo atiende las necesidades de los anzoatiguenses sino que además permanentemente recibe pacientes de los estados vecinos como Bolívar, Sucre y Monagas.

Bajo el plan Obras para la Vida, el gobierno anzoatiguense está logrando, con las uñas, lo que gobiernos anteriores, con mucho más apoyo y recursos, no pudieron o no quisieron hacer; esta labor debe ser reconocida y aplaudida por todos, debido a que el país necesita que sus gobernantes se ocupen más del tema de salud.

La acción de gobierno en Anzoátegui en materia asistencial no es el resultado de la Pandemia, sino que es una práctica que data desde el inicio del actual período y se ha extendido, y tomado aún mayor importancia, debido a las actuales circunstancias que afrontamos gracias al virus chino.

Sin embargo, más allá de los esfuerzos realizados por la Gobernación de Anzoátegui en hospitales como el Razetti, el Felipe Guevara Rojas de El Tigre, el Angulo Rivas de Anaco, y ambulatorios en la zona norte, centro y sur, se necesita mayor accionar por parte de los entes nacionales, quienes por años, o mejor dicho décadas, han permitido que las infraestructuras de salud se caigan a pedazos a lo largo y ancho de la República.

Ahora bien, más allá de la diatriba del poder, de quién manda y quién es legítimo y quién no, hay una situación grave en el país que demanda nuestra cohesión y trabajo en equipo; aunque muchos no lo quieran admitir, Venezuela está al borde de vivir lo que se vivió en Ecuador, donde las personas caían desfallecidas víctimas del Covid-19. No podemos esperar que esto ocurra, no podemos aguardar que el sistema médico y de salud de la nación termine de colapsar por completo para reaccionar.

La reunión que sostuvieron el gobernador de Anzoátegui, Barreto Sira, y el llamado "protector" del estado, Aristóbulo Istúriz, fue una clara demostración de gallardía y de visión compleja del mandatario anzoatiguense, quien olvidándose momentáneamente de los agravios políticos sufridos, y del acoso al cual ha sido víctima, se presentó a un encuentro de cooperación en aras de salvar vidas de anzoatiguenses.

Lo que tenemos al frente no es un juego, es una terrible realidad que nos coloca en riesgo a todos, por eso entre todos tenemos que superarla.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!

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