lunes, 9 de marzo de 2020

La reacción de la razón


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. Desde hace algún tiempo ha emergido dentro de las sociedades de Occidente una tendencia de derecha que ha venido ocupando espacios de poder y transformando las maneras de hacer política.

Los liderazgos de Matteo Salvini en Italia, Marine Le Pen en Francia, Santiago Abascal en España, de Viktor Orbán en Hungría, de Jair Bolsonaro en Brasil y Donald Trump en los Estados Unidos, dibujan una realidad que no puede ser negada en ningún análisis político, sociológico o comunicacional que se efectúe.

Además, si me permiten, yo sumaría a esta lista el caso de Vladimir Putin y de Recep Tayyip Erdoğan, tanto en Rusia como en Turquía, así como la derecha de Grecia, que se empoderó gracias al colapso de un sistema viciado que llevó al emblemático e histórico país a la quiebra financiera.
Ahora, la pregunta: ¿Por qué los países de Europa y América parecieran estar inclinados hacia liderazgos de derecha nacionalistas? A continuación mi visión del tema.

Por muchísimas décadas, después de la Segunda Guerra Mundial, se inició una campaña político-comunicacional en contra de lo que significaban los nacionalismos, y su perjudicial efecto en las sociedades.

La “Meca” del cine mundial se transformó en un aparato de propaganda efectivo para condenar los nacionalismos y para ensalzar la lucha en contra de todo aquel que sea acusado de extremista de derecha. Sin embargo, toda estrategia tiene un agotamiento por el paso del tiempo.

Las nuevas generaciones hastiadas del contubernio del status quo, y del radical fracaso del comunismo, ha optado por "echarle un vistazo" a las ideas de aquellos "demonios" de los nacionalismos. Los jóvenes, y los no tanto, han querido oír las razones de la reacción y se han sumado a sus motivos.

Desde la óptica comunicacional los liderazgos de derecha han nacido como una alternativa firme y totalmente diferente a la yuxtaposición socialdemócrata-socialcristiano o liberal-conservador; aparecen con formas nuevas de hacer política y sobre todo con un mensaje renovado y posiciones diferentes y razones bien planteadas.

Mientras que en España, por ejemplo, el Psoe de centro-izquierda y Podemos más a la izquierda coinciden con el centrista Ciudadano y con la centro-derecha del Partido Popular alrededor de temas como el feminismo o la identidad de género, nace Vox quien plantea el debate y hace cara a los diversos temas con otro punto de vista. Sin dudas un fenómeno innovador y atrayente.

Cuando Donald Trump en las primarias republicanas de hace cuatro años dijo: "yo hablo inglés, porque ese es el idioma de mi país", marcó distancia con todos sus oponentes quienes luchaban entre ellos para saber quién mejor hablaba el castellano. El resultado fue que el norteamericano promedio aplaudió la lógica de Trump y aborreció a los demás.

Orbán, con su discurso vehemente y tajante, ha dicho que los "liberales son socialistas pero con dinero" y afirmó que los "refugiados son una invasión silente", con lo cual rompió con las políticas de Bruselas con relación al caso de los emigrantes y así ganó millones de adeptos.

Los líderes nacionalistas manejan un discurso más directo, más comprensible y más dinámico. Sus mensajes son sencillos, ubican con rapidez al "enemigo", tienen una esperanza que ofrecer y saben exteriorizar la voz de muchísimas personas que estaba en silencio ante el peso de lo políticamente correcto en la opinión pública.

En América, los discursos radicalmente opuestos al socialismo van ganando espacios y se posicionan con rapidez en la opinión de millones electores que ven en las opciones nacionalistas una salida a la crisis de sus respectivos países.

En conclusión, el nacionalismo crece en nuestras sociedades y me pregunto ¿saldrá un líder nacionalista en Venezuela?

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!



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