martes, 29 de octubre de 2019

Adaptación Psicológica


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. El venezolano lleva 20 años adaptándose a los diferentes cambios sociales que ha presentado el país; la Venezuela de este 2019 no es para nada igual a la de 1999. Todo, socialmente, ha cambiado.

Vivimos en una economía volátil que ha despertado diversas actitudes en el venezolano, tanto buenas como malas. Así como la crisis ha permitido que la creatividad positiva se dispare, y los emprendedores apuesten a sus propias capacidades productivas, paralelamente un lado oscuro de especulación, robo y desenfreno económico ha crecido y se ha extendido.

Psicológicamente pasamos de ser una nación sin grandes preocupaciones a una sociedad sumergida en un mar de angustias sociales, políticas y económicas.

El venezolano vive con ansiedad, e inclusive suele deprimirse, ante dificultades tales como la escasez de alimentos, ausencia de medicinas y los enormes niveles de inflación en el país. La división social y política de las familias, aunado ahora a la emigración de millones de venezolanos,  ha fracturado el núcleo familiar trayendo consigo dimensiones distintas del valor de las familias.

Desde hace muchos años empezamos a ver como hermanos se enemistaban simplemente por no coincidir en los gustos políticos. Un hermano oficialista  le dejaba de hablar a su hermano opositor y a la inversa, esto significó una transformación de la concepción familiar.

Ahora, el distanciamiento en los hogares  no sólo se expresa en la divergencia en el pensamiento político, sino que se mide en kilómetros, debido a la decisión de decenas de miles de ciudadanos de irse del país en busca de mejores horizontes.

Cuando se acercan los días decembrinos, la nostalgia de tiempos mejores, en unión con la familia y seres queridos, posee una repercusión inmediata en la psiquis de nuestros ciudadanos.

El venezolano ha tenido que aprender a adaptarse y amoldarse a los cambios sociales y económicos; ha tenido que actuar, en temas como el sustento diario, empujado por el complejo reptialiano de su cerebro, si es que me permiten aplicar este símil de términos psicológicos, mientras la necesidad de mejorar y sostenerse económicamente ha generado que su neocorteza cerebral se dirija a aprender oficios y actividades anteriormente impensables.

Siempre he sido un crítico del término “Zona de Confort”, prefiero el empleo del concepto “Zona de conformidad”; ahora bien, los venezolanos han salido de su estado de conformidad social para reinventarse en diversas áreas, debido a esto vemos a muchísimas personas capacitándose en áreas como la panadería, corte y costura, peluquería, carpintería, mecánica, y oficios más tecnológicos como el de Community Managers, ¿la razón? Conocer nuevas formas de sobrevivir tanto en Venezuela como fuera de la nación.

Sin embargo, existen otras personas que prefieren ahondar en su zona de conformidad y  no aprender nada nuevo, no emprender proyecto alguno y se quedan estancados sobreviviendo con la ayuda económica del Estado u optando por el robo del que sí trabaja para ganarse lo que tiene.

Sí, Venezuela ha cambiado. Sí, el venezolano ha cambiado. Psicológicamente tenemos ciudadanos más fuertes, con una visión más amplia y certera del entorno, mientras que otros han involucionado alarmante.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!


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