martes, 9 de julio de 2019

Divisiones rojas


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. La muerte del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo trajo consigo muchas consecuencias, una de ellas el recrudecimiento de la lucha intestina en el seno de aquellos que ocupan el poder en Caracas.

A la Fuerza Armada Nacional, que forman uno de los núcleos de poder más importante en el país, no le agradó lo que sucedió con el capitán; las tropas vieron con malos ojos lo sucedido, mientras que el generalato evalúa el suceso con prudencia y mucha preocupación.

Entre las informaciones que salieron a la luz pública, se corrió una en la que se hablaba de una reunión del Alto Mando Militar donde se le exigió a Miraflores determinar responsabilidades del hecho y detener a aquellos que están cometiendo torturas dentro de los calabozos adscritos a los órganos de inteligencia de la nación.

Cierto o no lo que se viene escuchando en las Redes Sociales, la verdad es que la cosa no debe estar color de rosas en el seno del oficialismo.

La negativa de Nicolás Maduro de hacer el tradicional desfile militar el 24 de Junio, y de realizar unos escuetos actos para conmemorar el 5 de Julio, dan clara evidencia que quienes están en Miraflores no confían en los uniformados.

Los indicios, que supuestamente, involucran al ocupante del Ministerio de la Defensa, Vladimir Padrino López, con los hechos acaecidos el pasado 30 de abril; la posición asumida por el exdirector del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), Manuel Cristopher Figuera, quien se encuentra en los EEUU cantando más que un canario, abren las brechas existentes entre los factores que sostienen al régimen venezolano.

Más allá de los que ocurre en el ámbito de las relaciones verde oliva y rojas, en el mismo seno del Partido Socialista Unidos de Venezuela hay un enfrentamiento abierto entre el entorno más cercano de Nicolás Maduro, integrado por los hermanos Rodríguez (Jorge y Delcy), quienes dirigen el partido y de la Asamblea Nacional Constituyente, y otros sectores que poseen sus grupos de presión dentro del oficialismo.

Ya vimos como corrió como la pólvora la posible candidatura de Héctor Rodríguez como reemplazo de Nicolás Maduro, al asumir la postulación roja en una eventual elección acordada en Barbados.

¡Arde Troya! La realidad en el Psuv no es sencilla, ni en el Palacio de Miraflores. Y menos cuando muchos de aquellos que están cerca del poder conocen las implicaciones de las denuncias esgrimidas por el exdirector del Sebín, y lo planteado en el llamado “Informe Bachelet”, presentado por la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Sí, en el primer caso: Todos los datos esgrimidos por quien fuese el jefe de la inteligencia nacional, pueden ser tomados por el Gobierno de los Estados Unidos  como “la gota que derrame el vaso”. Con respecto al segundo caso: La ONU puede llegar a calificar a Nicolás Maduro como un nuevo Milosevic, y las repercusiones serían terribles para él y su séquito en el usufructo del poder. 

Ante todos estos posibles escenarios, más de uno debe estar como “palo de gallinero”, debido a que poseen muchos intereses en juego.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!

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