jueves, 24 de mayo de 2018

Y ahora qué


Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  Pasaron las elecciones presidenciales y como estaba previsto  el resultado no fue placentero. Henri Falcón denunció el proceso y aseveró que no reconocía la elección porque se habían violado los acuerdos suscritos entre la oposición y el Gobierno nacional.

Habló del ventajismo, de la compra de votos a través del carnet de la patria, de la entrega de cajas de comidas de los Clap, de la coacción a empleados del Estado, se mostró airado ante la forma soez como el Gobierno utilizaba los fondos públicos para hacerse campaña y, aún más molesto, por como las autoridades electorales y militares presionaban a sus testigos de mesa para que abandonaran los centros de votación.

Falcón no avaló los resultados, en cambio Javier Bertucci quien en las primeras de cambio pareció seguir la misma línea de dignidad política, más tarde apareció en el Palacio de Miraflores secundando, por la vía de los hechos, una jornada que a todas luces estuvo viciada.

Alrededor de todo este panorama, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) reiteró su rechazo al evento comicial, y la Asamblea Nacional (AN) ponderó la jornada como írrita.

Los diputados nacionales lo dijeron fuerte y claro: "el evento electoral no fue válido"; esto aunado a la declaratoria de vacío de poder, con lo cual los legisladores reafirman que constitucionalmente Venezuela carece de gobierno constituido.

Todo el escenario nos dibuja una realidad de inestabilidad política embriagante y desorbitante. La crisis venezolana se agudizó tras el 20 de mayo, y se profundizará en la medida que el Gobierno base su poder en la opresión y la ilegitimidad.

Lo antes dicho nos lleva a la pregunta: ¿y ahora qué?. Los venezolanos acataron el llamado a la no participación realizado por las fuerzas democráticas, y de esa inacción se debería pasar a la acción, pero ¿qué tipo de iniciativas se deberían tomar en el seno opositor?

Más de 12 millones de electores se quedaron en sus casas el pasado 20 de mayo, lo que representa que siete de cada diez venezolanos se abstuvieron o votaron por otras opciones diferentes a Nicolás Maduro.

Si tomamos como veraces los resultados electorales anunciados por Tibisay Lucena, apenas unos 6 millones de venezolanos votaron por Maduro, es decir más de un millón y medio menos que hace seis años, lo que es en sí una derrota arrolladora para un presidente que aspiraba a obtener 10 millones de votos.

Tenemos el 70% de la población en abierta y franca oposición al Gobierno nacional, tenemos una inmensa mayoría que tiene dos salidas ante la emergencia social, política y económica que atraviesa el país: luchar o emigrar.

Pareciera probable que nuevamente salgan venezolanos a la calle a protestar, es prácticamente eminente que muchos ciudadanos retomen una posición más beligerante frente a lo que ponderan como un gobierno ilegítimo.

¿Qué viene? Vienen muchas cosas, las sanciones de los Estados Unidos, de la Organización de Estados Americano (OEA), de la Unión Europea (UE), bloqueos petroleros y económicos que ahogarán aún más a este modelo que desde hace rato está boqueando.

Lo que viene es candanga; Maduro no es mocho y se va a defender, aunque la falta de recursos, la merma de popularidad, la carencia de legitimidad en el mundo son sus lastres que le pesarán cada vez más.

Mientras más débil sea el Gobierno, más radical serán sus actitudes. Mientras más cercano esté su final, más agresivas asumirán sus posiciones, de esto no podemos tener ninguna duda.

Los tiempos cercanos no serán fáciles, pero a corto plazo veremos el amanecer de una nueva Venezuela, esto lo pueden anotar.



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