miércoles, 4 de octubre de 2017

El candidato del hambre

Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  Así como vino se fue. Y así como se fue pretende regresar. Con su cara muy lavada, con su carencia de moral y con su verborrea de predicador del fin del mundo en una plaza del siglo XIV.

El candidato del hambre, el mismo que defiende la escasez y la ausencia de productividad nacional, viene otra vez a Anzoátegui a pedirle el voto a un pueblo que sufrió por su terrible y evidente desgobierno.

El enviado de Maduro durante el tiempo que estuvo al frente de la gobernación se caracterizó por su flojera, por su dejadez y su incapacidad para resolver los problemas que afectan a los anzoatiguenses.

La inseguridad subió, las carreteras en mal estado se multiplicaron, el caos en los servicios públicos se acrecentó. Su balance estuvo teñido con el color de su partido: Rojo.

El candidato de la flojera demostró que el oficialismo se supera a sí mismo cuando de ineptitud se trata. Si pensábamos que David de Lima fue malo, Tarek Saab fue peor, e Istúriz vino a romper los límites normales de la mediocridad.

Ahora, sin que le tiemble la voz por un segundo,  como si nada hubiera pasado en estos años, el aspirante que apoya la escasez y que defiende a Nicolás Maduro pretende que los anzoatiguenses votemos nuevamente por él.

¿Será que creen que somos tontos, o es que está completamente seguro de ello? Este pueblo jamás votaría de nuevo por un mal gobernante como él.

El candidato de Maduro no hizo nada por Anzoátegui ni cuando estuvo en la gobernación, ni tampoco movió un dedo por la entidad cuando ocupó la Vicepresidencia de la República y mucho menos como diputado a la farsa constituyente.

El flojo solo ve a nuestra región como un sitio para vacacionar y mantener una cuota de poder en medio de la vorágine interna que se vive en el seno del oficialismo.

Aquí no podemos olvidar, ni olvidaremos, lo que ha significado el flojo como gobernador. Él, con su apatía en el ejercicio del poder, demostró que no le interesa para nada los padecimientos de nuestra gente en los cerros de Puerto La Cruz o en los barrios de Barcelona o El Tigre.

El representante de la represión de Maduro en la entidad no conoce lo que se siente en los sectores rurales del sur u oeste de Anzoátegui, no sabe cómo resolver los problemas que sufren los habitantes de este estado, y tampoco está interesado en solucionarlos o de rodearse de personas que puedan prestar un buen servicio a nuestra tierra.

Pero, ante la enfermedad que representa el candidato del hambre tenemos un antídoto: El voto.

Si los demócratas, que somos indiscutible mayoría, salimos a votar este 15 de octubre lograremos derrotar a Maduro y a su candidato enviado a Anzoátegui.

Si votamos ganamos. Si votamos enviaremos de regreso a Caracas al flojo, y se irá con el rabo entre las piernas.


Unidos lograremos liberar a Anzoátegui del flojo y de Nicolás Maduro. La abstención es el último escondite que le queda al candidato del hambre, derrotémoslo votando y llevando a la gobernación al candidato de la Unidad. 

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