miércoles, 21 de diciembre de 2016

La Natividad

¿Qué celebramos la noche entre el 24 y el 25 de diciembre?

Normalmente, nos dejamos llevar por el materialismo de los obsequios y del intercambio, a veces frenético, de objetos o posesiones; generalmente vemos a la festividad de la Natividad de Jesucristo como un momento de encuentro entre amigos y familiares, sin darle la connotación religiosa y espiritual de este momento.

Quisiera en estas líneas abordar la importancia de la Natividad para nosotros los cristianos.

El 24 en la noche celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, festejamos que el Altísimo cumplió su promesa y envío a un Salvador que limpió con su sangre los pecados del mundo.

Celebramos, en familia y con los seres queridos, el cumplimiento de las profecías y el nuevo inicio que ha significado y que siempre significará vivir en la Gracia de Jesucristo.

El Papa Emérito, en pleno pontificado, aseveró en uno de sus libros teológicos que: “hay dos puntos en la historia de Jesús en las que la acción de Dios interviene directamente en el mundo material: ‘el parto de la Virgen y la Resurrección del Sepulcro’”.

Benedicto XIV nos deja muy claro que la Natividad es uno de los momentos más sagrados para la cristiandad, es cuando  el Hijo de Dios se hace hombre en el vientre de una mujer pura.

Sí, para creer en la Divinidad de Jesús, en su nacimiento y procreación limpia de pecado, tenemos que aceptar que María era virgen y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo y ella a su vez nació inmaculada.

Joseph Ratzinger, el Papa Emérito, reafirma que para la cristiandad el nacimiento de Jesús es un momento que debe llamarnos a la reflexión y no a la “locura del consumismo”.

Para quien fuese el Obispo de Roma  la Navidad se ha convertido en una "fiesta del comercio" cuyas luces esconden el misterio de la humildad de Dios, que nos invita a la humildad y a la sencillez.

Así Su Santidad nos exhortó en aquellos días: "Pidamos al Señor que nos ayude a atravesar con la mirada las fachadas deslumbrantes de este tiempo hasta encontrar detrás de ellos al niño en el establo de Belén para descubrir así la verdadera alegría y la verdadera luz".

"Si queremos encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos de apearnos del caballo de nuestra razón 'ilustrada'. Debemos deponer nuestras falsas certezas, nuestra soberbia intelectual, que nos impide percibir su proximidad. Hemos de seguir el camino de San Francisco, que es la extrema sencillez exterior e interior que hace al corazón capaz de ver".

La Natividad  no es un hombre gordo, trajeado de rojo, de larga barba blanca y que con una risotada reparte juguetes por el globo terráqueo.

La Navidad es el momento de festejar el nacimiento del Divino Niño. Es la hora exacta para reencontrarnos con Dios.

La Natividad es esperanza, es alegría, es una luz como la que despejó las tinieblas allá en Belén.

Hoy cuando Venezuela atraviesa una etapa dura y cruel, los venezolanos tenemos que unirnos como lo hizo la Sagrada Familia para avanzar a pesar de los temores, del acoso y la persecución.

El Hijo de Dios nació rodeado de los peligros y el odio de un tirano, Herodes. Vivamos nosotros este calvario, al final Dios siempre bendecirá a nuestra Venezuela.


¡Feliz Navidad!

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