martes, 2 de febrero de 2016

Por la desestatización

Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  Aunque no soy economista ni pretendo serlo, a continuación esbozaré algunas de mis ideas en este plano del pensamiento humano y de la política, todo como parte de mis concepciones ideológicas.

Decir que estamos atravesando una crisis económica es llover sobre mojado. Cada uno de nosotros ha vivido los sinsabores de la realidad que estamos padeciendo, y cada uno de nosotros hemos expresado en múltiples formas nuestro desagrado y rechazo a las políticas que se han llevado adelante desde Miraflores.

Como demócrata-cristiano soy un defensor de la justicia social, del respeto a la propiedad privada, de la familia, soy un guerrero por la a la libertad religiosa y la defensa de la vida, además de un promotor del ser humano como eje y centro de la sociedad.

Movido por mi pensamiento conservador creo que el Estado debe, en este momento particular, desprenderse de todas aquellas empresas que arrojan pérdidas o que el Gobierno no ha sabido administrar.

¿Qué hace el Estado siendo propietarios de hoteles? Ante la crisis que estamos sufriendo debemos desestatizar la red hotelera que en este momento administra el Estado. Vendamos a la industria privada estas instalaciones y que sea este capital particular el que asuma la responsabilidad que hacer rentable la industria hotelera nacional.

¿Qué hace el Estado con centrales azucareros que no producen ni un quintal de azúcar? ¿Qué ha sucedido con las empresas productoras de harina precocina que están en manos estatales? En el mercado no encontramos las marcas de harina de maíz que están, supuestamente, siendo producidas por el Estado.

Ante la incapacidad e improductividad del Estado debemos sincerar nuestras capacidades y entregarles a inversionistas privados nacionales, luego de una justa cancelación del valor real de estas marcas y/o empresas, el manejo productivo y la comercialización de estos rubros.

Igual sucede con las miles de hectáreas expropiadas por la gestión de Hugo Chávez y abandonadas actualmente. ¿Preferimos mantener las tierras ociosas o venderlas a productores del campo que empiecen a cosechar los rubros que en este momento están ausentes de las mesas de los venezolanos?

La desestatización debe extenderse a los campos venezolanos. Debemos entregarles las tierras a los hombres y mujeres que estén dispuestos a trabajarlas y extraer de ella sus frutos, para así satisfacer las necesidades alimenticias de toda nuestra población.

Inclusive se debe discutir la posibilidad que el Estado venezolano se deshaga de las empresas básicas de Guayana que están en números rojos.

¿Y esto se debe hacer? Sí, porque en manos del Estado no se producen cabillas, y la escasez ha llegado a tal nivel que la construcción particular se ha convertido en algo imposible.

Esto mismo aplica para la industria cementera que fue expropiada por el régimen y gracias a ello en este momento no se consigue cemento ni para un bloque. Frente a esta negligencia oficial es necesario que se emprenda la desestatización.


El empequeñecimiento del Estado ayudará a darle balance fiscal al país y esto debe estar acompañado por la promoción de inversiones en diferentes áreas, como la turística, y la diversificación real y efectiva de nuestra economía. 

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