lunes, 22 de febrero de 2016

La izquierda de siempre

Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  Veía un documental con relación a los sucesos alrededor de la caída de Salvador Allende y el ascenso al poder del General Augusto Pinochet en Chile, aunque el trabajo no hacía referencia a nuestro país, cada escena que aparecía en la pantalla de la computadora me era muy familiar.  

En una parte del material fílmico, en blanco y negro, se veía y oía a una chilena diciendo: “es no hay ná”, haciendo alusión al terrible desabastecimiento de productos de alimentación.

“No tenemos ni jabón para bañarnos”, agregaba otra ama de casa en medio de una cola en un centro de comestibles en aquel Santiago de Chile en la década de los 70.

Se explicaba que la política de expropiación de productores del campo decretada por el presidente Salvador Allende y las medidas económicas como la emisión de papel moneda sin ningún tipo de control produjo una hecatombe en la economía de aquella nación sureña.

Partía el alma escuchar a un señor, ya entrado en edad, quien rememoraba la lucha de su madre en contra del modelo socialista implementado por Allende y como ésta y sus compañeras eran agredidas por grupos “armados” de la Unidad Popular, plataforma político-electoral que le servía de sostén al mandatario de la época.

Así como estas, había muchos elementos más que hacían parangonar la realidad chilena de Allende con lo que estamos atravesando hoy en Venezuela. Y la curiosidad periodística sumada a las ansias de amante de la historia me llevó a devorarme, en esos días, un libro sobre la realidad económica de la República Democrática Alemana, es decir, el lado del país germánico que estuvo en la órbita soviética antes del desplome del Muro de Berlín y de la Perestroika.

En el lado “rojo” de la Alemania dividida luego de ser derrotada en la Segunda Guerra Mundial, se padecían los problemas de desabastecimiento, escasez, inflación, y opresión por parte de las autoridades socialistas.

A pesar que por un tiempo la RDA fue la economía más sólida en el mundo soviético, a la larga sucumbió ante las prácticas de supresión de las libertades y el control asfixiante que ejerce el Estado socialista.

Pero, estos dos casos no fueron los únicos. En la Nicaragua de los primeros años Daniel Ortega (en mi primer mandato) surgieron los mismos problemas y los mismos métodos económicos y políticos que jamás han surtido efecto.

Ahora bien, el llamado socialismo del siglo XXI es una especie de “refrito” con un nombre pomposo que los izquierdistas venezolanos plantearon para refrescarle la imagen a un modelo agotado y fracasado en toda la orbe.

Los venezolanos estamos padeciendo las mismas políticas de devaluación e inflación que experimentaron los nicaragüenses, chilenos y en otras latitudes donde el socialismo ha gobernado. En este momento sufrimos los problemas que vienen incorporados en el pensamiento dogmático de la izquierda de siempre.

La escasez es producto del socialismo. Así se ha vivido en Cuba, en el Chile de Allende, en la Nicaragua de Daniel Ortega, en la Rusia Soviética y en la Alemania del Este, sin mencionar en la extinta Yugoslavia.


Mientras los socialistas continúen al frente del gobierno y manejando la economía no tendremos un mejor futuro. Así de simple, así de claro. 

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