martes, 27 de enero de 2015

Soles eclipsados

Cogito ergo sum-. Desde hace mucho tiempo se ha escuchado el rumor, se ha leído líneas escuetas, hemos percibido opiniones vacilantes alrededor de un grupo denominado el Cartel de Los Soles.

Pareciera que con el arribo de Leamsy Salazar, ex jefe de escoltas de Hugo Chávez y de Diosdado Cabello, a Washington se desvela el misterio de la existencia de esta organización encargada del negocio de los estupefacientes dentro del país.

Al momento de escribir este artículo han paso escasas horas del inicio de la colaboración del Capitán de Corbeta venezolano con División de Operaciones Especiales de la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA), no obstante el panorama luce como el inicio de un eclipse.

Presuntamente se ha venido publicando por varios medios de comunicación digitales, y a través de una gama de enlaces publicados por las distintas redes sociales, que el otrora jefe de seguridad del presidente Chávez y cercano colaborador del presidente de la Asamblea Nacional (AN), Diosdado Cabello, habría señalado a éste como el jefe del Cartel de Los Soles.

Lo cierto es que al oficialismo  se le avecinan tiempos muy rudos, más de los que hoy viven. Las acusaciones que empiezan a tomar forma en el ámbito internacional serán golpeas constantes y cada vez más fuertes que tendrán que resistir en medio de una crisis económica, política, social y de liderazgo que jamás han experimentado.

Los señalamientos de “Narco-Estado”, no son novedosos. En los últimos 16 años se ha acusado en reiteradas oportunidades al Gobierno venezolano de ser permisivo y blando en el combate en contra de la comercialización de drogas dentro del país.

Cada vez que los voceros de la gestión actual venezolana han atacado a sus enemigos en este plano algunos han salido a insinuar que “cada ladrón, juzga por su condición”, aunque en ninguno de los casos anteriores esto ha pasado de meros argumentos de debate político o leves alusiones sin profundidad.

Debido a esto es presumible que el Ejecutivo nacional desestimará los señalamientos de Salazar, lo llamarán traidor, “vende-patria”, cachorro del imperio, emprenderán campañas difamatorias, crearán potes de humo, enfilarán todas sus baterías comunicacionales en contra de él y de su pasado.

Lógicamente harán, desde el Gobierno, como hiciese Stalin en los tiempos más oscuros de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), un “borrón” de su paso por las altas esferas del poder.

Lo borrarán de la historia. En las naciones comunistas cuando uno de sus altos personeros caía en desgracia le se eliminaba hasta de los retratos oficiales, de las imágenes, de  la lista de reconocimientos. Simplemente desaparecían.

Los soles que estaban brillando, según estas imputaciones que se están presentado en los Estados Unidos, quedarán eclipsados por una luna de elementos que le pudieran estar amargando la existencia a más de un dirigente del oficialismo venezolano.


Ante el eclipse que se posa ante estos soles se abre un nuevo horizonte lleno de expectativas tanto en la política interna como externa de Venezuela. 

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