lunes, 16 de abril de 2012

La inmoralidad se toma con “vinotinto”

Cogito ergo sum-. Aunque esta es mi columna semanal donde abordo temas de interés nacional, quisiera con el permiso de mis apreciados lectores hacer una serie de reflexiones morales del quehacer político de varias entidades del país y en especial de Anzoátegui, tierra donde nací y vivo gracias a la bondad de Dios.
Sin hacer referencias personales para no entrar en diatribas que juzgo estériles e innecesarias, quisiera hacerle un llamado a los gobernantes que en la actualidad gozan de las mieles del poder público, primeramente quisiera recordarles que lo único seguro que tenemos al llegar a las cúspides políticas es que tarde o temprano saldremos de ella y que es mejor seguir un camino recto y conciliador, salvando las ocasiones donde amerite por necesidad algún comportamiento diferente, que andar con hacha en mano descabezando a propios y extraños simplemente para satisfacer un deseo egocéntrico de superioridad intangible. También me agradaría aconsejarles que: quien no escucha a su comunidad, ni empuja con ella o sin ella, proyectos de interés colectivo estará condenado, sin defensa alguna, al escarnio de la historia.
Vemos con la mayor incredulidad como en este momento gobernantes locales y regionales en Venezuela se comportan como si fuesen reencarnaciones de antiguos sultanes árabes o herederos “por la gracia de Dios” al trono de algún reino medieval o de algún ducado europeo, observamos con asombro como un número importante alcaldes, y para muestra el ejemplo de los mandatarios de la zona Norte de Anzoátegui, se creen dueños y señores de la “verdad” y que sus ideas aún siendo consideradas descabelladas por su pueblo y por sus acólitos no son abandonadas por ellos y en su demencial impulso de mantenerse con la “fuerza” de su voluntad, algo que pudiéramos calificar, recordando al tristemente célebre Emperador Nerón, como el nerodismo político venezolano, prosiguen en su ejecución por encima de cualquier razonamiento político, moral, legal e inclusive cultural.
En la zona metropolitana de Anzoátegui observamos casos de nerodismo crónico, tanto en Barcelona, Puerto La Cruz, Guanta y Lechería, palpamos como los gobernantes se han embriagado en el néctar de su opulento poder, que han sucumbido ante el licor de las ambiciones y la poca consideración al pueblo, vemos con asombro casi infantil como beodos de la política se comportan cual Nerón tocando la lira mientras Roma arde, en aquel éxtasis de personalismo y de frenesí implacables.
Vemos, oímos, sentimos y padecemos como estos burgomaestres con su borrachera de poder le dan la espalda a todo aquello que los rodea, una demostración de esto es el hecho que ha copado las primeras páginas en los medios regionales de Anzoátegui con relación a la disputa entre el Parque Virgen del Valle, aupado por los vecinos de Lechería, y el proyecto deportivo del alcalde con el seleccionador técnico, César Farías. Mientras los primeros defienden sus derechos, los segundos sólo piensan en la “botella de vino repleta”.
Pareciera, para culminar, que la inmoralidad e ilegalidad se toma con un poco de “vintotinto” bien seco.

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