Por José Dionisio Solórzano
Rincón del Gurú-. Un
discurso político para que sea completo y efectivo debe tener su carga
metafórica, debe crear imágenes poderosas en la mente de aquellos que lo
escuchen.
Y estas imágenes deben corresponder a la intencionalidad de la
estrategia política, ser la exteriorización ideal de lo que se quiere
comunicar.
Por ejemplo: «Me tocó ir a una cafetería en California, y tuve que
hablar en español porque el vendedor no había tenido la decencia de aprender
nuestro idioma. Yo hablo inglés, este es nuestro lenguaje y estoy orgulloso de
que lo sea», este relato — sea o no verdadero — reforzó el discurso político de
Donald Trump y permitió a muchísimos de sus seguidores a verse ellos mismos
reflejados en ese escenario.
Otro ejemplo: «Se cumple un año más de aquellas horribles imágenes, de
las llamas, de aquellos aviones estrellándose contra el símbolo de Nueva York;
se cumple un año más del desespero de muchas personas. Sin embargo, las
imágenes más dolorosas son aquellas que no vimos, la silla vacía en el comedor,
aquel lado de la cama sin usar, aquel niño esperando el abrazo de su papá».
Aquí vemos como el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, usa la
descripción metafórica para crear una imagen inexistente en la mente de todos
aquellos que lo oían.
Las frases directas son esenciales en la construcción de un discurso
político, sin embargo hay ocasiones — y mucho más seguido de lo que se cree —
que la metáfora es vital para impactar la psiquis de los electores, para calar
emocionalmente en el ánimo de aquellos que nos escuchan.
Jamás olvidemos que el acto de votar es más emotivo e irracional que
lógico o racional. Por lo tanto, es necesario que se emplee mecanismos e
instrumentos discursivos que puedan generar el impacto deseado en el momento
preciso.
La construcción de un discurso político debe tener características
puntuales como: sencillez, creatividad, emotividad, intelectualidad (si aplica
de acuerdo con el concepto de imágenes que deseamos proyectar), fuerza y/o
contundencia y direccionalidad, si no se tiene todas o, por lo menos, la gran
mayoría de estos factores entonces el proceso de comunicar y convencer será muy
arduo.
Aquí debemos hacer la diferencia entre oradores y comunicadores. Los
primeros son personas que con un discurso bien estructurado y con una línea
definida pueden hacer aplaudir, gritar y hasta llorar a sus públicos, aquí
podemos mencionar los casos de grandes oradores como: Adolf Hitler, Benito
Mussolini, Martin Luther King, Wiston Churchill (un hombre con un caso
particular, digno de un artículo especial), y Fidel Castro (aunque con discursos
muy largos); los segundos, es decir los «comunicadores» son aquellos que aunque
sean oradores poco aventajados tienen la capacidad de llegarle a las masas,
este es el caso de Hugo Chávez.
El político de la actualidad debe ser un buen orador y un mejor
comunicador; tal vez, la acción de los mítines o concentraciones no sean tan
viables como en otros tiempos debido a la pandemia, sin embargo el uso de
declaraciones vía redes sociales pueden ser empleadas para la multiplicación de
los mensajes — en este caso discursos — construidos a base de metáforas
políticas que logren producir una respuesta deseada en millones de personas al
mismo tiempo.
¡Comunícate y hazlo bien!