lunes, 7 de septiembre de 2020

Caso Capriles

Por José Dionsio Solórzano 


Cogito ergo sum-. Henrique Capriles pasó de ser «el flaco» querido por todos, al nuevo villano de James Bond. Quien fuera el líder de la oposición en dos procesos electorales reaparece en el escenario político con el propósito de retomar un liderazgo nacional ante lo que califica como el «fiasco de Juan Guaidó».

Como era de esperarse — Y hasta lógico por las circunstancias — los defensores de Juan Guaidó le salieron al paso a las declaraciones y acciones de Capriles, ponderándolo como un «nuevo picado de alacrán».

Mientras Capriles acusa a Guaidó de fracasado, el equipo del segundo reacciona señalando a Henrique como un vendido o por lo menos un negociante del futuro del país ante Nicolás Maduro.

Y, sin olvidarnos de María Corina Machado quien terminó de separarse de la cohesión alrededor de Guaidó y advirtió sobre la imposibilidad de lograr progresos en la consecución de los objetivos políticos nacionales si el llamado G4 sigue infiltrado y secundado las erráticas políticas del reconocido por ellos como presidente interino de Venezuela.

Ahora bien, en medio de este demencial panorama político es menester centrarnos en el caso de Henrique Capriles — después evaluaríamos el caso de María Corina — y determinar la razón del linchamiento comunicacional y político al cual está sometido el dirigente opositor.

Primero rememoremos el momento preciso del ocaso de quien fuese gobernador de Miranda; luego de la campaña presidencial Capriles-Maduro y de un resultado sumamente estrecho, muchos opinadores de redes sociales y eruditos de Tv, panadería y café con agua mineral, empezaron a exigirle a Capriles acciones «más decididas» para reclamar su triunfo electoral.

Sin embargo, Henrique Capriles tal vez para proteger la vida de miles de venezolanos, tal vez para salvaguardar la libertad de su equipo político o debido a la carencia de un apoyo real dentro de las Fuerzas Armadas, se limitó a aquello de «denle a las cacerolas con arrechera». Toda esta situación derrumbó el liderazgo, que por dos elecciones, había construido «el flaco Capriles».

Después de 7 años de aquellos sucesos, el hombre de «hay un camino» regresa a la primera línea de combate, y entiende que para ser opción nacional nuevamente debe desplazar de la dirección política a aquellos que lo desplazaron, en otros tiempos, a él mismo. Es por ello que se abre paso, crea una política distinta a la de Guaidó y busca salidas para su proyección política.

Tal vez lo que no sopesó Henrique Capriles es la fuerza de la jauría tuitera, de la instauración de hecho de una inquisición que ronda en la web, en los salones de los partidos políticos, delante de las cámaras de televisión — Y de los celulares — y detrás de los micrófonos de la radio.

¿Si fue un mal o buen cálculo de Capriles? Esto solo lo podrá responder el tiempo, lo que pudiera comentar es que la jugada «caprilera» le dio picante a puja política y encendió las llamas internas de la oposición.

¡Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!

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