lunes, 27 de enero de 2020

Eureka Social


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. En muchísimas ocasiones las ideas para escribir nacen de la observación y de saber escuchar a nuestro alrededor. Hace unos pocos días oí una conversación de autobús, entre dos trabajadores, que despertó en mí la necesidad de reflexionar sobre el origen del resentimiento social.
Los mencionados obreros, quienes portaban sus camisas con el logotipo de la industria donde laboran, hablaban de la injusticia de los sueldos y salarios que devenga la masa trabajadora venezolana, disertaban a viva voz su inconformidad y su frustración creciente.

Uno de ellos, con todo molesto y airado, decía "no es posible que nosotros que nos matamos trabajando ganemos 200 mil bolívares quincenales, mientras los ingenieros sentados con aire acondicionado ganen 2 millones mensuales".

¿Por qué la comparación? Fue la pregunta inicial que brotó en mi mente, ¿Por qué se comparan con aquellos que estudiaron una carrera, mientras ellos no pudieron o no quisieron hacerlo?

¿El ingeniero, el médico, el abogado, el administrador, el comunicador o el contador son culpables de algún delito por el hecho de ir a una Universidad y haberse graduado? Aquella expresión del trabajador fue como un rayo que iluminó mi entendimiento.

Yace en nosotros, en todos los seres humanos, una necesidad de endilgarles a otros nuestros propios errores y la causa de nuestras muy particulares faltas. El ingeniero no es culpable que el obrero gane poco o que su sueldo no le alcance, y menos es responsable que el obrero no se preparase con una profesión.

He aquí el origen del resentimiento social, el nacimiento de la interrogante maligna de: "por qué él tiene y yo no". Aquí, rudimentariamente, palpamos el brote orgánico de la idea del socialismo y del comunismo. En síntesis es la necesidad de tener aquello por lo que no luchamos, es el atacar a aquel que luchó y que tiene, y acusarle que por su culpa otros sufren carencias.

Para aquellos trabajadores, montados en un autobús de la ruta Barcelona-Puerto La Cruz, la responsabilidad de la diferencia de sueldo no estriba en la educación de unos y otros, no. Para aquellos trabajadores el ingeniero, no sabré decir cómo, le ha quitado lo que ha ellos le toca por sus esfuerzos y por derecho.

En sus mentes no pasa la idea de que: "estoy así porque no estudié" o "voy a trabajar duro para que mis hijos no estén donde estoy yo, sino que estén allá en el escritorio del ingeniero"... No, para ellos es más fácil, el atacar, el recriminar, el protestar.

Esta actitud ha sido el alimento por décadas de la izquierda, quienes por años han fomentado la idea errática, cómoda y, porque no decirlo, absurda, de que el que tiene es porque le quitó lo que le correspondía a aquel que ahora no tiene.

Sin embargo, quienes piensan así no saben que muchos de los ingenieros, médicos, administradores y más, no son ricos de cuna, no son los mentados "amos del valle", sino que muchas veces son hombres y mujeres que vienen de las barriadas populares y con muchos sacrificios, de ellos y de sus padres, lograron superarse en la vida.

El trabajo honrado, cualquiera que este sea, es digno de reconocimiento. Ya sea el que tiene el pico y la pala en las manos, o aquellos que tienen el lápiz y el papel. El trabajo no debe ser génesis de diferencias sociales, no. El trabajo debe unirnos más como hombres, como seres humanos, como ciudadanos.

Y, el verdadero responsable que el obrero no pueda vivir con su sueldo, que el profesional sobreviva y muchas veces la situación lo empuje a emigrar, no es de uno o de otros, sino de las políticas de un gobierno que ha sumido a la población entera en la miseria.

¡Señores! No se trata de luchas de clases, como Karl Marx propugnaba en sus ideas, y que muchos trasnochados siguen creyendo, la solución es la solidaridad entre todos los venezolanos, es que cada quien haga su parte trabajando. Que el cocinero cocine, el obrero construya, el ingeniero ingenie y el administrador administre, todos con honradez, con pasión y con compromiso.

Y al pensar todo estos aspectos me dije: ¡Eureka! La vida es vida, cuando asumimos nuestro papel en ella, cuando nos olvidamos de acusar a terceros de nuestras faltas y nos responsabilizamos de nuestro propio papel en nuestras vidas, familias y sociedades.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!










lunes, 20 de enero de 2020

¡Sálvese quien pueda!


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. Cuando el barco está a punto de naufragar por completo, siempre se escucha una vez que se impone ante la gritería que dice: ¡Sálvese quien pueda! y justo allí el caos termina de controlar todo el escenario.

Venezuela vive ese ¡Sálvese quien pueda! la ciudadanía hace lo que puede para resistir la realidad política, social y económica; los comerciantes por su parte abusan de la realidad arrebatándole a los venezolanos sus pocas entradas, los industriales siguen haciendo sacrificios para mantener sus empresas abiertas y en producción, y los políticos siguen sumergidos en un océanos de incidentes, sucesos y hechos  confusos o anárquicos.

Ante la rutinaria, y hasta ritual, pregunta de ¿cómo ves la cosa? No queda más remedio que contestar: ¡Jodida!

Políticamente la anarquía domina todo. Tenemos tres poderes legislativos: La Asamblea Nacional de Juan Guaidó, la Asamblea Nacional de Luis Parra, y la Asamblea Nacional Constituyente de Diosdado Cabello.

Venezuela tiene dos presidentes, un Nicolás Maduro que persiste en el Palacio de Miraflores y con control de las Fuerzas Armadas, y un presidente reconocido por más de 50 naciones en el mundo, y con aval de Estados Unidos y la mayoría de la Comunidad Europea como es Juan Guaidó.

Tenemos dos TSJ, uno en manos de Maikel Moreno y otro que se encuentra en el exilio. Tenemos dos Fiscales Generales de la República, a Tarek Williams Saab, y a una Luisa Ortega Díaz que desde el exterior sigue ordenando investigaciones y declarando como si aún poseyera el cargo.

Simplemente ¡Caos! Desde el punto de vista económico tenemos dos realidades, los sueldos y salarios en un raquítico bolívar que no alcanza para nada y el costo de los bienes y servicios totalmente dolarizados.

Somos un país plenamente contradictorio, por un lado infinidades de ciudadanos que no tienen que comer, y por el otro los bodegones, la nueva moda económica  del país, repletos de comida y con clientes gastando en divisas.

Tenemos niños que se acuestan sin comer, mientras vemos los restaurantes más costosos del país repleto de personas comiendo y bebiendo extraordinariamente bien. Este es el caos que vivimos los venezolanos, la distorsión económica que nos convierte en una nación con la mayor diferencia social del mundo.

Pareciera que el pensamiento socialismo del siglo XXI el cual esbozaba los principios de igualdad entre los ciudadanos, ha concretado lo diametralmente opuesto. Ha creado, por la vía de los hechos, la mayor división y/o brecha entre ricos y pobres.

Y en medio de esta abrupta separación  económica y en medio del desastre de poderes públicos naciones, los venezolanos tratan de salvarse, cada quien, como puede.

Unos optan por emigrar, otros prefieren jugárselas aquí. Unos se reinventan, otros juegan con las necesidades de sus hermanos, y sin embargo la mayoría de los venezolanos aún  no quieren dar su brazo a torcer, y a pesar que esta embarcación llamada Venezuela viene haciendo aguas, ellos siguen remando hasta llegar a tierra firme. 

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!









miércoles, 15 de enero de 2020

Canibalismo económico


 Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. ¿Desde cuándo usted no va al mercado? Más allá de los análisis económicos de los expertos, más allá de las reflexiones de los políticos, se encuentra la realidad que palpamos todos los días cuando salimos a la calle.

La inflación es un fenómeno que ni el más comprometido de los seguidores de Nicolás Maduro puede negar. Tal vez pueden esbozar excusas, argumentos, endilgarle responsabilidades a terceros, pero no pueden ocultar su existencia.

La dolarización de hecho de la economía es otra realidad que es incuestionable. Solo basta con ir a cualquier negocio ya sea de comida, venta de repuestos automotrices o taller de cualquier índole para detallar como el intercambio de divisas es una norma en muchísimas transacciones.

Incluso, a veces nos topamos con que las colas para cancelar en bolívares son más cortas que la de dólares, lo que demuestra la distorsión terrible de la economía nacional. Y todo esto sin dejar de mencionar la caótica variación del cambio bolívar-dólar.

Cuando entró el 2020 el dólar se disparó y rozó los 80.000 bolívares, sin embargo empezó a bajar hasta caer a 60.000 bolívares y de forma abrupta de nuevo se montó en 81.000 bolívares  (por lo menos hasta el día que redacté esta columna).

Y lo más lamentable de la volatilidad del tipo de cambio en Venezuela, es que cuando el dólar sube todo lo hace, pero cuando éste baja ningún producto y ningún servicio lo hace. Lo que me lleva al punto central de este artículo, aunque es verdad que la anarquía económica es fruto de políticas desacertadas desde el ámbito político y gubernamental, también no es menos cierto que los comerciantes abusan de la situación.

El canibalismo económico en Venezuela es tal, que los comerciantes se quieren hacer millonarios a través de la especulación desmedida, el robo descarado y el uso de las más inhumanas prácticas de presión comercial.

Hablemos a continuación el caso de El Petro. Aunque la  moneda digital promovida por el Estado venezolano, no termina de ser, en el concepto estricto, una criptomoneda, ha sido un mecanismo empleado, de forma absurda y poco estratégica, para paliar la grave situación económica del país.

Durante el mes de diciembre Nicolás Maduro depositó un bono  y parte de los aguinaldos de los jubilados, y de algunos empleados públicos, en Petros. El Banco de Venezuela asumió la conversión de las transacciones a través de esta divisa, mediante el uso del biopago, y ¿qué hicieron los comerciantes? Subieron los precios de los productos.

Ahora bien, ¿por qué un comerciante tiene que incrementar el precio, si en verdad no está perdiendo ni un bolívar?

Igual pasa con los comerciantes, sobre todo los pequeños que han hecho lo que nadie había logrado hacer en más de 200 años, es decir, generaron inflación en el dólar.
En la calle vemos comerciantes que venden tal o cual producto en, digamos unos 20$, y la semana siguiente el mismo producto pasa a 25$ o 30$ lo que demuestra que los comerciantes son parte del problema venezolano.

Sin duda, las políticas económicas implementadas por Miraflores en los últimos 20 años desembocaron en la grave situación que padecemos en la actualidad; no obstante, el canibalismo económico que vemos en la calle es producto de las políticas nacionales como del apetito voraz de estafa de algunos comerciantes sin alma en el cuerpo.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!

 



martes, 7 de enero de 2020

A José Brito


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. A José Brito lo conozco desde hace unos cuantos años atrás. Siempre se destacó por su carácter volátil, su verbo encendido y por sus reacciones poco diplomáticas.

Siempre fue destemplado, llano y firme en sus posiciones contra el gobierno nacional, sin embargo algo pasó. En algún momento todo cambió, todo se trastocó y José Brito se transformó en parte de la panacea que busca salvar a Nicolás Maduro.

¿Cómo Brito pasó de un furibundo enemigo del régimen, a un colaborador de éste?  A pesar que es difícil pensarlo, si lo analizamos con profundidad si tiene mucha lógica.

Los pininos de José Brito en la política fueron contra Ernesto Paraqueima, a quien se opuso abiertamente, haciéndole una dura oposición. No obstante, en el transcurrir de la vida, Brito se transformó el aliado, amigo y compadre de aquel a quien rivalizó por tanto tiempo.

Como parte del entorno de  Ernesto Paraqueima, quien primero fue un exaltado seguidor de Hugo Chávez, para luego saltar la talanquera, y después salir fotografiado al lado de Nicolás Maduro, Brito aprendería el arte del brinco de banca, del cambio de opinión y del acomodaticia técnica de arrimarse al árbol que da frutos.

Y, además, Brito, y con el perdón de su cara tengo que decirlo, se ha enfrascado consciente o inconscientemente a imitar a Paraqueima, no sólo en posiciones políticas sino en actuaciones y ademanes físicos. Aquí tengo que hacer un agregado: no sé si sus actitudes violentas sean naturales en él o simplemente parte de un entrenamiento intensivo que realizó en sus tiempos de seguidor, colaborador  y “hermano del alma” de Paraqueima.

Lo cierto es que el “amor” no duró mucho entre ellos. José Brito se abrió camino solo y mientras Paraqueima seguía con Podemos y después con el MAS, y estaba en esa línea de amor y odio con el régimen,  Brito se casaba con Primero Justicia convirtiéndose en parte de esa nueva camada de justicieros adoptivos que tanto ruido causó en el estado Anzoátegui.

Candidato a alcalde derrotado en el 2013, gracias a que su ex aliado se postuló dividiendo los votos y permitiendo que el abanderado del Psuv, Jesús Figuera, se colara. Posteriormente, abanderado de la Unidad Democrática para diputado a la Asamblea Nacional, resultando ampliamente vencedor.

Cuando parecía un tiro al piso su postulación y victoria para alcalde del municipio Simón Rodríguez (El Tigre), su testarudez  lo llevó a aceptar unas primarias contra el candidato de AD, Ernesto Raydan, y a pesar que todas las encuestas lo favorecían, la maquinaria adeca lo pulverizó en la elección.

Tal vez allí, más que nunca, creció su resentimiento en contra de la oposición. Siguió fungiendo como diputado y parte del equipo de Primero Justicia, recibió otro plomazo político cuando no quedó como jefe de Primero Justicia en Anzoátegui, luego de la huida de Gustavo Marcano.

Su historia como discípulo de Paraqueima, su resentimiento al no poder llegar a alcalde de El Tigre, su aflicción al estar en un partido que lo aceptó, pero jamás lo reconoció como un legítimo militante, todo esto, aunado a las ansias de poder y el apetito voraz por reconocimiento y algo más, lo llevó a traicionar todo por lo cual luchó durante años.

O tal vez nunca fue un real opositor, sus frases altisonantes, sus gritos enfurecidos, todo era parte de una estrategia, de una puesta en escena, porque pensaba que su porvenir político estaba en ese lado de la calle. Y, tal vez, ahora muestra su verdadero rostro, su verdadera personalidad.

Todo esto son suposiciones de un cronista que no termina de entender como un hombre bota años de lucha y sacrificios en un instante.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!