Por José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum-. ¿Desde cuándo usted no va al mercado? Más allá de
los análisis económicos de los expertos, más allá de las reflexiones de los
políticos, se encuentra la realidad que palpamos todos los días cuando salimos
a la calle.
La inflación es un fenómeno que
ni el más comprometido de los seguidores de Nicolás Maduro puede negar. Tal vez
pueden esbozar excusas, argumentos, endilgarle responsabilidades a terceros,
pero no pueden ocultar su existencia.
La dolarización de hecho de la
economía es otra realidad que es incuestionable. Solo basta con ir a cualquier
negocio ya sea de comida, venta de repuestos automotrices o taller de cualquier
índole para detallar como el intercambio de divisas es una norma en muchísimas
transacciones.
Incluso, a veces nos topamos con
que las colas para cancelar en bolívares son más cortas que la de dólares, lo
que demuestra la distorsión terrible de la economía nacional. Y todo esto sin
dejar de mencionar la caótica variación del cambio bolívar-dólar.
Cuando entró el 2020 el dólar se
disparó y rozó los 80.000 bolívares, sin embargo empezó a bajar hasta caer a
60.000 bolívares y de forma abrupta de nuevo se montó en 81.000 bolívares (por lo menos hasta el día que redacté esta
columna).
Y lo más lamentable de la
volatilidad del tipo de cambio en Venezuela, es que cuando el dólar sube todo
lo hace, pero cuando éste baja ningún producto y ningún servicio lo hace. Lo
que me lleva al punto central de este artículo, aunque es verdad que la
anarquía económica es fruto de políticas desacertadas desde el ámbito político
y gubernamental, también no es menos cierto que los comerciantes abusan de la
situación.
El canibalismo económico en
Venezuela es tal, que los comerciantes se quieren hacer millonarios a través de
la especulación desmedida, el robo descarado y el uso de las más inhumanas
prácticas de presión comercial.
Hablemos a continuación el caso
de El Petro. Aunque la moneda digital
promovida por el Estado venezolano, no termina de ser, en el concepto estricto,
una criptomoneda, ha sido un mecanismo empleado, de forma absurda y poco
estratégica, para paliar la grave situación económica del país.
Durante el mes de diciembre
Nicolás Maduro depositó un bono y parte
de los aguinaldos de los jubilados, y de algunos empleados públicos, en Petros.
El Banco de Venezuela asumió la conversión de las transacciones a través de
esta divisa, mediante el uso del biopago, y ¿qué hicieron los comerciantes?
Subieron los precios de los productos.
Ahora bien, ¿por qué un
comerciante tiene que incrementar el precio, si en verdad no está perdiendo ni
un bolívar?
Igual pasa con los comerciantes,
sobre todo los pequeños que han hecho lo que nadie había logrado hacer en más
de 200 años, es decir, generaron inflación en el dólar.
En la calle vemos comerciantes
que venden tal o cual producto en, digamos unos 20$, y la semana siguiente el
mismo producto pasa a 25$ o 30$ lo que demuestra que los comerciantes son parte
del problema venezolano.
Sin duda, las políticas
económicas implementadas por Miraflores en los últimos 20 años desembocaron en
la grave situación que padecemos en la actualidad; no obstante, el canibalismo
económico que vemos en la calle es producto de las políticas nacionales como
del apetito voraz de estafa de algunos comerciantes sin alma en el cuerpo.
¡Para mí, el guarapo dulce, el
café amargo y el chocolate espeso!
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