Cogito
ergo sum-. ¡Estimado
amigo: Gerardo Resplandor! Te escribo estas líneas esquivando los formalismos
para enviarte la mayor de las solidaridades en la hora aciaga que te ha tocado
vivir por el insólito delito de pensar, de lucha y de amar impetuosamente a
nuestro país.
Esta
lucha que hemos emprendido por una Venezuela mejor ha estado plagada de
sinsabores, de amarguras, de tropiezos, no obstante la voluntad de hierro de
quienes soñamos con una república democrática nos ha permitido sobreponernos a
las dificultades.
Usted,
apreciado amigo, en sus cortos veinte tanto años de edad, está hoy secuestrado,
retenido por un Gobierno que sin miramientos emprendió su apasionada agresión
en contra de la disidencia, especialmente hacia aquella que era auspiciada,
incentivada y motivada por las fuerzas de la juventud.
Te
ha tocado de vivir el lado más oscuro de este régimen que se disfraza, aún con
presos políticos por centenares, bajo la careta cívica de una democracia a la
que suele colocarle el calificativo de “revolucionaria”.
Gerardo,
puedo recordar hoy que nos conocimos en esos embates de la lucha cívica, en
esos caminos de fervor democrático.
Te
confieso que hace unos días sentado con otra integrante de tu generación, igual
de luchadora incansable, Karen Rojas, le hice referencia a nuestra invaluable
amistad, de aquellos episodios que al lado de tu fiel compañera Valentina
Fernández Ciccenia, vivimos en más de una ocasión.
Rememoré
las charlas largas sobre política, filosofía, historia y vida que nos detuvo
durante horas en disertaciones normalmente secundada por otra cantidad de
guerreros que no me atrevo a nombrar por temor a que me faltase uno.
Hoy
cuando tú estás pagando por el pecado de soñar por una Venezuela distinta,
nosotros los que estamos en la calle, en diversas trincheras de la lucha,
tenemos que brindarte a ti, como a Jeremías Silva y a muchos estudiantes más el
tributo que le debemos porque han llevado sin temor el compromiso a los niveles
más elevados de sacrificio y esmero.
Le
he hecho un llamado en nombre de Venezuela a los jóvenes que están bajo presidio,
por oponerse a un sistema autocrático, a los jóvenes que se encuentran en
libertad militando en movimientos civiles, sociales o partidos políticos, a aquellos que son independiente y anhelan, igual que los demás,
una nación pujante y fuerte, para unirnos con más ahínco que ayer para alcanzar
la meta de la nueva república.
La
reconstrucción nacional se logrará, apreciado amigo, en la medida que cada uno
de nosotros asumamos la responsabilidad, como tú lo hiciste, y de dar un paso
al frente para luchar, así como ayer lo protagonizaron los jóvenes que marcharon
al lado del General José Felix Ribas en la Victoria, como aquellos que
engrosaron las heroicas filas de la generación del 28, del 36 y del 57, esas
que revivieron con pasión patriótica y democrática en el 2002, 2007 y ahora en
el 2014.
Estimado
Gerardo te convertirte en un ejemplo de perseverancia en los sueños, de
constancia en la materialización de las ideas, de entrega por un ideal y en
vivo soporte de dignidad para los miles, de los millones, de muchachos que cada
día más se activan en la construcción de una salida a la crisis que padece
nuestra amada Venezuela.
Hermano
resista como hasta en el presente lo ha hecho con tranquilidad, esa que da la
fe en Dios, manténgase con la firmeza que lo caracteriza, con la entereza que
le ha permitido ser día a día un preso de consciencia que persiste con sus
creencias sólidas e inmovibles.
Y
me despido recordándole dos cosas, la primera que Dios y la Virgen premian a
los pujadores que lo dan todo por sus ideales de bien y segundo que “la vecina
le mandó saludos”, y no le digas nada a Valentina.
¡La
lucha sigue por la Venezuela que necesitamos rescatar!
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