Por José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum-. Claudio, Timoteo y Felipe son los tres tristes
mosqueteros que han salido al ruedo con el claro propósito de salvarle la
imagen a Nicolás Maduro y formar parte del tinglado de acólitos que la
usurpación que habitan dentro de las filas de los demócratas venezolanos.
Claudio Fermín, con su voz
tranquila y pasible, no tiene a menos en criticar los esfuerzos internacionales
que los demócratas han llevado adelante para debilitar al régimen y para hacer
avanzar la transición venezolana.
Quien fuese dirigente de Acción
Democrática y, en otros tiempos un duro crítico de Hugo Chávez, ahora se
presenta ante la Opinión Pública como una especie de quintacolumna oficialista
que se arrodilló ante el poder oscuro de los intereses particulares.
En el caso de Timoteo Zambrano,
podemos afirmar que en su momento destacaba por su perfil recto, señorial, por
su presencia inteligente y respetuosa. Un dirigente, también venido de las
filas socialdemócratas (adecas), que se erigía por encima de mucho de sus
compañeros, pero que ahora cayó en el lodazal de la historia, en el más oscuro,
mugriento y pestilente de los agujeros dentro del estercolero de la política
nacional.
Zambrano, quien además fue el
portavoz de los mosqueteros de la desdicha, no tiene el más mínimo respeto para
los millones de venezolanos que sufren a manos del régimen, no tiene el menor
pudor para exhibirse en costosos restaurantes celebrando su felonía, mientras millones pasan hambre gracias a la
acción de la usurpación.
El tercer mosquetero es Felipe
Mujica, quien protagonizó un lamentable episodio en un programa de televisión
internacional, donde en medio de un debate, al quedarse sin argumentos, llamó a
su interlocutor “homosexual”.
Sobre este particular, no saldré
como muchos progresistas a calificar lo sucedido como un “acto de homofobia”,
porque este término es cuestionable para mi criterio y como estudiantes de
psicología. No obstante, si diré que a Felipe Mujica, quien pareciera natural que
como buen socialista termine al lado de Maduro, así como en otros tiempos apoyó
a Chávez, no le luce el hecho que use los gustos sexuales de alguien como
herramienta de desprestigio porque se supone que los socialistas defienden la
igualdad de derechos y pregonan esa locura sociocultural de los “géneros”.
Además, recordemos que Felipe
Mujica y Leopoldo Puchi en su tiempo le hicieron una jugada a Teodoro Petkoff y
decidieron apoyar a Hugo Chávez en 1998, cuando los fundadores del Movimiento
Al Socialismo, no estaban de acuerdo… Felipe, no te acuerdas de aquello de que
“los espero en la bajadita”…
Y, así como en la novela de Alexandre
Dumas los tres mosqueteros no eran tres sino cuatro, por el caso de D'Artagnan,
ocurre los mismo aquí porque a Claudio, Timoteo y Felipe hay que sumarle a Javier
Bertucci, quien se plegó a la Mesa falsa de Diálogo porque nuevamente se vio
iluminado por su dios particular, con un símbolo de Dólar: $.
Los tres mosqueteros de Maduro
están repitiendo la misma historia, la misma receta que para 2012 cumplió a
cabalidad el señor David De Lima… Ahora Timoteo, Claudio, Felipe y Javier
pueden decir a unísono: “somos como David”.
¡Para mí, el guarapo dulce, el
café amargo y el chocolate espeso!