martes, 24 de septiembre de 2019

Tres tristes mosqueteros


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. Claudio, Timoteo y Felipe son los tres tristes mosqueteros que han salido al ruedo con el claro propósito de salvarle la imagen a Nicolás Maduro y formar parte del tinglado de acólitos que la usurpación que habitan dentro de las filas de los demócratas venezolanos.

Claudio Fermín, con su voz tranquila y pasible, no tiene a menos en criticar los esfuerzos internacionales que los demócratas han llevado adelante para debilitar al régimen y para hacer avanzar la transición venezolana.

Quien fuese dirigente de Acción Democrática y, en otros tiempos un duro crítico de Hugo Chávez, ahora se presenta ante la Opinión Pública como una especie de quintacolumna oficialista que se arrodilló ante el poder oscuro de los intereses particulares.

En el caso de Timoteo Zambrano, podemos afirmar que en su momento destacaba por su perfil recto, señorial, por su presencia inteligente y respetuosa. Un dirigente, también venido de las filas socialdemócratas (adecas), que se erigía por encima de mucho de sus compañeros, pero que ahora cayó en el lodazal de la historia, en el más oscuro, mugriento y pestilente de los agujeros dentro del estercolero de la política nacional.

Zambrano, quien además fue el portavoz de los mosqueteros de la desdicha, no tiene el más mínimo respeto para los millones de venezolanos que sufren a manos del régimen, no tiene el menor pudor para exhibirse en costosos restaurantes celebrando su felonía,  mientras millones pasan hambre gracias a la acción de la usurpación.

El tercer mosquetero es Felipe Mujica, quien protagonizó un lamentable episodio en un programa de televisión internacional, donde en medio de un debate, al quedarse sin argumentos, llamó a su interlocutor “homosexual”.

Sobre este particular, no saldré como muchos progresistas a calificar lo sucedido como un “acto de homofobia”, porque este término es cuestionable para mi criterio y como estudiantes de psicología. No obstante, si diré que a Felipe Mujica, quien pareciera natural que como buen socialista termine al lado de Maduro, así como en otros tiempos apoyó a Chávez, no le luce el hecho que use los gustos sexuales de alguien como herramienta de desprestigio porque se supone que los socialistas defienden la igualdad de derechos y pregonan esa locura sociocultural de los “géneros”.

Además, recordemos que Felipe Mujica y Leopoldo Puchi en su tiempo le hicieron una jugada a Teodoro Petkoff y decidieron apoyar a Hugo Chávez en 1998, cuando los fundadores del Movimiento Al Socialismo, no estaban de acuerdo… Felipe, no te acuerdas de aquello de que “los espero en la bajadita”…

Y, así como en la novela de Alexandre Dumas los tres mosqueteros no eran tres sino cuatro, por el caso de D'Artagnan, ocurre los mismo aquí porque a Claudio, Timoteo y Felipe hay que sumarle a Javier Bertucci, quien se plegó a la Mesa falsa de Diálogo porque nuevamente se vio iluminado por su dios particular, con un símbolo de Dólar: $.

Los tres mosqueteros de Maduro están repitiendo la misma historia, la misma receta que para 2012 cumplió a cabalidad el señor David De Lima… Ahora Timoteo, Claudio, Felipe y Javier pueden decir a unísono: “somos como David”.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!

martes, 17 de septiembre de 2019

Críticos


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. A veces es muy difícil entender a algunos críticos que viven de verle el lago negativo a todo lo que los rodean; y que sus opiniones están cargadas de ataques y reprócheles hacia la clase dirigente de la oposición democrática venezolana.

Desde hace algunos meses vengo leyendo en Twitter e Instagram a una serie de “críticos” que acusaban a Juan Guaidó de “traicionar” al pueblo venezolano, de no hacer lo suficiente para alcanzar el cese de la usurpación y por aplicar mecanismos frágiles y cándidos contra un régimen de políticas represivas, duras y crueles.

Estos “críticos” repudian la opción de la salida electoral y consensuada, ellos manifiestan que la única forma de lograr el primer paso de la estrategia trazada por Juan Guaidó es a través de métodos de presión, y le reclaman al presidente encargado de Venezuela el no hacer lo suficiente para aplicar los mecanismos necesarios para acorralar a la usurpación.

Ahora bien, estas mismas voces se lanzaron cual manada frenética en contra de Guaidó por el simple hecho de que el régimen sacó, como un as debajo de la manga, una foto donde aparece el Presidente de la Asamblea Nacional y encargado de la Presidencia de la República flanqueado por dos supuestos paramilitares.

Los “comecandela” se horrorizaron ante semejante imagen, y además de creerle de forma automática a los usurpadores, le reclamaron de forma agresiva, soez y reiterativa las razones por la cuales Guaidó salió fotografiado con “paracos”. ¿Quién los entiende?

Primero dicen que Guaidó es muy blando, que no asume su rol, que no tiene los testículos suficientes para hacer lo que se tiene que hacer; y, a pesar de estas aseveraciones, también critican cuando, presuntamente, Juan Guaidó está con paramilitares colombianos.

Sencillamente no lavan ni prestan la batea. Los críticos, que pasan a ser criticones, no arriman una para el mingo. Su único placer es el de hablar por las Redes Sociales, es fulminar el liderazgo de la oposición  y dividir en dos pedazos a las fuerzas democráticas del país.

No sé si es su intención o no, pero sin duda estos criticones 2.0 le están haciendo el juego a aquellos que se mantienen en el poder. Están ayudando a sostener a la usurpación, debido a que siembran dudas e incertidumbres entre miles de personas que los leen a través de las Redes Sociales.

Con su permanente inconformidad laceran la imagen de Guaidó y crean desesperanzas en cada vez más venezolanos, que se desmovilizan, pierden la fe y la confianza como efecto del impacto de su insistente artillería de críticas y de radicalismo limitado al espacios de los caracteres que les permiten las plataformas digitales.

Estos mismos criticones son los que enfilan sus metralletas verbales en contra de los partidos tradicionales y en contra de las políticas llevadas adelante por los factores de la Unidad, y son los mismos que cuando se necesitan venezolanos movilizados en las calles se esconden en sus casas o detrás de sus usuarios de Redes Sociales.

Sin duda, necesitamos menos criticones y más voluntarios para el rescate de la libertad de Venezuela.
¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!












martes, 10 de septiembre de 2019

Esequibo


Cogito ergo sum-. Nicolás Maduro saca debajo de su manga, por segunda vez,  el tema del Esequibo como una especie de as para tratar de desviarla la atención pública y reforzar sus campañas de desprestigio y acoso judicial en contra de Juan Guaidó, quien legalmente ocupa la presidencia interina de Venezuela.

La primera vez que Maduro se acordó del Esequibo fue cuando pretendía reunificar a la Fuerza Armada Nacional en torno suyo, cuando se discutía públicamente el asunto de la salida al Atlántico del territorio nacional y los permisos de exploración y explotación petrolera que Guyana aprobó en la zona de reclamación.

Y ahora, Nicolás Maduro vuelve a utilizar el Esequibo, pero esta vez para atacar a Guaidó e intentar responsabilizar a la oposición del retroceso en la reclamación venezolana.

El régimen llega a tal punto que acusa a Guaidó de pretender regalar el territorio esequibo cuando en realidad fue Chávez, y después el propio Maduro, quien entregó esa parte de Venezuela a los guyaneses buscando votos en la Organización de Estados Americanos y siguiendo el patrón de la política internacional dictado por La Habana.

Recordemos algunos aspectos. Primero, los sectores democráticos presentaron ante la Asamblea Nacional propuestas para hacer respetar los derechos venezolanos sobre el Esequibo y han sido los afectos al régimen quienes se han centrado en negar cualquier iniciativa de soberanía nacional.

Segundo, líderes nacionales como Leopoldo López, Juan Guaidó, María Corina Machado, Andrés Velásquez y tantos más acudieron a esa parte del territorio nacional y clavaron la bandera tricolor en aquel suelo, haciendo un gesto de soberanía, dignidad y valentía, lo que nunca hicieron los rojos que hablan mucho de patriotismo, pero cuando les toca actuar se esconden o deciden entregar el país al mejor postor.

Tercero, del seno de la oposición ha nacido la propuesta de elevar al Esequibo al rango de estado de  la República, lo que pudieron hacer quienes ostentan el poder en el país y nunca lo hicieron. ¿La razón? Porque Cuba no se lo autorizó.

En el cuarto punto tenemos la política de Fidel Castro; en los tiempos de la época de la república civil de Venezuela, desde La Habana siempre se opusieron al reclamo venezolano del Esequibo, y tanto es así que el finado Fidel Castro dijo que las pretensiones venezolanas eran “imperialistas e intervencionistas”, así hablaba el tirano cubano, ese mismo que fue ídolo y mentor del fallecido antecesor del usurpador de Miraflores.

Además, la usurpación venezolana no puede acusar a nadie de apátridas o de tratar de regalar nada, cuando han sido ellos quienes se han aferrado a la política del despojo nacional y el reparto de las riquezas venezolanas.

En estas dos décadas, los socialistas les entregaron a Venezuela a los cubanos, a los chinos y a los rusos. ¿Cómo pueden hablar de soberanía? ¿Cómo pueden abrir la boca cuando les sirvieron en bandeja de plata el país a los comunistas de Pekín, a los mafiosos de Moscú y a los chulos de La Habana?

Sin duda, el Esequibo es Venezuela y la única forma de recuperarlo, tras la pérdida de espacio de lucha por culpa de Chávez y Maduro, es con el cese de la usurpación y el arribo de un gobierno nacionalista, conservador y de derecha al Palacio de Miraflores.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!


martes, 3 de septiembre de 2019

¿Qué es el Centro de Gobierno?


Por José Dionisio Solórzano

Cogito ergo sum-. La semana pasada el presidente de la Asamblea Nacional (AN), y presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, anunció la conformación del Centro de Gobierno, a partir de aquí empezaron una serie de preguntas, entre las más básicas, estuvo: ¿con qué se come eso?

Pareciera que el llamado Centro de Gobierno es una plataforma de cohesión que todas las acciones que está llevando adelante la transición venezolana, es un intento acertado para enrumbar la política nacional y darle mayor guía estratégica.

Guaidó coloca al frente de este equipo de gobierno a su mentor político: Leopoldo López, lo que no me parece ni sorprendente ni descabellado.

A pesar de las críticas de algunos radicales, la presencia de Leopoldo López demuestra que la política asumida por Guaidó es la de seguir apretándole el cinturón a Nicolás Maduro y a la usurpación venezolana.

Leopoldo López tuvo una extraordinaria demostración de buena gerencia al frente de la Alcaldía de Chacao, y aunque este municipio no es Venezuela, el dirigente nacional ha demostrado coherencia en sus acciones políticas, sin embargo aquí también hay que reconocer que no todas hay terminado bien, como el caso de estrategia de La Salida hace unos años atrás.

Ahora bien, creo que ha faltado mayor amplitud en la conformación de ese Centro de Gobierno, amén de que aparecen personas de Voluntad Popular, partido de Guaidó y de López, y que figura Julio Borges, de Primero Justicia, como un especie de encargado de la diplomacia de la transición, falta incorporar allí a personas duchas que militan en otras organizaciones como Acción Democrática, Copei, Avanzada Progresista, Vente Venezuela y otras agrupaciones.

Y es que, la transición debe ser un espacio de lucha y de rescate nacional donde todos los sectores estén representados. Donde socialdemócratas, socialcristianos, liberales, libertarios, nacionalistas, radicales, conservadores y, sobre todo, independientes sean partícipes en las tomas de decisiones.

La amplitud con orden es necesaria, porque también hay que recordar el viejo refrán popular de que “muchas manos ponen el caldo morado”. No podemos ni echarnos a los brazos del sectarismo político, pero tampoco sembrar un ambiente de anarquía inoperativa.

En pocas palabras, el Centro de Gobierno es una excelente iniciativa que viene a completar el primer paso dado en torno a la conformación de hecho de un gobierno, el cual se dio con la estructuración del Centro de Comunicación Nacional dirigido, con bien tino, por Alberto Federico Ravell.

De algo podemos estar totalmente seguros, todas las acciones que le den forma a la transición y que coloquen bajo amenaza a la usurpación venezolana es un avance para lograr los objetivos trazados por los demócratas.

A Nicolás Maduro le aterra lo que está pasando en el panorama internacional, donde cada vez está más aislado, y lo vuelve loco todas las acciones que Guaidó ejecute y consolide su posición dentro y fuera del país.

¡Para mí, el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!