Por José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum-. La semana pasada el presidente de la Asamblea
Nacional (AN), y presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, anunció la
conformación del Centro de Gobierno, a partir de aquí empezaron una serie de
preguntas, entre las más básicas, estuvo: ¿con qué se come eso?
Pareciera que el llamado Centro
de Gobierno es una plataforma de cohesión que todas las acciones que está
llevando adelante la transición venezolana, es un intento acertado para
enrumbar la política nacional y darle mayor guía estratégica.
Guaidó coloca al frente de este
equipo de gobierno a su mentor político: Leopoldo López, lo que no me parece ni
sorprendente ni descabellado.
A pesar de las críticas de
algunos radicales, la presencia de Leopoldo López demuestra que la política
asumida por Guaidó es la de seguir apretándole el cinturón a Nicolás Maduro y a
la usurpación venezolana.
Leopoldo López tuvo una
extraordinaria demostración de buena gerencia al frente de la Alcaldía de
Chacao, y aunque este municipio no es Venezuela, el dirigente nacional ha
demostrado coherencia en sus acciones políticas, sin embargo aquí también hay
que reconocer que no todas hay terminado bien, como el caso de estrategia de La
Salida hace unos años atrás.
Ahora bien, creo que ha faltado
mayor amplitud en la conformación de ese Centro de Gobierno, amén de que
aparecen personas de Voluntad Popular, partido de Guaidó y de López, y que
figura Julio Borges, de Primero Justicia, como un especie de encargado de la
diplomacia de la transición, falta incorporar allí a personas duchas que
militan en otras organizaciones como Acción Democrática, Copei, Avanzada
Progresista, Vente Venezuela y otras agrupaciones.
Y es que, la transición debe ser
un espacio de lucha y de rescate nacional donde todos los sectores estén
representados. Donde socialdemócratas, socialcristianos, liberales,
libertarios, nacionalistas, radicales, conservadores y, sobre todo,
independientes sean partícipes en las tomas de decisiones.
La amplitud con orden es
necesaria, porque también hay que recordar el viejo refrán popular de que
“muchas manos ponen el caldo morado”. No podemos ni echarnos a los brazos del
sectarismo político, pero tampoco sembrar un ambiente de anarquía inoperativa.
En pocas palabras, el Centro de
Gobierno es una excelente iniciativa que viene a completar el primer paso dado
en torno a la conformación de hecho de un gobierno, el cual se dio con la
estructuración del Centro de Comunicación Nacional dirigido, con bien tino, por
Alberto Federico Ravell.
De algo podemos estar totalmente
seguros, todas las acciones que le den forma a la transición y que coloquen
bajo amenaza a la usurpación venezolana es un avance para lograr los objetivos
trazados por los demócratas.
A Nicolás Maduro le aterra lo que
está pasando en el panorama internacional, donde cada vez está más aislado, y
lo vuelve loco todas las acciones que Guaidó ejecute y consolide su posición
dentro y fuera del país.
¡Para mí, el guarapo dulce, el
café amargo y el chocolate espeso!
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