Por José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum-. En menos de una semana se hicieron virales dos
noticias, por las redes sociales, que demostraron, nuevamente, que Nicolás
Maduro no tiene el control del país, ya que infinidades de zonas en la
geografía nacional están en manos de grupos delincuenciales.
La noticia del enfrentamiento entre
cuerpos policiales del Estado y grupos hamponiles en la Cota 905 en Caracas, fue
noticia en todo el mundo. No obstante, lo más sorprendente de este hecho es que
los criminales hicieron correr a las fuerzas del orden público.
Luego, vimos por Twitter e
Instagram como un grupo denominado la banda del "Malony" se paseaba
por las calles de Altagracia del Orituco, disparando armas largas, con suma
impunidad. Y, se logró observar que el armamento de éstos, es mucho mejor que
el que poseen muchísimos de los cuerpos de seguridad de la nación.
¿Este es el control que Caracas ejerce
sobre el hampa en el país? Obviamente, no hay capacidad de respuesta, ante una
sociedad que se la llevó quien la trajo, que no hay forma de contener una
violencia desatada y la cultura del crimen institucionalizada.
Maduro no tiene control del
territorio nacional, crearon un clima de anarquía y ésta se empoderó de
Venezuela, dejando a su surte a millones de venezolanos que están a merced de
este tipo de organizaciones que pululan por doquier en ciudades y campos, en
metrópolis y pueblos de toda la república.
Venezuela marcha sin control, sin
orden, sin seguridad. Las llamadas zonas de paz, tan cacareadas por aquellos
que forman parte de la estructura del poder en Venezuela, se quedaron en lo que
se ha quedado todo a lo largo de los últimos 20 años, en puro “buche y pluma”.
Venezuela necesita, con urgencia
meridional, un gobierno serio, duro y con carácter, que le ponga un coto
definitivo a este libertinaje que capea por doquier en la nación; no se puede
seguir mirando hacia otro lado, no se puede seguir ignorando la realidad, ni el
miedo que reina por todas partes.
Pareciera que el Estado
venezolano las tiene bien puestas cuando se trata de jóvenes universitarios
marchando, mujeres flameando sus banderas, y de ancianos tocando pitos, pero
cuando se trata de medir fuerzas con estos grupos, se les enfría el guarapo.
Venezuela no puede seguir en
manos de la delincuencia, no puede seguir conducida por unas seudo autoridades
genuflexas que no hacen nada, que dejan que los criminales actúen a sus anchas,
y que pareciera ser aliados de aquellos que sembrar de terror a Venezuela.
El país necesita, como decía los
abuelos, un General Marcos Pérez Jiménez que venga a acomodar esto. Una mano
dura conservadora, moral y de derecha, nada que ver con la izquierda ya sea democrática
o autoritaria, hacia la izquierda ni un paso más.
¡Para mí, el guarapo dulce, el café
amargo y el chocolate espeso!