Por José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum-. La muerte del capitán de corbeta Rafael Acosta
Arévalo trajo consigo muchas consecuencias, una de ellas el recrudecimiento de
la lucha intestina en el seno de aquellos que ocupan el poder en Caracas.
A la Fuerza Armada Nacional, que
forman uno de los núcleos de poder más importante en el país, no le agradó lo
que sucedió con el capitán; las tropas vieron con malos ojos lo sucedido,
mientras que el generalato evalúa el suceso con prudencia y mucha preocupación.
Entre las informaciones que
salieron a la luz pública, se corrió una en la que se hablaba de una reunión
del Alto Mando Militar donde se le exigió a Miraflores determinar
responsabilidades del hecho y detener a aquellos que están cometiendo torturas
dentro de los calabozos adscritos a los órganos de inteligencia de la nación.
Cierto o no lo que se viene
escuchando en las Redes Sociales, la verdad es que la cosa no debe estar color
de rosas en el seno del oficialismo.
La negativa de Nicolás Maduro de
hacer el tradicional desfile militar el 24 de Junio, y de realizar unos
escuetos actos para conmemorar el 5 de Julio, dan clara evidencia que quienes
están en Miraflores no confían en los uniformados.
Los indicios, que supuestamente,
involucran al ocupante del Ministerio de la Defensa, Vladimir Padrino López, con
los hechos acaecidos el pasado 30 de abril; la posición asumida por el
exdirector del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), Manuel Cristopher
Figuera, quien se encuentra en los EEUU cantando más que un canario, abren las
brechas existentes entre los factores que sostienen al régimen venezolano.
Más allá de los que ocurre en el
ámbito de las relaciones verde oliva y rojas, en el mismo seno del Partido
Socialista Unidos de Venezuela hay un enfrentamiento abierto entre el entorno
más cercano de Nicolás Maduro, integrado por los hermanos Rodríguez (Jorge y
Delcy), quienes dirigen el partido y de la Asamblea Nacional Constituyente, y
otros sectores que poseen sus grupos de presión dentro del oficialismo.
Ya vimos como corrió como la
pólvora la posible candidatura de Héctor Rodríguez como reemplazo de Nicolás
Maduro, al asumir la postulación roja en una eventual elección acordada en
Barbados.
¡Arde Troya! La realidad en el
Psuv no es sencilla, ni en el Palacio de Miraflores. Y menos cuando muchos de
aquellos que están cerca del poder conocen las implicaciones de las denuncias
esgrimidas por el exdirector del Sebín, y lo planteado en el llamado “Informe
Bachelet”, presentado por la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Sí, en el primer caso: Todos los
datos esgrimidos por quien fuese el jefe de la inteligencia nacional, pueden
ser tomados por el Gobierno de los Estados Unidos como “la gota que derrame el vaso”. Con
respecto al segundo caso: La ONU puede llegar a calificar a Nicolás Maduro como
un nuevo Milosevic, y las repercusiones serían terribles para él y su séquito
en el usufructo del poder.
Ante todos estos posibles
escenarios, más de uno debe estar como “palo de gallinero”, debido a que poseen
muchos intereses en juego.
¡Para mí, el guarapo dulce, el café
amargo y el chocolate espeso!
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