martes, 24 de abril de 2018

Liderazgo de Bolívar


Simón Bolívar había aparecido con el alba en el balcón de una casa que estaba justamente al frente de la Iglesia, secundado por su edecán, Bernardo Herrera, aquel estratega observaba como su rival y enemigo político caminaba en dirección de la Gólgota.

La suave brisa de las cinco de la mañana y un sacerdote, que recién lo había confesado, eran las únicas compañías que Manuel Piar tenía en sus últimos instantes en dirección al paredón de fusilamiento.

El jefe militar de Guayana había sido condenado a pena de muerte por un tribunal de guerra, y el mismísimo Simón Bolívar, tal vez en un último gesto de solidaridad y compromiso, ordenó que se le mantuviese el rango militar que Piar ostentaba y que éste fuese condenado al fusilamiento y no a la horca como lo había planteado el General José Antonio Anzoátegui.

Piar, General en Jefe de los Ejércitos de la República y Libertador de Guayana, fue ejecutado a las 5 de la mañana. Él mismo dirigió al pelotón que lo ultimó, su voz se escuchó profunda cuando dijo “apunten”; al retumbar la descarga, el Libertador dio la espalda a la escena y desapareció del balcón.

Se dice que Simón Bolívar dijo entre sollozos “Dios mío, ¿qué he hecho? He derramado mi propia sangre”. Aquella acción fue definitiva y erigió un nuevo comportamiento en la conducta de los actores políticos de la época.

Aquel 16 de octubre de 1817, con Piar en el cadalso, todos los generales de aquel inhóspito y salvaje territorio que comprendía la antigua Capitanía General de Venezuela, entendieron que había llegado un líder que no le temblaba el pulso para tomar decisiones.

Mientras Anzoátegui se repetía: "Perdóneme, mi General. Perdón, perdón!", refiriéndose a Piar, se tejía un esquema de poder que colocó a Simón Bolívar a la cabeza del movimiento independentista de Venezuela y de gran parte de América Latina.

Desde aquel día, nadie más se atrevió a discutirle el liderazgo político y militar a Simón Bolívar, salvo cuando éste se encontraba debilitado y corroído por su enfermedad.

Hoy, Venezuela necesita un liderazgo que tome el toro por los cuernos y que dirija. Uno de los grandes problemas del país en la actualidad es que existe una policromía de liderazgos anárquicos. Y, cuando existen tantos líderes es una evidencia inequívoca que no existe ningún líder.

En el seno del oficialismo, como en la oposición, es notoria la ausencia de un conductor. No hay jefatura política en Venezuela y esto ha conllevado que la crisis que padecemos de agudice  con el paso del tiempo y ante la mirada inerte de quienes tendrían la responsabilidad de brindarle soluciones al pueblo.

Es tal la carencia de liderazgo que tenemos una elección presidencial en puertas y como si no pasase nada en el país, todo el mundo está sumergido en sus propios problemas.

En su tiempo, Bolívar logró unificar a las fuerzas de la independencia cuando demostró que tenía el coraje de dirigir y mandar, como a su vez, en el bando realista, lo había hecho José Tomás Boves.

En Venezuela hemos tenidos liderazgos incuestionables. José Antonio Páez fue un primer líder del republicanismo, así como Antonio Guzmán Blanco lo fue después. Gómez y Marcos Pérez Jiménez, al igual que en Acción Democrática (AD) las riendas las llevaba Don Rómulo Betancourt, y en Copei el liderazgo indiscutido era del Dr. Rafael Caldera.

Entonces, ¿quién es el líder ahora?

martes, 17 de abril de 2018

Dios, Venezuela y el Trabajo


Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  ¿Qué ha logrado el socialismo en casi dos décadas en el poder? Su herencia es una estela de hambre, corrupción y antivalores sembrados en diversos espacios de la sociedad venezolana.

El socialismo procuró crear un sistema de hombres represados y proclives a arrodillarse por un mendrugo, su objetivo del "hombre nuevo" no es otra cosa que un modelo de esclavo a la usanza de tiempos remotos.

Esta visión de sociedad ha llevado a convertirnos en un pueblo en peregrinación por el mundo, a una sociedad corroída por la necesidad, sumida en un comportamiento egoísta carente de cualquier principio de solidaridad y empatía con el prójimo.

El concepto de trabajo, como acción liberadora y dignificante, perdió su valor real y fue reemplazado por la práctica inmoral del mendigo profesional. La dádiva reemplazó al goce de la recompensa por la labor bien realizada.

Y, hasta Dios fue manipulado y atacado por el socialismo. Desde las altas cumbres del poder se ha atacado la fe cristiana, las iglesias católicas y los sacerdotes han sido objetos de agresiones por parte de un sistema político ateo.

Los valores de la cristiandad han sido vilipendiados o tergiversados para el beneficio de un pensamiento político. Intentaron crear una neoreligión donde Hugo Chávez fuese un dios pagano adorado por la feligresía de los revolucionarios.

El socialismo destruyó todo lo que habíamos construido como nación a lo largo de 200 años de historia. Sus representantes y defensores incluso han apostado a la división del país al permitir que el invasor guyanés nos arrebate nuestro Esequibo.

El socialismo es una tesis realmente apátrida porque defiende más intereses foráneos, de creencias etéreas y políticas "universales", antes que los intereses nacionales y las conveniencias patrióticas. Es por eso que permitieron el avance de Guyana en el Esequibo y por esa misma razón entregaron nuestros recursos naturales a los cubanos y chinos.

¿Y luego de este desastre qué hacer? Es hora que un sentimiento realmente nacionalista se apodere de nuestra sociedad, que el venezolano valore nuestras raíces socioculturales y las defienda por encima de todo riesgo y opresión.

Debemos colocar a Dios como nuestra bandera, marchar por Venezuela y rescatar los valores tradicionales, aquellos que alguna vez nos convirtieron en líderes de América Latina y del Caribe.

Tenemos que volver a ser los libertadores que fuimos, la gran nación emblema del sur del continente. Y, cada vez, estoy más convencido que lo podemos hacer, que cada uno de nosotros tiene el potencial necesario para transformarse en un libertador de Venezuela.

El país necesita de hombres y mujeres que se despojen de sus pasiones e intereses particulares y piensen en el todo nacional, que sean más solidarios, más comprometidos y más firmes en el propósito de regresar a Venezuela al sitial que se merece como emblema latinoamericano.

Debemos luchar por Dios, Venezuela y el trabajo. ¿Y por qué por esta trilogía? Porque Dios es la mayor inspiración para todo hombre devoto y fiel a la religión de nuestros padres.
Frente al grito de "Patria, Socialismo o Muerte" o de "Chávez vive, la lucha sigue" nosotros debemos responder con: "Viva Cristo Rey".

Dios es nuestro general, en una lucha política y sobretodo espiritual.

Tenemos que rescatar a la Venezuela que perdimos, ese grandioso país que desbastaron las políticas despilfarradoras y corruptas de un socialismo engañoso y soez. Y, para obtener a esa nación maravillosa debemos repotenciar al trabajo no como obligación sino como dicha del hombre que con cada jornada se ennoblecen como ciudadano.


martes, 10 de abril de 2018

¿Juicio a Maduro?


Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  Desde el exilio, los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) acordaron que sí había méritos suficientes para emprender un juicio en contra de Nicolás Maduro, con el fin de desalojarlo del poder.
Esta acción emprendida por el TSJ legítimo, el cual fue designado por la Asamblea Nacional y enviado al exilio por parte de un régimen venezolano,  es un duro golpe para un gobierno que viene perdiendo batallas en el aspecto político internacional desde hace rato.

Ante la exposición de motivos y la argumentación jurídica realizada por la fiscal general Luisa Ortega Díaz los magistrados llegaron a la determinación de girar hasta una orden de captura en contra el Presidente de Venezuela.

Ahora bien, ¿cómo se come esto? ¿Tiene validez o efectividad? ¿Cómo perjudica al régimen este dictamen de un ente que se encuentra expatriado? Y la respuesta es un total y contundente "sí".

Claro que la sentencia del TSJ legítimo tiene validez, la cual será reforzada con el acuerdo que debe salir de la Asamblea Nacional en los próximos días; su declaratoria puede ser acatada en cualquier momento y por cualquier ente del orden público.

Es decir, un funcionario del CICPC o de la Policía Nacional puede aprehender al Jefe del Estado porque el TSJ dictó orden de captura en su contra. E incluso, un grupo élite de Interpol pudiese detenerlo de un momento a otro.

No obstante, ¿qué hará el Gobierno? Es obvio que desde Miraflores no se quedarán con los brazos cruzados; con suma seguridad despreciarán y minimizarán la acción de los magistrados expatriados y buscarán la forman de "regresarles el favor".

Maduro no cederá ante las presiones del TSJ, aunque debe estar consciente que esta resolución judicial desde el exilio será apoyada por la inmensa mayoría de los países Latinoamericanos y de Europa.

Pareciera que al régimen se le están cerradas las vías de escape y de solución a su crisis de poder; cada vez tienen menos aliados en el mundo, además sufren la imposibilidad del margen de maniobra económica como lo poseían en otros tiempos.

El cerco económico, las sanciones contra los funcionarios, las listas de corruptos y violadores de los Derechos Humanos, todas estas acciones buscan asfixiar por completo al régimen y sofocarlo hasta que suelten la toalla.

Y, aunado a todo esto, los procedimientos judiciales contra Maduro. Frente a este panorama podemos entender la efectividad del procedimiento en contra de quien ocupa el poder en Venezuela.

Decir que a raíz de la resolución del TSJ legítimo, que mañana será arrestado Nicolás Maduro será una infantilidad. Pero, igualmente sería un error pensar que está acción no tiene un objetivo más allá de lo que a simple vista vemos o suponemos.

El juicio contra Maduro es una estrategia que deslegitima su poder y da justificación a cualquier expresión de cambio o salida a la crisis, debido  que se concebiría la estadía de aquél en el coroto como ilegal e ilegítima, lo que constituye una violación permanente a los valores de la Constitución nacional.

La interrogante es ¿de dónde vendrá el zarpazo? Algunos dicen que desde el exterior y otros afirman que de las mismas entrañas de la bestia llamada "revolución", lo cierto es que no todas las cartas están echadas y siempre puede salir un as bajo la manga, aunque no sé de quién será la manga o a quién le tocará el comodín.