Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Así como
vino se fue. Y así como se fue pretende regresar. Con su cara muy lavada, con
su carencia de moral y con su verborrea de predicador del fin del mundo en una
plaza del siglo XIV.
El candidato del hambre,
el mismo que defiende la escasez y la ausencia de productividad nacional, viene
otra vez a Anzoátegui a pedirle el voto a un pueblo que sufrió por su terrible
y evidente desgobierno.
El enviado de Maduro
durante el tiempo que estuvo al frente de la gobernación se caracterizó por su
flojera, por su dejadez y su incapacidad para resolver los problemas que
afectan a los anzoatiguenses.
La inseguridad subió,
las carreteras en mal estado se multiplicaron, el caos en los servicios
públicos se acrecentó. Su balance estuvo teñido con el color de su partido:
Rojo.
El candidato de la
flojera demostró que el oficialismo se supera a sí mismo cuando de ineptitud se
trata. Si pensábamos que David de Lima fue malo, Tarek Saab fue peor, e Istúriz
vino a romper los límites normales de la mediocridad.
Ahora, sin que le
tiemble la voz por un segundo, como si
nada hubiera pasado en estos años, el aspirante que apoya la escasez y que
defiende a Nicolás Maduro pretende que los anzoatiguenses votemos nuevamente
por él.
¿Será que creen que
somos tontos, o es que está completamente seguro de ello? Este pueblo jamás
votaría de nuevo por un mal gobernante como él.
El candidato de Maduro
no hizo nada por Anzoátegui ni cuando estuvo en la gobernación, ni tampoco
movió un dedo por la entidad cuando ocupó la Vicepresidencia de la República y mucho
menos como diputado a la farsa constituyente.
El flojo solo ve a
nuestra región como un sitio para vacacionar y mantener una cuota de poder en
medio de la vorágine interna que se vive en el seno del oficialismo.
Aquí no podemos olvidar,
ni olvidaremos, lo que ha significado el flojo como gobernador. Él, con su
apatía en el ejercicio del poder, demostró que no le interesa para nada los
padecimientos de nuestra gente en los cerros de Puerto La Cruz o en los barrios
de Barcelona o El Tigre.
El representante de la
represión de Maduro en la entidad no conoce lo que se siente en los sectores
rurales del sur u oeste de Anzoátegui, no sabe cómo resolver los problemas que
sufren los habitantes de este estado, y tampoco está interesado en solucionarlos
o de rodearse de personas que puedan prestar un buen servicio a nuestra tierra.
Pero, ante la enfermedad
que representa el candidato del hambre tenemos un antídoto: El voto.
Si los demócratas, que
somos indiscutible mayoría, salimos a votar este 15 de octubre lograremos
derrotar a Maduro y a su candidato enviado a Anzoátegui.
Si votamos ganamos. Si
votamos enviaremos de regreso a Caracas al flojo, y se irá con el rabo entre
las piernas.
Unidos lograremos
liberar a Anzoátegui del flojo y de Nicolás Maduro. La abstención es el último
escondite que le queda al candidato del hambre, derrotémoslo votando y llevando
a la gobernación al candidato de la Unidad.
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