Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Los
acólitos del régimen vocean por doquier, pero con cada vez menos fuerza y eco,
la frase “Chávez vive, la lucha sigue” y ahora nos adentraremos en el análisis
de los porqué esta aseveración se ha extraviado.
Esencialmente, Hugo
Chávez no legó nada en sí. Su teoría del Socialismo del Siglo XXI ni es teoría
filosófica ni un planteamiento realmente político y lo que es peor tampoco fue
fruto de su pensamiento o ingenio.
Las formas y maneras de
gobernar de lo que se llamó el “chavismo” también se viene esfumando, y en eso
tenemos que aplaudir de forma resaltante el papel de Nicolás Maduro, quien
hasta quiere impulsar una constituyente para borrar por completo el resultado
de más de una década de gobierno de Chávez.
Y en el continente, cada
vez son menos los gobiernos que se aferran al modelo chavista. Y es que en Argentina,
Brasil, Perú, y demás países la sombra del socialista ya pasó de largo.
Solo Bolivia, con un Evo
Morales inhabilitado constitucionalmente para la relección, y Ecuador, con un
Lenín Moreno (heredero de Rafael Correa), con una reciente victoria enlodada
por los barros de las denuncias de fraude, persisten en defender un modelo que
está boqueando en el hemisferio.
Chávez no vive. Nicolás
Maduro se encargó de eliminar cualquier vestigio de su mentor y antecesor.
Chávez no vive porque el módulo de Barrio Adentro se encuentra cerrado.
Tampoco vive en Mercal
porque estas instalaciones dejaron de funcionar. Chávez no existe porque las Misiones
Sociales son más desagüe económico que en verdad herramientas de socorro social.
Es decir, lo que un día
fue ya no será. Sí así como dice la canción que entona Gualberto Ibarreto.
Tanto es así, que hasta
las estatuas del expresidente de la república las han derrumbado en todo el
país. Las esfinges con el rosto de Chávez, que intentaron venerar como un dios
pagano, no infunden respeto a nadie, o a muy pocas personas.
En cambio, César
Pereira, el joven ultimado durante la refriega represiva que efectivos
policiales ejecutaron, sí se encuentra vivo en la memoria de aquellos que lo
conocieron y en miles de anzoatiguenses que nunca le vieron la cara.
Y, ¿por qué un desconocido
para miles es tan recordado después de muerto? Porque César encarna a cada uno
de los hijos de este estado, es el amigo, el sobrino, el hijo, el nieto, el
compadre de cualquier de nosotros.
César es recordado
porque murió a manos de la represión y luchando por un país mejor.
Por este motivo, César
Pereira está vivo en cada joven que sigue luchando, en cada venezolano que no
da su brazo a torcer. César yace en el recuerdo palpitante de una sociedad que
se rehúsa a ser subyugada por una neodictadura.
Mientras Chávez muere
cada día, en la medida que la revolución se vuelve un negocio, el ánimo de
cambio de millones venezolanos hace que César, y los de más 59 mártires de esta
justa por una Venezuela libre, se mantengan vivos en cada paso que damos hacia
la liberación nacional.
Por estas razones, César
vive y Chávez no.
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