Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Son las
8:22 de la mañana del martes 23 de mayo y me siento a redactar mi artículo de
esta semana, y en éste quiero hablarles de los últimos sucesos acaecidos en la
zona norte de Anzoátegui.
Sí, en Lechería,
Barcelona y Puerto La Cruz ardió la indignación colectiva de los anzoatiguenses
ante los atropellos del régimen venezolano.
Recordemos que a raíz de
la visita de María Corina Machado para la “Marcha de los Escudos” la posición y
acción de los cuerpos policiales ha sido más fuerte y atroz.
La represión que se ha
vivido se agudiza enormemente; los cuerpos del Estado no han mirado diferencia
entre manifestantes y transeúntes, no se han parado entre hombres o mujeres, y
menos aún entre adultos y adultos mayores.
Gas lacrimógeno,
perdigones y más han sido utilizados para intentar mitigar la frustración
colectiva, para contener la expresión de rechazo de los venezolanos hacia un
régimen que juzgan írrito e ilegítimo.
Así como en los tiempos del
período micénico, narrados por la prodigiosa pluma homérica, se vivieron
sucesos que lucen símiles a los episodios que conllevaron a que la ciudad de
Troya ardiera, de esa forma estamos presenciando como Venezuela es el escenario
de lucha de un Gobierno que no quiere elecciones y de un pueblo que está
empeñado en ser libre.
¡Ardió Troya! Sí, ardió
y aquí mismo en Lechería, Barcelona y Puerto La Cruz; ardió Troya en Guamachito
y Bello Monte, ardió Troya en las inmediaciones de Vistamar.
Y, también podemos
afirmar que Nicolás Maduro tiene cierto parecido con el emperador romano Nerón.
Así como el dueño del imperio romano ordenó incendiar a la Ciudad Eterna para
inspirarse y tocar su lira, de esa misma forma actúa el señor Nicolás Maduro.
Nerón vio arder a Roma
para satisfacer su ego de poder y su banalidad, en cambio Maduro ve como arder
a Venezuela sin inmutarse y manteniéndose tercamente en un poder que ya ejerce
ilegítimamente porque no cuenta con el aval del pueblo.
Tachirenses, merideños,
barineses, caraqueños y ahora los anzoatiguenses se encuentran en las calles
evidenciando su posición política en contra de lo que califican como un régimen
despiadado; vemos la lucha dispar entre las fuerzas del Gobierno y una sociedad
que se ha movilizado en el cumplimiento de su deber de defender la libertad y
la Constitución nacional.
La pregunta que me hago,
Nicolás Maduro será una especie de Priamo que verá angustiado su ciudad caer y
volverse cenizas, o por el contrario es un Nerón que gozará y bailará sobre los
despojos de lo que un día fue un gran país.
Lo cierto, es que cada
vez son más los indignados que se toman las calles. Cada vez son más los
venezolanos que asumen una actitud rebelde frente al Gobierno. Y en la medida
que el repudio crece, las bases de poder del régimen se van desvaneciendo.
Sin pueblo, sin
recursos, sin aliados internacionales, el mundo se le achica, las oportunidades
se le acaban y la soledad se vuelve gigantesca para el inquilino de Miraflores.
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