Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Nicolás
Maduro es un peón en el tablero de la estrategia de geo-política que lleva
adelante Vladimir Putin, la cual está en clara y evidencia “luna de miel” con
el Presidente de los Estados Unidos, Donadl Trump.
El presidente de la
Federación Rusa se mueve para mantener la influencia de su país sobre el este
de Europa, y para ello mira con buenos ojos la nueva relación con el titán del
norte de América y antiguo antagonista.
En el mapa mundial que
se está dibujando a raíz del triunfo de los republicanos en los EEUU muestra que
estamos viviendo una etapa muy diferencia a la vivida durante la administración
de Barack Obama.
Los “gringos” están
volteando su mirada al sur del continente, y pretenden parar los avances que
tanto rusos como chinos lograron durante la timorata política internacional de
los demócratas.
Frente a esto los
movimientos internacionales de la “petro-diplomacia” venezolana están perdiendo
efecto en la medida que su chequera se va enflaqueciendo por la merma en los
precios del petróleo.
Además, que sea Trump
quien esté ocupando la Casa Blanca, empeora más la situación de Nicolás Maduro,
y éste muy bien lo sabe.
Vemos como la
administración Trump ha emprendido contactos con los presidentes del hemisferio
y han abordado el caso venezolano, siempre expresando “su preocupación” por lo
que acontece dentro de la nación.
El hecho que se
recibiera en la Casa Blanca a Lilian Tintori, esposa del preso político más
emblemático del régimen, Leopoldo López, constituyó una bofetada diplomática
sin parangón en la historia reciente.
Mientras esto ocurre,
Nicolás Maduro busca desesperadamente los brazos protectores del histórico Kremlin
de Moscú, no obstante Putin no está en la disposición de iniciar una pelea con
los Estados Unidos por Venezuela.
Si Nicolás pretende
reeditar el caso de Cuba y de la extinta
Unión Soviética, está errando de cabo a rabo su estrategia. Ni estamos en los
tiempos de la Guerra Fría, ni Maduro es Castro, ni Putin es Nikita Jruschov.
Para la Rusia de hoy en
día, América del Sur y sobre todo Venezuela, son piezas de intercambio político
con los estadounidenses. Y pareciera que en Caracas no se han percatado de esta
realidad.
Entonces, desear el
cariño cuidadoso y paternal de Rusia es una imposibilidad diplomática y
política en el contexto actual, por más chatarra militar que Venezuela les
compre a los exsoviéticos éstos no harán una coalición internacional para
defender nada, ni a nadie en este lado del mundo.
Y Mientras tanto Donald
Trump sigue avanzando en el continente americano echando por tierra todas las
políticas permisivas y blandengues que caracterizaron las relaciones hacia América
del Sur durante los días de Obama.
¿Y China? Sabemos de los
intereses de los asiáticos en Sudamérica, pero en este momento los chinos deben
preocuparse más por la latente alianza EEUU-Rusia y cómo está los colocaría en
minusvalía política y económica.
En pocas palabras, en
cualquier movimiento en el tablero de ajedrez el señor Maduro será utilizando
como un simple peón en medio de la estrategia rusa, china o norteamericana.
¡Simple! ¡Sin más
detalles!
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