Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Si han leído los libros de George R. R. Martín, “Juegos
de Tronos”, “Choque de Reyes”, “Tormenta de Espadas”, “Festín de Cuervos” y “Danza de Dragones”, todos enmarcados en la
serie literaria conocida como “Canción de hielo y fuego” o por lo menos siguen
la serie de HBO, Games of Thrones, conocerán la historia de “King’s Landing” o
el “Desembarco del Rey”.
King’s Landing es la
capital de los “Siete Reinos”, una especie de nación semi-federada, muy al
estilo de comarcas semi-independientes, que a pesar de ello poseen un “Rey” que
mantiene una presunta cohesión de Estado entre todas las regiones de aquella
tierra imaginaria.
Pero, lo importante es
que la ciudad-capital es escenario de una serie de hechos políticos, entre los
que resaltan la traición, los acuerdos, las hazañas heroicas, las intrigas, el
intercambio carnal y la negociación como medio político para acceder al poder.
Sí, King’s Landing
pudiera ser cualquier capital de república de cualquiera de nuestras naciones
americanas, y con esto incluyo las del norte del continente.
Las acciones por
conquistar el poder o por estar cerca de él mueven los hilos de unos y de
otros. Las venganzas, las revanchas y la sed de conquistar más de lo que ya se
posee es una constante en la obra literaria llevada a la pantalla chica.
Personajes como el enigmático
Varys, el inescrupuloso Lord Petyr
Baelish, el sádico Ramsay Nieves (más tarde apellidado Bolton), el inteligente
y hábil enano de Tyrion Lannister, la
fortaleza de Cersei Lannister, y paremos de contar, forman las ramificaciones
de una política que se lleva adelante con fuego, sangre y orgías.
Ahora bien, en Venezuela
tenemos una historia que no tiene nada que envidiarle a la inventiva narrada y
creada por R.R. Martín.
Caracas es una especie
de tropical King’s Landing. En la capital venezolana las intrigas por el poder
se van incrementando en la medida que pasa el tiempo.
En Miraflores, las
divisiones internas en el poder son cada vez más evidentes. Por un lado, el
círculo próximo e íntimo de Nicolás Maduro busca aferrarse al poder, mientras en
el seno del mismo oficialismo las masificaciones de las conspiraciones se hacen
cada vez menos silenciosas.
Grupos alrededor de
Diosdado Cabello, Aristóbulo Istuiz, Elías Jaua y de la hija del difunto
presidente Chávez, son parte de las tendencias que pujan por el control de lo
que llaman el “socialismo del siglo XXI”.
La guerra interna es a
cuchillo, a pesar que después salgan en la foto sonriéndole a la cámara.
Del lado opositor la
historia es parecida. Las contradicciones de la Mesa de la Unidad Democrática
(MUD), que han mostrado ante la opinión pública, obedecen a las visiones
dispares que convergen en el seno unitario.
Por un lado Voluntad
Popular, partido de Leopoldo López, junto con Vente Venezuela organización
encabezada por María Corina Machado y la Alianza Bravo Pueblo (ABP) de Antonio
Ledezma, parecieran coincidir en posiciones más radicales, mientras que al otro
lado se encuentran Acción Democrática (AD), capitaneada por Henry Ramos Allup,
Primero Justicia, con el contubernio Borges-Capriles, el partido Un Nuevo
Tiempo de Manuel Rosales y Avanzada Progresista dirigida Henry Falcón.
No obstante,
tácticamente hemos presenciado acuerdos entre elementos de lado y lado,
dibujando caminos no eternos y a veces indescifrables.
Lo cierto es que a los
rojos lo une el deseo de permanecer en el poder, y a los demócratas la
querencia de un cambio de conducción del país.
¿Quién ganará? Espero
que a la final ganemos todos los venezolanos.
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