Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. La
realidad venezolana es plenamente compleja. Por un lado la “gallina de los
huevos de oro” se acabó, y la crisis del mercado petrolero llegó y no sabemos
hasta cuándo; no sabemos cuándo volveremos a ver un precio por lo menos cercano
a lo vivimos hace apenas un par de años atrás.
El régimen de Nicolás
Maduro, que no es otra cosa que la prolongación innecesaria y abortiva de su
sucesor, inició con un mal pie.
Nacido de unas
elecciones muy, pero muy dudosas, durante el período de Maduro al frente de los
destinos del país, se evidenciaron la acumulación de errores y fiascos
económicos que se cometieron a lo largo de muchos años.
La crisis petrolera
aparece para golpear aún más la gravísima realidad venezolana, y es que en sí
la caída de los precios internacionales no son el problema, si lo fuesen Arabia
Saudita sufriera escasez de alimentos o Noruega estuviera en medio de una
depresión económica, y ambas naciones siguen florecientes.
Lo que ocurrió aquí fue
el despilfarro, en palabras de Don Rómulo Betancourt: “el nuevo riquismo
derrochador” lo que provocó la quiera del Estado venezolano, porque jamás en
nuestra historia tuvimos tanto dinero y nunca gastamos, regalamos y botamos
tantos recursos como en esos días de bonanza petrolera.
Ahora, en medio de la crisis
el Gobierno inicio la privatización, sí leyeron bien, la privatización de las
minas de oro venezolanas, lo que nos indica que después de saquear el petróleo nacional
los rapaces socialistas vienen por el oro.
Y en medio de este
tránsito de petróleo a minería surge el espantoso hecho de la masacre de
Tumeremo, que demuestra que la criminalidad, otro de los legados de Chávez, se
encuentra campante por todos los rincones de la nación.
Lo de Nicolás Maduro no
puede llamarse “mala suerte”, sino “mala leche”. Al precio de crudo en baja y a
la criminalidad desatada en la región minera, se le suma la agobiante crisis
del agua.
Ya el cuento del
fenómeno de “El Niño” está quemado. Sí, es cierto que existe un fenómeno
climatológico que está afectando a una gran parte de la humanidad, mas todos
los gobiernos serios, por lo menos del hemisferio, tomaron sus previsiones,
mientras que aquí hicieron lo que mejor que saben hacer improvisar.
Frente a la
inestabilidad económica que causa la escasez de alimentos y miles de productos
más, ante la agotamiento de las reservas de agua dentro del país, sale un
equipo de reporteros colombianos a precisar los orígenes cucuteños de Maduro, o
de por lo menos de su familia.
La crisis personal y
política de Maduro no tiene límites. No sé bien si él empavó la silla de Miraflores,
o fue que Chávez se la dejó preparada, tal vez él nació con la mantilla
equivocada y en vez de darle suerte le trae desgracias, lo cierto es que su
período de gobierno ha estado marcado por el fracaso y el caos constante.
¿Y les extraña que miles
de venezolanos salgan en masas a pedirle la renuncia a Maduro? ¿Les parece
asombroso que millones de connacionales
expresen su rechazo al gobierno en medio de las colas en los
Bicentenarios o Mercal?
No hay comentarios:
Publicar un comentario